Anahí García Jáquez
Un hombre está enamorado de Sumire, su mejor amiga, pero ella de él, no, pues sólo piensa en su sueño de ser escritora y en Myú, a quien conoce en una boda y de quien se ha enamorado. Es así como se ha creado un triángulo amoroso.
Sputnik, mi amor es un trabajo del reconocido escritor japonés Haruki Murakami, quien nos presenta a su protagonista, un profesor de primaria conocido como K que nos narra esta historia y por momentos lo hace de forma epistolar. Él es amigo de Sumire a pesar de ser diametralmente opuestos: K es común y corriente, casi gris, mientras que Sumire es rebelde y poco convencional. Eso cambia el día que conoce a Myú, una mujer coreana quien además es casada, pero ello no le importa a Sumire, pues por primera vez en su vida experimenta el amor. Es así como acepta una propuesta de trabajo de Myú y se va a Grecia, donde viven plenamente su idilio mientras que K se queda en Japón, usando su tiempo en relaciones con mujeres que no le satisfacen. Un día, K recibe una llamada de Myú, donde le informa que Sumire ha desaparecido, por lo que el profesor hará todo lo que esté a su alcance para encontrarla.
El tema recurrente en este texto es el amor: está el que K siente por Sumire, que no es correspondido y a ratos duele, lo cual lo lleva a sentir una profunda infelicidad y una soledad que no se quita con nada. Tenemos el amor que Sumire siente por Myú, que provoca en ella una transformación radical, no sólo en su forma de vestir y de conducirse, sino que hace que deje su tierra y todo lo demás para ir tras esta mujer. Se nos habla del poder de la atracción física y del deseo, así como lo que ocasiona la llegada a nuestra vida de esa persona especial que nos rompe todos los esquemas. Pero, si de algo quiere hablar el autor, es de sentirse incompleto por no tener a alguien, lo cual hace que andemos en una búsqueda perpetua del amor, tratando de ejercer ese derecho de amar y ser amado.
El título de este texto no es ninguna casualidad, puesto que Sputnik es un satélite, lo que significa que está destinado a recorrer el espacio siempre alrededor de algo, pero jamás se estará cerca de ese objeto, y mucho menos será posible tocar tierra, por lo que simboliza esa falta de contacto con la realidad, quedándose todos esos sentimientos flotando, sin ser correspondidos. Así también, se aborda la búsqueda de la identidad, que en este caso pareciera que es determinada por la persona amada y que se puede cambiar a placer, pero que una vez que esa persona se va, no nos queda nada, más que la interrogante de quiénes somos en realidad, además de la imposibilidad de amar a alguien como se merece por la incapacidad de entender sus sentimientos.
Sputnik, mi amor es un texto con un lenguaje que explica de manera sencilla las complejidades de las relaciones interpersonales dentro de una atmósfera onírica, ya que el autor nos lleva al plano de los mundos paralelos, donde todo lo imposible puede ser posible y someterse a modificaciones, creando la realidad deseada. Con una prosa muy cuidada, el autor nos recuerda esa imperiosa necesidad que tienen los seres humanos de verse reflejados en otros y establecer una conexión real con ellos, además de ser aceptados, queridos y deseados por alguien más, por muy difícil que parezca. El lector se sumergirá en esta lectura que a ratos le parecerá surreal, pero no por ello menos fascinante, y hará que despegue un poco los pies de esta tierra.
Sputnik, mi amor. Haruki Murakami. 1999. Editorial Tusquets.