Pablo Gato
Cuando, en su primer término, Trump propuso cambiar Puerto Rico por Groenlandia (que pertenece a Dinamarca), todo el mundo básicamente se lo tomo a risa y como una excentricidad más de Trump. Excepto muchos puertorriqueños, claro. Decenas de miles de puertorriqueños han peleado en las guerras de EEUU y muchos han muerto. Los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses. No pocos puertorriqueños se lo tomaron como una profunda falta de respeto.
Sin embargo, ahora, de forma surrealista, las propuestas de Trump de comprar Groenlandia, retomar el Canal de Panamá y absorber a Canadá son, para mi sorpresa, tema de conversación en las tertulias televisivas y mis colegas analizan seriamente esa posibilidad.
Trump incluso llama al Primer Ministro de Canadá “gobernador”. Es decir, esas posibilidades sin duda surrealistas han sido normalizadas. Y no pocos admiradores de Trump las justifican por lo que llaman prácticas comerciales injustas o seguridad nacional.
Es para quedarse de piedra.
Olvidémonos ya de que Dinamarca es miembro fundador de la OTAN, que Panamá calificó de ignorantes esas propuestas o que Canadá no sabe ni que responder. Es decir ¿si Trump piensa que Panamá cobra demasiado por cruzar el canal la solución es invadir el país? ¿Si piensa que otros países se han adelantado en temas comerciales a EEUU la solución es una guerra?
¿No sería mejor ser más proactivo comercialmente en la región y que así no “te quiten los dulces” como dicen en Puerto Rico? ¿No es EEUU el paraíso de la competencia? Pues a competir ¿no?
Y si piensas que Groenlandia tiene interés estratégico, ¿crees que para Dinamarca no lo tiene? ¿Qué te la va a vender? ¿Qué va a renunciar a su soberanía?
Por supuesto ignoro el motivo por el que Trump dice esas cosas. Puede ser para distraer de otros temas o simplemente una táctica que sus críticos califican de infantil para negociar otras cosas con esos países.
Pero alguien se pregunta en EEUU la imagen que da el país con esas declaraciones y ¿qué efecto puede tener eso para los intereses de los propios EEUU? ¿Invadir un país para recuperar algo que no es tuyo?
Insultar al Primer Ministro de Canadá, uno de los principales aliados de EEUU? ¿Presionar a Dinamarca, miembro de la OTAN y de la Unión Europea, para que venda parte de su territorio?
¿Qué pasaría si el líder de una potencia extranjera declarara seriamente que quiere que EEUU le venda Texas? ¿O que Rusia diga que quiere que Trump devuelva Alaska a Moscú? (Fue posesión de Rusia antes de venderla a EEUU). ¿O que le diga que quiere cambiar un territorio de ultramar por Hawái porque tiene valor estratégico?
Y es que las declaraciones de Trump no se toman ya aquí como una broma. Se analizan en serio. Es simplemente surrealista. Y si se analizan en serio quién sabe qué puerta se puede abrir en el futuro.
Las palabras del presidente de un país tan poderoso como EEUU siempre han tenido mucho peso.
Hay que tener cuidado de que no provoquen aversión y que los países afectados se distancien de EEUU o busquen otras opciones. Socios que los respeten y no los denigren. BRICS estará encantado de recibirlos. El respeto siempre es un buen compañero de viaje, en especial si estás hablando de personas que representan a países aliados de EEUU.
Hay que tener mucho cuidado con las palabras. Tienen mucho peso. Lo que quizás para aquí es puro entretenimiento no es interpretado de la misma forma fuera.