ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
¿Y si en lugar de ceder, como hasta ahora, México “se pone sus moños”? ¿Si alega que el tratado comercial de América del Norte es inequitativo y perjudicial para la economía nacional? Argumentos no faltan.
Porque Canadá y Estados Unidos impiden el acceso y libre tránsito de mexicanos en sus territorios. Sólo son bienvenidas nuestras materias primas y las manufacturas ensambladas y terminadas con nuestra mano de obra barata.
Son escasos los beneficios del ahora llamado T-MEC para una población que mayoritariamente sobrevive en la informalidad y mediante las “ayudas” del supuesto Bienestar.
Pero no. Pese a lo que la Presidente formal Claudia Sheinbaum perore en sus “mañaneras del pueblo” –¿para quién, si no?– el gobiernito que aparentemente encabeza no tiene el valor, la solvencia moral y mucho menos el arrojo de enfrentar a un súper poderoso Donald Trump ni a los soliviantados gobernadores del ex Dominio británico, a quienes el premier Justin Trudeau tuvo que secundar en su afán de que México ya no forme parte del tratado.
¡Otra vez los espejitos del T-MEC! Así, encadenados a los designios de los vecinos del norte, es imposible que México crezca arriba del 2% anual, en virtud del ya aprobado “Plan C” que, por si fuera poco, ya ahuyenta a las inversiones y propicia la fuga de las ya establecidas.
Hasta ahora, el TLC, primero, y el T-MEC, después, han servido para que todos los gobiernos –PRI, PAN, Morena– no pongan orden en educación, capacitación tecnológica, productividad, competitividad y fortalecimiento del mercado interno.
Todos los tratados que México ha firmado desde principios de los 90’s han sido entre nosotros un eficaz espejismo popular, otro distractor para frenar cualquier crítica sobre maniobras entreguistas en los rubros de materias primas, comerciales, mercantiles y financieras.
Al firmar el TLC con Norteamérica y ajustarnos estrictamente al leonino y torticero “espíritu de Houston” que nos vendieron Carlos Salinas y George Bush padre, junto con los halcones republicanos, lo que hicimos fue refrendar y agigantar el alcance del ya desaparecido GATT, desregular cualquier traba a la importación, conculcando todo ejercicio soberano.
Lo que nos unció todavía más a la vieja cadena colonial: productores de materias primas – consumidores de productos manufacturados e industriales generados en las metrópolis, hasta el infinito imaginable.
¿Qué conseguimos de EU y Canadá?
Sin ninguna posibilidad de lograr jamás que nuestros migrantes dejen de ser vistos como cosas peores que mercancías y puedan transitar libremente la frontera norte para emplearse en las factorías o de perdida en los campos agrícolas, crecen las amenazas de expulsión de quienes ya se incorporaron a las economías de ambos vecinos del norte y pende además el anunciado cierre de nuestra frontera septentrional.
Sin lograr que los mecanismos comerciales locales, y las mercaderías que producimos puedan pasar libremente la frontera norte, como aliados mercantiles y comerciales que creemos ser, no como extraños o como esclavos.
Parece que hasta la oportunidad para reclamar ya feneció, pues ahora vemos con naturalidad que para lo único que han servido los tratados es para que nos retaquemos de pequeñas factorías cerveceras que ofrecen mínima cantidad de empleos, nos atiborran de contaminación y se chupen los pocos mantos de agua que quedan para los campesinos.
Y para que nos bombardeen día y noche con el retintín de las” fastuosas” inversiones de miles de millones de dólares de las empresas automotrices extranjeras que sólo vienen a que les ensamblemos los carros que pasan al otro lado. Esos sí, sin restricciones.
Y que nos engañen con el sonsonete retardatario de que somos la décimo segunda potencia del mundo “productora y exportadora” de automóviles, cuando no nos han dejado que explotemos ni la tecnología necesaria para fabricar un carrito de paletas o de hot dogs.
Sujetos a caprichos imperiales
Los empleos que ofrecen en las plantas ensambladoras de los carísimos corredores industriales —construidos con nuestros impuestos– son mínimos e insuficientes para atender un ridículo porcentaje del mercado laboral arrinconado en el desempleo y el hambre.
Pero eso sí, en la televisión, el cine, la radio, la prensa y el libro, los “cinco sentidos de la sociedad moderna” –¡qué bueno que todavía no aparecen las redes sociales en esa clasificación!—nos soplamos los spots, discursos, arengas y latiguillos relativos a los miles de millones de dólares de inversión extranjera. Pura agua de borrajas.
El T-MEC, como antes lo fue el TLC, es una gran engañifa del salinismo aún presente ¡hasta en la Cuarta Transformación! Para vivir engarzados a todos los designios extranjeros forever and ever.
Pero la publicidad nos embaucó y nunca dijimos gran cosa sobre su inutilidad. No sirve ni para solucionar “de a mentiritas” el problema del empleo, ni para acceder por vía alguna con nuestros productos al mercado gabacho, menos para que nuestros generosos expulsados por la necesidad económica y por la inseguridad reinante migren con libertad para emplearse.
Muchísimo menos para redistribuir el ingreso. La calificación internacional de nuestra débil economía sigue sujeta a los caprichos de los organismos del Imperio. Nos traen a sobresaltos, igualito que cuando la FIFA “califica” el desempeño de la selección de ratoncitos verdes de futbol.
Primero, mandan por delante a las famosas “corredurías” neoyorkinas a las que los fruncionarios de SHCP y Banco de México se la pasan agasajando con nuestros impuestos y a las que nunca acabamos de tener contentas.
Es una simple aduana que funciona como mecanismo de detente de los organismos prestatarios y califica a capricho del acreedor. Los dígitos con los que tiene a bien obsequiarnos “en riesgos de inversión y del país” sólo reflejan la puntualidad de pago de nuestros extenuados bolsillos.
Siempre estaremos endeudados
Los “analistas financieros” locales, lo único que hacen es proporcionar la oreja y el eco de su voz para hacernos saber el tamaño de la rueda de molino que nos están recetando desde allá. Pero como pronuncian en inglés el nombre de las oficinas en Wall Street lo damos por cierto. Los boletines financieros que se reproducen en los dos diarios nacionales “especializados” en materias económicas de ese jaez, son infumables.
Ahora hacen que retumbe en nuestros oídos que el “gobiernito” del segundo piso de la 4T está preparado para el embate, como si nuestra opinión fuera a ser tomada en cuenta. No se ponen de acuerdo, ni para engañarnos.
Un día resulta que los niveles de la deuda son manejables. Justo al día siguiente se hacen eco del increíble disgusto del Banco Mundial y del FMI porque la deuda –que ellos autorizaron e incrementaron– está rebasando la capacidad de pago
Luego, nos anuncian, con una cara de preocupación digna de mejores gestos, que los niveles de la deuda externa mexicana ya alcanzaron el equivalente a la mitad del producto interno bruto y que podemos ser el mal ejemplo para los demás países subdesarrollados, como el nuestro.. Y no falta quien salga, además, con la batea de babas de que México es la “estrella solitaria” en el rumbo y ritmo de la economía latinoamericana.
A México le toca la tarea sangrienta
Honra y prez del desarrollo, si seguimos los consejos y la ruta norteamericana, llegaremos al 3 % de crecimiento del producto interno bruto famoso ¡y sanseacabó el danzón!
Que, aunque sigamos pidiendo prestado hasta la ignominia, no hay problema, que todavía tenemos un resto de recursos (naturales) para “hacer frente a nuestros compromisos financieros”.
Que, aunque paguemos con hambre los recortes presupuestales, ¡vamos por buen camino!
Y mientras, los colonos de esta aldea escuchamos que todo va bien, que los gabachos son samaritanos, que somos ejemplo del pudor, la honradez, el trabajo, el ahorro y la valentía. Que sigamos pagando puntualmente. Que los tratados con el exterior son la voz de Dios.
Desconocen que, desde el emblemático fracaso de la invasión norteamericana a Corea del Norte, la Casa Blanca ha expresado que Estados Unidos pactará multilateralmente “sólo cuando las condiciones sean favorables para (sus) intereses”. Pero eso sí, intervendrá “de manera unilateral ” cuando sea necesario para imponer el orden mundial” como ellos lo entienden.
Y todavía hay ilusos que esperan frutos del T-MEC revisado o renegociado.
Llegó a su fin la era de los tratados y de la inocencia. Pero ¿para qué nos fijamos en esas nimiedades? Nosotros a lo que nos indicó el patrón: sigamos combatiendo a los sicarios, a la droga, a la violencia, a los pozoleros, descabezados y terroristas, toda la cauda de la miseria que ellos han provocado, pero que por ahora los gringos no pueden atender.
¡Pronto vendrán tiempos mejores!, gritan desde el “gobierno”.
Con todo lo que ha pasado en las últimas décadas, especialmente en el sexenio anterior, ¿usted les cree?
Indicios
¿Famosas últimas palabras? “El tratado es muy bueno para los tres países, para los tres. Es muy bueno para Canadá, es muy bueno para Estados Unidos y es muy bueno para México, lo dije desde que entré al Gobierno… lo importante es que, en Estados Unidos, en Canadá y en México tengamos toda la información de las ventajas que tiene el tratado, por ejemplo, para Estados Unidos, pero no sólo se beneficia aquí, o no sólo en Canadá”: Claudia Sheinbaum, el más reciente viernes ante la advertencia de Justin Trudeau.
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