LOS CAPITALES
Por EDGAR GONZALEZ MARTINEZ
La tensión creciente entre política monetaria está enmarcada por la incertidumbre comercial y, peor aún, en medio de una creciente presión geopolítica. Es, sin duda, la “tormenta perfecta” para llegar a una recesión inducida y la dislocación de las instituciones macroeconómicas.
No hay duda que las fricciones arancelarias están alterando la hoja de ruta de la Reserva Federal, mientras el escenario político se enrarece con amenazas explícitas contra la autoridad monetaria y temores de recesión. A nivel global, los bancos centrales en Asia y Europa comienzan a evaluar los riesgos sistémicos de esta guerra comercial, mientras los mercados reaccionan con extrema sensibilidad a cada titular.
Precisamente, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha reconocido públicamente la creciente tensión entre los objetivos duales del banco central ye el nuevo entorno de aranceles. En palabras de Powell, “podríamos encontrarnos en un escenario difícil en el que nuestros objetivos de doble mandato entren en tensión”, destacando que los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump podrían inducir simultáneamente un aumento en la inflación y una desaceleración del crecimiento. Particularmente, mencionó las interrupciones en la cadena de suministro global, especialmente en el sector automotriz, como un canal directo para una presión inflacionaria prolongada. Ante este panorama, Powell subrayó que la Fed “esperará mayor claridad” antes de proceder con cualquier ajuste en las tasas de interés.
La reacción del mandatario estadounidense no se hizo esperar. Trump ha arremetido con dureza contra Powell, insinuando de forma directa su destitución. En una serie de mensajes en redes sociales, afirmó que “el despido de Powell es inminente”, intensificando así el conflicto institucional. Informes cercanos a la administración confirman que Trump ha discutido en privado durante meses la posibilidad de reemplazar al presidente de la Fed, con el exgobernador Kevin Warsh perfilado como su potencial sucesor. Las repercusiones de este enfrentamiento se dejaron sentir de inmediato en los mercados: el índice DXY del dólar estadounidense registró una brecha bajista significativa durante la sesión asiática del lunes. El euro superó los 1.1450 dólares, el yen alcanzó máximos desde septiembre y el dólar cayó frente a sus principales pares, generando un panorama técnico desfavorable para los alcistas del billete verde.
Las advertencias no provienen solo del presidente de la Fed. El presidente del Banco de la Reserva Federal de Chicago, Austan Goolsbee, también advirtió que los datos económicos recientes, aunque sólidos, podrían estar distorsionados por “compras preventivas” por parte de las empresas, que buscan adelantarse al impacto de los aranceles. Según Goolsbee, esta acumulación podría durar entre 60 y 90 días, generando un pico artificial de actividad que, posteriormente, se desplomaría hacia el verano.
Goldman Sachs ha profundizado el análisis, alertando que los aranceles, si bien elevan la inflación inicialmente, eventualmente resultan en deflación al contraer la demanda. El economista jefe Jan Hatzius reiteró que la deflación siempre precede a la recesión, respaldando sus afirmaciones con datos históricos, incluida la curva de rendimiento de 2019, que ya sugería recesión antes de la pandemia. La firma prevé un escenario base de tres recortes consecutivos de 25 puntos básicos por parte del FOMC a partir de junio, pero si se materializa una recesión, podrían implementarse recortes de hasta 200 puntos básicos en el próximo año.
La visión más alarmante fue presentada por Torsten Slok, quien propuso el concepto de una “Recesión Voluntaria de Reinicio Comercial” (VTRR), señalando que los aranceles extremos impuestos de manera abrupta afectarán gravemente a las pequeñas empresas, que representan más del 80 % del empleo y gasto de capital en Estados Unidos. Según Slok, muchas de estas compañías no tienen el capital de trabajo necesario para afrontar los nuevos impuestos, lo que resultará en barcos varados, cancelación masiva de pedidos, y quiebras de negocios familiares.
Mientras tanto, en el frente corporativo, el 30 % del S&P 500 por peso reportará resultados esta semana, incluyendo 29 compañías con capitalización superior a los $100 mil millones. Se anticipa alta sensibilidad del mercado, especialmente tras el comienzo de la temporada de recompra de acciones, reactivada tras el cierre del periodo impositivo, lo que debería inducir flujos positivos de fondos hacia el equity.
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