Eduardo Sadot
El Comité de Evaluación de Candidatos en cumplimiento a la reforma del poder judicial queda manchado, para la historia de México en ésta etapa, seguramente habrá quien diga – una mancha más al tigre – pero los protagonistas pasarán con la huella de su conducta. Por evidente parcialidad.
Seguramente el exministro sabe, aunque pretenda ignorar, el tema de la ética y la moral en las responsabilidades de la Suprema Corte. Ni en el Poder Ejecutivo, ni en el Poder Legislativo, la ética es tan determinante – aunque debiera serlo – para su desempeño como es en el Poder Judicial, aunque los tres poderes debieran regirse señaladamente por la ética. Para el Poder Judicial, la ética con sus principios y valores, son existencialmente esenciales.
La ética como ciencia normativa, porque norma y/o regula la conducta de las personas, está íntimamente ligada al derecho y a la moral, pues las tres tienen que ver con la costumbre y conducta de las personas. La ética, contiene los principios y valores (axiología) que las personas asumen como normas o reglas valiosas, que voluntariamente asumen como propias, contienen los principios y valores éticos que respetan para normar su conducta y que aspiran cumplir o al menos que procuran acatar con su conducta.
Aunque la ética y la moral coinciden en cuanto a que: Ética, de ethos carácter o costumbre y Moral, de mos, moris, manera de vivir y remite también a la costumbre, podríamos afirmar que lo que une a la ética con la moral es la costumbre, porque a través de ella podemos calificar la conducta de los individuos y lo apegado de sus conductas – por lo que hacen cotidianamente por costumbre – de manera voluntaria o involuntaria o automática y congruente o no, con sus principios y valores éticos, entonces calificamos que su conducta es éticamente correcta o si no es congruente con sus valores éticos, porque es contrario a ellos, de esa manera se podrá evaluar cuál sea su conducta o costumbre, así, su manera de conducirse sería su moral o define su moral.
Entonces, cuando una “gente” se conduce distante de los principios éticos, de una profesión o de lo que espera una sociedad de una profesión un cargo, ello conformará su moral, si su conducta se rige por dobleces o es ambigua, se dice que tiene una doble moral, una, la que predica o se espera, que se conduzca de acuerdo sus principios y valores éticos y otra, la que en la práctica realiza, con la esperanza de engañar o no ser descubierto en la ambigüedad de su comportamiento.
Consideramos que el exministro Zaldívar en el Comité de evaluación de candidatos “ensucia” el proceso – que ya de por si está viciado con engaños, desde su creación con la reforma caprichosa y sin diagnóstico – pero por qué Zaldívar, durante su desempeño como ministro no acreditó imparcialidad, antes al contrario se condujo parcial, ello lo confirmó, desde el momento que se pronunció a favor del entonces titular del poder ejecutivo, luego lo reconfirmó cuando se declaró simpatizante de un movimiento o de un partido, rompiendo con el principio ético de imparcialidad y el principio de equidad en el Poder Judicial, ello, sin mencionar los argumentos que sostuvo con su tesis de licenciatura, para defender la autonomía del Poder Judicial y su posterior pronunciamiento, a todas luces servil.
Cómo declaró que había corrupción mientras fue ministro y presidente de la Corte y durante su pertenencia a la institución no hizo nada por corregirla o acaso se instaló cómodamente en la complicidad de lo que ahora señala. Finalmente, queda para la historia, la bajeza de una conducta ausente de ética y con doble moral.
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