La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
En todas las curvas, aunque sean de aprendizaje, hay riesgo de quedarse sin frenos
Al menos dos circunstancias, nos ejemplifican que la presidenta Sheinbaum aprende en el camino y corrige, no es testaruda como su predecesor, al menos en política exterior, lo cual, en estos tiempos, es una buena señal, aunque, no suficiente.
La primera, tuvo que ver con reconocer el triunfo electoral de Donald Trump, durante los días previos a la jornada comicial, la mandataria repetía la ruta de AMLO de ser ‘respetuosa’ y esperar el veredicto de las instancias correspondientes, cuando la realidad política indica otra estrategia.
Justamente, el triunfo inobjetable del magnate, la hizo recapacitar y el día después lo felicitó por medio de un posteo en sus redes sociales, horas más tarde, lo haría vía telefónica, de haberse mostrado lenta de reflejos, el resquemor de Trump hubiera sido inevitable.
En este mismo contexto, la segunda muestra de sensatez, la dio en respuesta a la amenaza del citado personaje, de imponer aranceles a ciertas exportaciones de México y Canadá, a partir del primer día de su mandato.
Así pues, poseída por un espíritu tropical, redactó una carta para fijar posición respecto de los dichos de don Donald, mientras tanto, Trudeau tomó el teléfono y se comunicó con el belicoso personaje.
Pronto, la Tlatoani comprendió que su carta iría directo al cesto de la basura y pidió a su equipo gestionar una llamada con la que, afirmó posteriormente, consensó importantes puntos de acuerdo, tantán. Ojalá este recomponerse frente al fenómeno Trump, la haga entender que acá, tiene otros preocupantes chantajes, ante los que debe redefinirse.