Nevile Chamberlain fue recibido como héroe en el Reino Unido tras traicionar a Polonia y entregar algo que no era suyo a Hitler: los sudestes de Checoslovaquia. Todos creyeron, empezando con él, que había evitado la Segunda Guerra Mundial, cuando en los hechos la inauguraba.
Cualquiera que entonces hubiese criticado al primer ministro, como fue el caso de Churchill, fue tratado como traidor y poco nacionalista.
Pero ser nacionalista no conlleva abdicar de la capacidad ciudadana de pensamiento y crítica.
La historia le dio la razón a Churchill y el mundo se hundió en la noche negra de la guerra. No trato de hacer paralelismo alguno en los hechos históricos y posturas de los actores de la época, sino del comportamiento de los ciudadanos que prefieren creer lo que sea con tal de que sea bueno, así todo esté en contra.
Y de los gobiernos que, ante un enemigo externo, se cuelgan de allí viene el lobo para esconder bajo la alfombra todas sus miserias y trapacerías.
Tenemos que ser verdaderamente ciudadanos y exigir de nuestro gobierno altura y estrategia diplomática y no patrioterismo banal y barato.
Si el gobierno estaba mal y en crisis hasta hace unos días, antes de las amenazas de Trump, por qué habría de estar bien hoy y por qué nosotros tendríamos que apoyarlo ciegamente en mor de un nacionalismo ciego y acrítico.