* La doctora Sheinbaum Pardo sabe, a ciencia y paciencia, lo que los mexicanos y Donald Trump esperamos de ella: la destrucción de la posibilidad de edificar un narco-Estado. Para ello debe actuar conforme lo exige su mandato constitucional, obedecer la ley y olvidarse de sus lealtades personales, pues lo que se anticipa, de continuar así, es un fracaso en la elección judicial y la pérdida del poder
* Recién convertido en sujeto de las ocho columnas, en tema de chismes y habladurías sobre el origen de su fortuna, mayor a la del otro mil millonario, Ricardo Benjamín Salinas Pliego, el señor Slim Helú concitó mi simpatía; hoy lo veo incapaz de mostrarse generoso con esos empleados suyos que con el sudor de su frente lo hicieron mil millonario. El único que recibe su mochada es Francisco Hernández Juárez
Gregorio Ortega Molina
La doctora Sheinbaum Pardo eligió, hasta el momento, defender su lealtad para quien la sentó en la silla del águila, e hizo a un lado su juramento y mandato constitucional. Lo que suceda al México bueno y sabio la tiene sin cuidado.
Imposible saber lo que la presidenta de esta nación tiene en mente para reconstruirse en el futuro inmediato -si desea trascender en la historia-, como difícil determinar las consecuencias reales de los aranceles sobre los mexicanos cuya única defensa legal es la autoridad, y su escudo económico son los programas de bienestar. ¿Cuánto tiempo necesitan los de la tercera edad, las mujeres, las familias, para sentir la insuficiencia de lo que les depositan para llevar comida a la mesa? Los votos salen por la ventana por la que entra el hambre.
La doctora Sheinbaum Pardo sabe, a ciencia y paciencia, lo que los mexicanos y Donald Trump esperamos de ella: la destrucción de la posibilidad de edificar un narco-Estado. Para ello debe actuar conforme lo exige su mandato constitucional, obedecer la ley y olvidarse de sus lealtades personales, pues lo que se anticipa, de continuar así, es un fracaso en la elección judicial y la pérdida del poder.
A estas alturas ella sabe lo que sus gobernados y el dueño transitorio del Salón Oval esperamos, pero puede decidirse a continuar con una actitud como la de Carlos Slim: primero su seguridad, y que el mundo ruede.
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El verdadero Carlos Slim
Visitar Oaxaca sin acudir a los monumentos históricos restaurados gracias a la filantropía de Alfredo Harp Helú, o desconociendo las motivaciones de Isabel Grañén Porrúa para rescatar el arte y la dignidad de los oaxaqueños, es negarse a aceptar que hay mexicanos generosos, que tienen empatía con el país que los vio nacer, que respetan el concepto de patria.
En algún momento supuse que Carlos Slim Helú procedería de manera similar a su primo, y así parecía, pero es un disfraz, él favorece el arte y la cultura para fortalecer sus nexos políticos y “crearse” la imagen de un hombre generoso y solidario con la nación y los trabajadores de sus empresas que contribuyeron al crecimiento de su mil millonaria fortuna.
El museo, el acuario, son negocios que le retribuyen dinero y le dan imagen, nada que ver con el empeño de restaurar San Jerónimo Tlacochahuaya, ex convento que hoy es un paraíso para los ojos. Tras su ejemplo alguien restauró el interior del templo de la Purísima Concepción, del barrio de Tlacopac. Es un ensueño.
Recién convertido en sujeto de las ocho columnas, en tema de chismes y habladurías sobre el origen de su fortuna, mayor a la del otro mil millonario, Ricardo Benjamín Salinas Pliego, el señor Slim Helú concitó mi simpatía, misma que se ha perdido porque él mismo se ha empeñado en que muchos mexicanos desconfiemos de sus intenciones, pues como buen “creso” lo único que parece importarle es el sonido de la caja registradora, y no la calidad de los servicios que dan sus empresas, como Telmex u Sanborns.
Para confirmar su manera de pensar, su deseo de servir al poder, apoya la política del gobierno, pero advierte que no es momento de una reforma fiscal, porque cualquier acción en ese sentido, exigiría una mayor retribución de sus ingresos al fisco, para verse generoso con el México bueno y sabio, aunque a lo peor tiene razón, pues dado el resultado de la 4T en la administración de los recursos fiscales y su complicidad con los corruptos, quizá veamos con más complacencia que él se quede con su dinero, aunque no proceda como su primo Alfredo.
Hoy lo veo incapaz de mostrarse generoso con esos empleados suyos que con el sudor de su frente lo hicieron mil millonario. El único que recibe su mochada es Francisco Hernández Juárez.
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@OrtegaGregorio