Cicuta
Jaime Flores Martínez
Viernes 6 de junio del 2025.-Dedicada desde su discurso inaugural a proyectar firmeza y autonomía, la presidenta de México Claudia Sheinbaum Pardo está en una realidad totalmente distinta.
Mientras decía una cosa, pasa otra totalmente distinta.
¡En las calles del país se cuenta otra historia!
A casi 8 meses de iniciado su mandato, la presidenta ha enfrentado presiones extraordinarias, especialmente la ejercida recientemente por los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Habrá que subrayar que ningún actor político sería capaz de presionar con tanta fuerza como lo hicieron los miembros de la CNTE.
Y es que la CNTE apoyó a Sheinbaum para que llegara a la presidencia y su exigencia es que ahora les cumpla lo que les prometió.
La relación Sheinbaum-CNTE que hasta hace unas semanas lucía sólida, se volvió una batalla caótica, donde los maestros la empujan hacia el fondo del callejón.
Alguien debe señalar que detrás de esta presión, se asoma una sombra aún más inquietante: la de Andrés Manuel López Obrador (a través de su hijo Andy o de la jefa de gobierno capitalino Clara Brugada)
Si acaso alguien no lo recuerda, en la campaña presidencial la CNTE fue mucho más que un simple grupo sindical. La CNTE fue un aliado de peso.
En estados como Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán, los bastiones tradicionales del magisterio disidente, los maestros no solo movilizaron votos, también operaron territorialmente; ayudaron en la promoción del voto y facilitaron la estructura paralela que sostuvo parte del aparato electoral de Morena.
En su lógica, se trataba de una inversión: apoyo político hoy, recompensas mañana. La victoria de Sheinbaum era en buena medida, también su triunfo.
Sin embargo, esa inversión hasta hoy no ha rendido frutos a esos maestros.
Ellos exigen la abrogación total de la reforma educativa, el incremento salarial por encima de la inflación (quieren el 100 por ciento de aumento) además de la reinstalación de miles de docentes cesados en gobiernos pasados.
Decidieron tomar las calles, endurecieron su estrategia: bloquearon el aeropuerto, hicieron plantones en el Zócalo y paralizaron vías clave de comunicación.
La CNTE no negocia, exige y lo hace con la fuerza de quien se siente con derecho a cobrar lo que considera una deuda política.
El analista Leo Zuckermann fue directo al señalar que los maestros presionan para cobrarle la factura a Sheinbaum.
Y no es la única voz que lo dice. En corrillos políticos y espacios de opinión, toma fuerza una versión más inquietante: detrás de la radicalización de la CNTE se encuentra López Obrador.
El presidente saliente habría alentado, si no directamente las movilizaciones, sí el descontento que las anima. La razón es una sola: Claudia Sheinbaum dejó de obedecerle.
Durante la campaña, Sheinbaum repitió una y otra vez que gobernaría con continuidad, que su proyecto sería la continuación del obradorismo pero ya como presidenta electa, comenzó a trazar una ruta propia. Designó a personajes que no responden a Palacio Nacional, sugirió que ciertas políticas sociales se revisarán y dejó claro que su prioridad será el crecimiento con responsabilidad fiscal. En otras palabras, comenzó a marcar distancia y eso para un líder que nunca toleró la autonomía dentro de su movimiento, resulta intolerable.
Las presiones de la CNTE, vistas bajo esta luz, se transforman en algo más que una disputa gremial. Se vuelven un recordatorio de que Sheinbaum no solo hereda el poder, también hereda los hilos ocultos que se mueven en el fondo del sistema político que AMLO edificó durante seis años.
El expresidente no se irá en silencio. Tampoco permitirá que el legado que cree suyo quede en manos de alguien que pretende reinterpretarlo.
Lo más peligroso para Sheinbaum no es que los maestros cierren calles; es que lo hagan con el respaldo tácito o explícito del líder político más popular del país.
La CNTE, históricamente insumisa, ha aprendido a moverse con inteligencia política.
Si hoy presiona con fuerza, es porque sabe que está en el momento justo para imponer condiciones.
Sheinbaum enfrenta así su primera gran prueba. Debe decidir si cede ante la CNTE y paga la factura completa, lo que abriría la puerta a nuevas presiones de otros grupos; o si rompe con el legado de clientelismo y enfrentamiento que caracterizó al lopezobradorismo, lo que la pondría en una ruta de colisión directa con su antecesor.
Nadie dijo que el poder sería cómodo pero lo que está claro es que, a 8 meses de iniciado su mandato Claudia Sheinbaum ya enfrenta la tensión entre gobernar o complacer.
Lo que haga frente a los maestros marcará el tono de su sexenio y definirá si puede ser algo más que la sombra de un líder que aún no se resigna a dejar el escenario.
Positivo
Qué bueno que la Secretaría del Bienestar en Baja California arrancará en breve una campaña de atención médica domiciliaria para adultos mayores y personas con discapacidades.
Muchas de estas personas no tienen los medios ni los recursos para desplazarse.
Un ejército de médicos y enfermeras los atenderán en su domicilio.
Detalles en breve.
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