ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Con sus respectivos altibajos y desencuentros, la agencia de espionaje internacional de los Estados Unidos y, ahora, el gobiernito de la llamada Cuarta Transformación han dormido en la misma cama.
A ello obedece que la señora Claudia Sheinbaum primero haya minimizado el escandaloso espionaje con drones que la CIA realiza en el espacio aéreo mexicano y, un día después, ya informada por su secretario de Defensa, Ricardo Trevilla, haya justificado la medida unilateral ejecutada por el Pentágono como “una operación conjunta”.
Unión de conveniencia que, como cualquier amasiato, pretende ocultarse a la sociedad, con frases huecas rellenadas con retórica patriotera como “somos un país libre”, “no somos colonia de ningún país” y, entre otras, “defenderemos la soberanía”.
Desde siempre, desde su fundación tras la Segunda Guerra Mundial para sustituir a la Oficina de Servicios Estratégicos que operó durante la conflagración bélica, la Agencia Central de Inteligencia ha operado en nuestro país, sobre todo durante la etapa conocida como Guerra Fría, cuando México se asemejaba al Estambul de la década de los 40’s del siglo anterior por la presencia, aquí, de infinidad de agentes soviéticos y luego de cubanos.
La CIA, incluso, reclutó a funcionarios y secretarios de Gobernación tales como Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, quienes posteriormente ascenderían a la Presidencia de la República. Ni qué decir del personal de la Dirección Federal de Seguridad, dependiente del Palacete de Bucareli, que en algunos casos cobraban por partida doble: en pesos, pero también en dólares.
Hubo, y muy posiblemente aún hay, infinidad de “tontos útiles” de todos los estratos gubernamentales que han colaborado en las tareas de inteligencia estadounidenses. El columnista Manuel Buendía, asesinado, entre otras causas, por sus revelaciones de las actividades de la Agencia con evangelizadores de EU en Chiapas –agentes, algunos de ellos– y las ligas de esta con criminales dio prolijos ejemplos en sus escritos periodísticos.
Por supuesto que en ese amasiato ha habido rompimientos. Pero han sido temporales. Luego se dan las tórridas reconciliaciones.
Por ejemplo, cuando AMLO expulsó del país a los agentes de la DEA que aquí operaban –coadyuvantes, con la CIA y con la Marina Armada en la detención de capos como Joaquín El Chapo Guzmán–, la Central Intelligence Agency respondió con aquél célebre guacamayazo: la filtración de millones de mensajes y correos electrónicos de la descuidada Secretaría de la Defensa Nacional, entonces a cargo de Luis Crescencio Sandoval.
En eso tenor también se dieron las filtraciones sobre el financiamiento de los cárteles a las frustradas campañas electorales de Andrés Manuel López Obrador en el 2006 y en el 2012, de las que surgió el mote, convertido después en la imperecedera etiqueta #NarcoPresidenteAMLO, nuevamente en boga tras la reiteración de Donald Trump de que “especialmente ahora” México está gobernado por los cárteles de la droga.
La CIA ejecutó a El Kiki Camarena
La CIA en México –título del libro escrito por Buendía en el que recopiló las actividades de esta en nuestro país– no sólo ha realizado operativos para capturar criminales cuya extradición reclama el gobierno estadounidense. También ha intervenido en tráfico de estupefacientes, como en el caso Irán-Contras para armar a quienes entonces luchaban contra la dictadura de los Somoza, en Nicaragua–, incluso para sus propias “grillas” internas.
Está ahí el caso del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, a quien los estadounidenses han convertido en una especie de mártir de la lucha en contra de las drogas, aunque convenientemente han soslayado que, en realidad, El Kiki –como lo apodaban– siempre estuvo involucrado con diversos grupos del narcotráfico internacional.
Arguyendo infiltración, su trabajo real era la de coordinar grupos de narcotráfico. Por ejemplo, participó activamente en la unificación de 114 bandas de narcotraficantes de México, Colombia, Cuba y Perú para el trasiego de drogas a Estados Unidos llevada a cabo por la DEA, administradora de los estupefacientes para el consumo de los gringos.
Entre las funciones de Kiki estaba la de sobornar a funcionarios mexicanos para que no interfirieran en el “trabajo” de la DEA y de los propios narcotraficantes consentidos por la agencia estadounidense.
Pero se pasó de listo y…
Se ha revelado, no hace mucho, el complot que en su momento organizaron diversos personajes del narcotráfico internacional, como lo eran Juan Ramón Matta Ballesteros, de origen hondureño, y de Félix Rodríguez, un cubano anticastrista que siempre trabajo para la CIA, quienes en conjunto operaron la muerte de Camarena.
Se sabe ya que Félix Rodríguez –miembro de la CIA, valga subrayar– dio la orden a Juan Ramón Matta para que “levantaran” y dieran muerte al ex agente de la DEA, Salazar Camarena.
En el libro de Hilda Vázquez, La verdadera historia de Camarena, se lee que, contrario a lo que dice la DEA, el 7 de febrero de 1985 Enrique Camarena Salazar nunca llegó al consulado estadounidense en Guadalajara. Desde el día anterior, se hospedaba en el hotel Jericó de Zamora, Michoacán, muy cerca del rancho “El Mareño”, propiedad de sus compadres y protectores Los Bravo, quienes después fueron masacrados porque “sabían demasiado”.
Caro Quintero y Bartlett Díaz
El plan del “secuestro”, de acuerdo con ese texto, fue urdido por James Kuykendall, amigo de El Kiki, y encargado de la oficina de Guadalajara, quien aspiraba a ser jefe de la Drug Enforcement Administration en México. Para tal objetivo necesitaba un mártir y Camarena era ideal: su esposa lo había abandonado hacía más de seis meses, él había vendido sus propiedades el año anterior y ya quería regresar a Estados Unidos.
De no haber puesto en marcha dicho plan, apuntó, los agentes de la DEA habrían seguido supeditados a los lineamientos de la CIA y el FBI. Kuykendall sabía del potencial económico que era el narcotráfico en México. Quería que la agencia para la que trabajaba manejara presupuesto propio… y lo consiguió, señala la autora.
Vázquez destaca que los cadáveres que hicieron aparecer como de Enrique Camarena y del piloto Alfredo Zavala no fueron encontrados en el lugar donde la DEA sostiene que estaban.
“Los cuerpos y las autopsias distan mucho de las características de los desaparecidos. Los informes forenses procedentes de Zamora y Guadalajara son diferentes entre sí. Camarena no es identificado por ningún miembro del gobierno norteamericano, ni por sus familiares. Zavala Avelar tampoco fue reconocido por nadie”.
El libro resalta que posteriormente empezaron a desaparecer testigos de esta trama.
La CIA inculpó al narco Rafael Caro Quintero de la autoría intelectual del crimen. E insinuó que el entonces titular de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, había atestiguado la tortura y el homicidio.
Alguna deuda pendiente debió tener quien recién dejó la dirección general de la CFE con la Ci-Ay-Ey, como lo pronuncian los anglófonos.
Indicios
Como si fuera un puesto de churros, salen y salen iniciativas de ley desde Palacio Nacional. Para estos días se espera que el Congreso de la Unión apruebe –“sin quitarles ni una coma”, but of course— la Ley del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la del nuevo Sistema Nacional de Investigación e Inteligencia en Seguridad que darán a las huestes de Omar García Harfuch la posibilidad de espiar no sólo a los delincuentes, sino ¡a todos los mexicanos!… Y este jueves la señora Sheinbaum anunció el envío de una reforma constitucional para modificar el artículo 40 relacionado con la soberanía nacional, y otra al artículo 19 constitucional que tiene que ver con aquellos delitos que son de prisión preventiva oficiosa. La del 40 constitucional ahora mencionará que no se aceptará intervenciones, intromisiones o cualquier otro acto desde el extranjero que sea lesivo de la integridad, independencia y soberanía de la nación, tales como golpes de estado, injerencia en elecciones o la violación del territorio mexicano, sea esta por tierra, agua, mar o espacio aéreo. ¡Mándenle una copia Donald Trump, quien, si ya se pasa por el arco del triunfo la normatividad constitucional de su país, imagínese lo que hará con nuestra Carta Magna tan intocada por los cuatroteros! * * * Por hoy es todo. Reciba usted mi reconocimiento por haber leído este texto. Como siempre, también, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!
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