Eduardo Sadot
Difícil muy difícil debe ser gobernar para la primer mujer presidenta de México, con una crisis constitucional y de poderes heredada sin haberlo provocado ella.
Qué irresponsabilidad de su antecesor, que clase de persona es aquella que pensando nada más en su satisfacción personal y su egocentrismo, por culto a su personalidad es capaz de dejarle una bomba de tiempo.
Le dejó un poder legislativo fiel a él no a ella, un partido diseñado más como religión que como institución electoral, sigue influyendo vía telefónica con funcionarios del gobierno, desleal y traidor mintiéndole con que está alejado de todo, cuando anda muy activo opinando y sugiriendo con la complicidad de los funcionarios que convenientemente le ocultan a la presidenta su comunicación con el “ex”. Con el pretexto de “ayudarla”.
La resolución salomónica propuesta por el ministro Juan González Alcántara seguramente fue producto de una reflexión colegiada que incluye una propuesta sensata que salva la reforma, pero aterrizada, corregida y adaptada a la realidad, desprendida y espulgada de locuras inalcanzables, no sería extraño que fuera un trabajo consensado con los ministros pensantes y competentes, desde luego que fueron excluidos aquellos miembros de la Corte, obnubilados por la ignorancia o parcialidad, el tema será si la presidenta podrá recurrir a escuchar otras opiniones diversas y hasta contrarias al pensamiento gubernamental, lo que haría o se esperaría que hiciera un científico, un pensamiento sabio, alguien que desee lo mejor para la patria y para el país, que sabe que en la multidisciplinariedad y la heterogeneidad de pensamiento se construye el conocimiento y así evoluciona la ciencia.
La señal que mandaría sería primero de humildad para tomar decisiones, también que no está secuestrada o cooptada por un puñado de “juristas” resentidos y perversos que la aprovechan para echar al vuelo sus venganzas, imaginemos una reunión con los ministros de la corte exclusivamente los considerados “adversarios” apodo endosado por los emisarios del pasado, pero desde el principio, la presidenta, se dejó llevar por la dinámica de los resentidos y se lanzó con descalificaciones y hasta desplantes insultantes, olvidando que es estadista no una mexicana que llega a la presidencia por un Partido.
Es verdad que es una mujer de lealtades y sabe y ha sido y sigue siendo leal a quien la encumbró, pero ya en el cargo, es su responsabilidad, las desiciones son de ella, personalísimamente de ella y de nadie más y se debe más que al pueblo a la patria incluídos también quienes no votaron por ella.
La estadista debe saber que no obstante que hubo quienes no votaron por ella, algunos entre ellos, conservan la esperanza de que ya en el ejercicio del poder, debe privilegiar a todos sin discriminación y a todo México.
Hoy, es responsabilidad de ella, manejar el destino de México, con magistral talento escuchar en vivo, de frente, con respeto y buena voluntad con una actitud y mentalidad de apertura sin prejuicios escuchar y respetar a la presidente de la Corte que también es mujer, no debe comprar pleitos ajenos, ni gobernar con la viscera.
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