homopolíticus
- Encontró Urióstegui el Tiradero que Dejó
Hubo una belle époque en que los muertos votaban, pero de que personas fallecidas hicieran sus tres comidas al día no había registro nacional, sino hasta ahora.
El DIF de Morelos dio de comer a mujeres y hombres muertos, cobrando vida la recreación religiosa de alimentar a los muertos los días 1 y 2 de noviembre, milagrosamente ampliada seis años.
Días atrás anticipé lo detectado por el gobierno de la República en la aplicación del presupuesto federal ministrado al gobierno de Cuauhtémoc Blanco, ejercido sin pudor. Le dije de un nuevo monto por más de 500 millones de pesos y de la devolución de cuatro millones de pesos destinados a atender a los que menos tienen y que más necesitan. Le hablé del DIF. De los alimentos calientes y fríos, de los medicamentos, de los niños tratados como delincuentes… y de los muertos.
[Le anticipó algo más: el pago del seguro de vida por los agentes que murieron, pronto va a ocupar grandes espacios en las tapas de diarios, portales de inmediatez noticiosa y páginas de redes sociales, tal vez espacios de opinión publicada]
Que votaran los muertos, todos lo sabían —hasta los dolientes.
En Déspota Glotón, apunté: «Durante el gobierno de Blanco hubo al menos 35 personas en situación de calle que murieron de hambre o de frío, o de hambre y frío —cuatro de ellas en Cuernavaca, el último año—, mientras en los albergues del DIF estatal no había ni medicamentos, muriendo un anciano a causa de una negligencia criminal. A los menores de edad se les dio trato de criminales, siendo enviados a un centro para adictos a las drogas».
Esas 35 personas fallecieron en la calle. No se cuentan entre las siete mil 733 occisiones por arma de fuego, a causa de la violencia, del sexenio. Tampoco las personas de atendía el gobierno del estado a través de sus programas alimentarios, 272 en total, estando muertas.
En el cuauhtemismo rapaz todo era posible. El asunto, que debía ser escandalo nacional de consecuencias penales, no sólo es hacendario por el manejo del presupuesto federal, sino de procuración y administración de la justicia.
Doscientas setentaidós personas muertas que se les daba de comer. O los muertos estaban vivos o los vivos estaban muertos. Ni a Mary Shelley ni a Fernando Osés —Santo contra los hombres infernales— se le habría ocurrido algo tan mefistofélico.
letraschiquitas
Su presidente municipal, José Luis Urióstegui, encontró a Cuernavaca como la dejó: sucia, desordenada, insegura y sin autoridad —todo a causa de la corrupción—, lo que cuestiona tanto su presencia como su ausencia, peor la primera que la segunda. Su viaje de placer que no de descanso, le habría servido para tomar quizá la decisión más difícil de su carrera ideológica variopinta, como cuando el PRI, MC, PRD y PAN: irse a MORENA.