Eduardo Sadot
Ciro un periodista serio decente y honorable, que no dije honesto, porque hay una categoría superior a la honestidad que es la honorabilidad tema que – por supuesto – el interlocutor de Ciro Gómez Leyva “E.I.” que ni merece ser nombrado, ignora.
Un tipejo extranjero, que no es capaz de reconocer el lugar donde nació y menos a la madre que lo parió, no se puede esperar menos de él. Los mismos que han dividido al país entre a los que acusan de Neoliberales o prianistas y los Neonazis que se autonombran cuatrotes o morenos.
Un día, de pronto el auditorio del programa de Ciro Gómez Leyva, se encontró que un arribista, sin escrúpulos ni autoridad moral, un agorero y lisonjero por dinero – 150 millones – cuyo único mérito fue alabar la vanidad de un presidente.
Un conocido tipo de cráneo zocato apareció aprovechándose de la audiencia de Ciro, y colocarse como el defensor de la cuarta tiranía, hay que recordar que las tres anteriores fueron Santa Ana, Porfirio Díaz y Victoriano Huerta y el cuarto, el jefe del zocato que llegó al programa de Ciro presionando y pateando la puerta como es costumbre de estos tipos, los Norroña (como le dice el “Boby Garduño” a su jefe en el senado) los chango-leones esos mismos rupestres que se lían a golpes en el senado, cargados de arrogancia, insuflados de poder — que en el senado los hay en todos los partidos del gobierno y de la oposición de los que ya hablaremos — como los diputados de principios del siglo XX, generalotes que llegaban armados y disparaban sus pistolas en el pleno de la casa de Xicoténcatl o en Donceles, y hoy hasta donde hemos regresado.
A esa misma ralea, Ciro les abrió las puertas de su programa, muerta la democracia – y en plena Oclocracia que definiera Polibio – quizá a solicitud del dueño de la radiodifusora o él mismo Ciro con esa bonhomía que le caracteriza, un signo distintivo de nobleza, con la intención de abrir el micrófono a “todas la voces” pero que el sinvergüenza, de “E.I.” contrasta con la grandeza de Ciro, después de la falta de respeto a Ciro, la provocación y analfabetismo del interlocutor incrustado, que no tienen la dignidad de retirarse de un programa, en el que sabe que es tolerado pero no bienvenido.
Seguramente que “E.I.” de ahí, corrió a Palacio Nacional a ver a su amo, por otros 150 millones de pesos para croquetas, porque su jefe, aún no se va de Palacio, el ejército todavía no le termina su Bunker de Palenque, construido al capricho y más puro estilo del bunker de Hitler, porque ha seguido puntualmente el manual nazi, la desaparición de la constitución de Weimar, el desmantelamiento del gobierno del Estado alemán, la desaparición del Poder Judicial igual que el Reichstag (cámara de diputados alemana) en dos ocasiones en 1932 y la minimización del poder legítimo del presidente Hindenburg. Leer la historia de la llegada al poder de Hitler y el nazismo es releer la historia de la 4T. Si hubieran algún mexicano curioso, que leyera la llegada del nazismo en Alemania comprenderían al México de hoy.
Por cierto con la llegada de Trump quizá continúe en la ruta de Hitler y los gringos le manden a un Dwight D. Eisenhower (vintage) reciclado y termine igual que él, abrazado a su “Luisa María Braun” en el Bunker de Palenque.
Ciro no debe cometer el mismo error que cometen las personas nobles frente a los delincuentes, los delincuentes piensan como delincuentes y “E.I.” piensa como lo que es, un apátrida que cobra los favores a cambio de croquetas de a 150 millones de pesos, un mercenario extranjero, que sirvió de puente para instrumentar la ayuda de Chávez, venida de Venezuela para empoderar a su jefe en México (acaso no fue intervencionismo, como también son los médicos cubanos que en vez de curar vienen a adoctrinar, o los militares venezolanos en jalisco).
Si no puede sacar a “E.I.” que lo deje hablar nada más, pero que Ciro ni pretenda dialogar con un viajero del paleolítico, que ni entiende ni habla su mismo idioma, cuyo chip zocato no tiene la aplicación para comunicarse. A muchos nos pasa, al toparnos por la vida con esos zombis, esas rémoras que pululan en el poder.
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