José Luis Parra
La polémica entrevista realizada por el periodista regio Ramón Alberto Garza al abogado internacionalista Eddie Varón Levy, en el programa Código Magenta, abre una ventana inquietante sobre dos de los mayores desafíos que enfrenta México: La reforma judicial y la renegociación del tratado de libre comercio, el T-MEC entre México, Estados Unidos y Canadá.
Hoy abordamos la segunda parte de esa comentada entrevista a Varón Levy, abogado que litiga en México y Estados Unidos, pero que llama la atención por sus múltiples contactos de alto nivel en Washington, lo que lo convierte en un hombre cercano al poder gabacho.
Este personaje desliza: La reforma judicial –que se presenta como una necesidad imperante para modernizar el sistema de justicia– y la renegociación del tratado de libre comercio, en el que se han incluido condiciones que reflejan la influencia directa de Estados Unidos, nos deben poner a reflexionar.
Según Varón Levy, la reforma, tal y como se ha propuesto, carece de mecanismos esenciales para garantizar la verdadera independencia judicial. La ausencia de medidas como la participación de jurados, por ejemplo, pone en entredicho la legitimidad del sistema. Esta crítica va más allá de una mera observación técnica: Se trata de una advertencia sobre cómo un sistema judicial debilitado puede erosionar la confianza ciudadana y, a la larga, afectar la estabilidad política.
Expone: El componente internacional resulta igualmente preocupante. Durante la renegociación del tratado, se impusieron tres aspectos fundamentales –anticorrupción, independencia judicial y derechos laborales– que, en esencia, exigen un cambio profundo en la manera de hacer justicia en México. La presión de Washington no es discreta. Se traduce en un escenario en el que, de no implementarse reformas genuinas y estructurales, el tratado podría verse amenazado o incluso quedar en entredicho. La posibilidad de que la influencia estadounidense logre invalidar el acuerdo comercial es, en definitiva, un reflejo de las asimetrías existentes en la relación bilateral, en las que las condiciones impuestas se convierten en una herramienta de poder.
La situación descrita por Varón Levy invita a una reflexión urgente. Mientras algunos sectores defienden la necesidad de una reforma judicial que se adecúe a las exigencias internacionales, la forma en que se está llevando a cabo parece más un simulacro –un “show” de modernización– que una transformación profunda.
Esta coyuntura pone en evidencia que la verdadera independencia judicial no se consigue con ajustes superficiales ni con la mera adopción de cláusulas foráneas, sino mediante un compromiso serio con la justicia y la transparencia.
Al mismo tiempo, ceder ante presiones externas sin fortalecer las instituciones internas puede conducir a una pérdida de soberanía que, irónicamente, socava el argumento mismo de la reforma.
En última instancia, México se encuentra en la encrucijada de decidir entre mantener su autonomía o adaptar su sistema a estándares externos que podrían no responder a las realidades propias del país.
La entrevista de Código Magenta es, pues, una llamada a repensar la estrategia: Es imprescindible que la reforma judicial se formule de manera que proteja los derechos y garantías fundamentales, sin que ello implique someterse a demandas que pongan en riesgo acuerdos comerciales vitales como el TMEC. El futuro de la justicia y del comercio en México dependerá de la capacidad para equilibrar las exigencias internacionales con el imperativo de preservar la soberanía nacional.