Juan Luis Parra
Lo de ayer en el Senado fue una escena digna de archivo histórico, pero no por su grandeza, sino por su tufo autoritario.
Lo que sucedió no tiene precedentes: un ciudadano, forzado a disculparse públicamente con Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, ante cámaras, senadores, medios y facilitadores de la FGR.
En su portal, SonoraPresente.com no nos andamos con rodeos. Lo dijimos claro: esto huele a Mao.
Nunca está de más recordar que el fascismo, ese insulto que los morenistas lanzan a cualquiera que los critique, nació y se aplicó desde la izquierda. Lo irónico es que acusan a otros de lo mismo que ellos hacen: usar el poder para callar y someter.
Un linchamiento institucional con toda la parafernalia del poder. Ante este atropello, los periodistas alineados están calladitos. No se vayan a incomodar los patrones.
Puede salir caro el silencio cómplice, camaradas.
Carlos Velázquez, ciudadano de a pie, cometió el imperdonable pecado de increpar al intocable Noroña en un aeropuerto. Ocho meses después, y como si viviéramos en Pekín bajo la Revolución, fue arrastrado al Senado para un acto de penitencia pública. En voz temblorosa, leyó su arrepentimiento. Un guión a la Mao, con Noroña.
Las “struggle sessions”, eran ceremonias públicas organizadas por el Partido Comunista Chino para humillar, someter y “reeducar” a los enemigos del régimen. El objetivo era claro: quebrar al individuo, imponer la ideología, reforzar el control. Y sí, eso fue exactamente lo que vimos en el Senado mexicano.
A la Mao, versión 4T.
El bully de la política nacional, ese que ha hecho carrera insultando y descalificando a quien le lleva la contraria, resultó tener la piel más delgada que el papel arroz. Noroña, el eterno porro, necesitó al aparato del Estado para vengarse de un ciudadano.
El uso de la Fiscalía, del Senado, de los medios públicos, para una vendetta personal, deja claro cuál es el camino que Morena quiere seguir: el del adoctrinamiento por la fuerza, la obediencia por el miedo.
La justicia se vuelve teatro, y el ciudadano, actor.
Y como si estuviese cronometrado, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, paseando en China con su esposa, feliz de ser recibido por el mismísimo Partido Comunista.
¿Coincidencia?
Mientras un ciudadano mexicano es humillado a la Mao aquí, allá nuestros representantes se codean con los herederos directos de esa misma doctrina.
Domesticando la disidencia en casa y aprendiendo del manual original en Beijing.
La 4T no busca igualdad ni justicia, busca sumisión.
No quiere ciudadanos críticos, quiere súbditos arrepentidos.
Hoy fue Carlos. Mañana puede ser cualquiera.
¿Y tú, ya ensayaste tu disculpa?