Por Deborah Buiza
Hace algunos años pensamos en darle “una manita de gato” al espacio de la sala y comedor, en teoría era sólo resanar las paredes, poner unas tomas de corriente y pintar, ¿qué podría complicarse si era tan sencillo como quitar muebles, pintar y volver a poner todo en su lugar?
(Parecía que) no era tan complicado, pero si lo era. Debajo de la pintura vivía el moho que tenía saturadas las paredes de una manera impresionante, pero eso no lo sabíamos. Lo que parecía una “sencilla” remodelación llevó meses de trabajo.
Yo no tengo auto, pero cuántos habrán llevado el automóvil al taller y lo que creían que era un “ruidito” y algo sencillo, acabó siendo casi la reconstrucción de ese vehículo.
(Parecía que) no era tan complicado, pero sí lo era…
Lo he visto con las solicitudes a los diseñadores, “no es tan complicado, nada más quiero que le pongas algo así, así y así, es rápido” (un diseño que llevará horas trabajar).
Lo he visto con los servicios de maquillaje y peinado “no es tan complicado, nada más quiero un peinado sencillo y un maquillaje super natural y tengo que estar lista en media hora” (un maquillaje y un peinado que llevará al menos hora y media, si se quiere bien hecho por supuesto).
Lo he visto en …
¿Te ha pasado que piensas que algo es muy fácil o simple y al final no lo es?
Seguramente puedes recordar alguna anécdota del tipo “no es tan complicado y en realidad si lo era” o “es que pensé que era fácil y pues no, no lo era”. En México tenemos una expresión que ejemplifica estos asuntos que dice: “pues ni que fueran enchiladas”.
Probablemente, sea que algunas cosas no nos parezcan tan complicadas porque nunca las hemos hecho y entonces no tenemos una medida real de la situación, el esfuerzo, los recursos, procesos y gestiones que implica.
Creo que puede parecernos “no tan complicado” porque lo que ignoramos nos permite pensar que es muy sencillo de resolver, y la cosa se pone más interesante si le agregamos un poquito de soberbia y audacia, y entonces a veces como usuarios, simples mortales, nos atrevemos a desafiar a los expertos considerando que lo que están tratando de resolver no es tan complicado, desestimando sus conocimientos y su quehacer.
Y yo sé, que desgraciadamente en alguna ocasión habremos caído con algunos “especialistas” que se aprovecharon de su figura de autoridad por conocimiento y lo que era fácil lo complejizaron para sacar ventaja o beneficio para ellos, sin embargo, no son todos así, por lo que valdría la pena darle una doble pensada y consideración si un experto nos está diciendo las cosas… si el experto te está diciendo que no es tan fácil como parece o como crees, es por algo. Pon atención, ¡escucha!
Seguramente a quien no le es tan complicado, y entonces a nuestros ojos es fácil, es porque le llevó años aprender y hacerse experto en resolver con facilidad, incluso lo complicado. Todo tiene su “chiste”, su proceso y razón de hacer las cosas y sin tener amplios conocimientos aventurarnos a desestimar al experto me parece no sólo ingenuo sino muy arriesgado.
Y si, siempre habrá alguien que te diga “uy no es tan complicado, yo te lo puedo hacer” y luego las cosas realmente se complican más, pero ese es otro tema.
Si bien uno no puede andar por la vida con la fatalidad por delante, ni pensando que todo es complicadísimo (como el personaje que hacía Silvia Pinal en la época de Oro del Cine Mexicano, a la que todo le parecía “dificilísimo” de hacer), necesitamos no sólo conocimiento para resolver sino la humildad para reconocer nuestros límites, saber cuándo pedir ayuda y sobre todo, si ya fuimos capaces de solicitar ayuda, dejarnos ayudar por el que sí sabe.
Y tú, ¿te has topado con el “no es tan complicado” y al final si lo era?