Por: José Alberto Sánchez Nava
“En el cielo, como en la tierra, la vida no puede depender del olvido de un burócrata: la seguridad aérea no es opcional, es una obligación que no admite negligencia.”
- El incidente en el aire: un roce con la tragedia
El pasado 4 de junio de 2025, a las 07:00 h, un avión Boeing 737 MAX-8 de Aeroméxico, identificado como vuelo AM1046, despegó del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México con destino a Oaxaca. Todo parecía transcurrir con normalidad hasta que, al alcanzar los 15,500 pies de altitud, el comandante reportó por radio lo impensable:
“¡Tenemos paracaidistas a la vista… casi les pegamos!”
Frente al aparato civil, surgieron figuras humanas descendiendo en paracaídas. El piloto realizó una maniobra evasiva de ascenso, evitando por escasos segundos una tragedia. Los paracaidistas pertenecían a la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), lanzados desde la aeronave militar FAM-3201 tipo CASA C295, en una práctica de salto operativo sobre el Valle de México.
- ¿Cómo es posible que una maniobra militar y un vuelo comercial coincidieran en el mismo cielo?
La explicación es tan simple como escalofriante: un NOTAM no fue leído por quien debía leerlo.
III. ¿Qué es un NOTAM y por qué importa?
Los NOTAM (Notice to Air Missions) son avisos formales que notifican a pilotos y controladores sobre condiciones especiales, restricciones o peligros temporales en el espacio aéreo. En este caso, el aviso B0854/25 advertía con claridad la realización de saltos militares en un área próxima a la ruta de salida TEVOS3A, utilizada precisamente por el AM1046.
Pero el sistema falló:
- El NOTAM fue emitido, sí.
- El NOTAM no fue transmitido a los controladores de salida del AICM, lo cual constituye una negligencia técnica y operativa.
- Todo indica que la información quedó “olvidada en el escritorio de un jefe” en SENEAM (Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano).
- El reparto de culpas: ¿quién se hace responsable?
- Aeroméxico y su tripulación:
Actuaron conforme a protocolo. No se les notificó ningún NOTAM que afectara su ruta. El piloto, al visualizar a los paracaidistas, avisó a la torre y realizó una maniobra evasiva sin pérdida de control ni pasajeros afectados. Profesionalismo puro.
- Fuerza Aérea Mexicana (FAM):
La operación militar estaba debidamente notificada y autorizada. El salto se ejecutó dentro del espacio y tiempo delimitado en el NOTAM. En este punto, la responsabilidad no recae en los militares.
- SENEAM:
Aquí radica el verdadero problema. La omisión en el proceso de distribución del NOTAM —por descuido, descoordinación o negligencia— dejó a los controladores aéreos sin la información crítica para proteger el tráfico civil. Error fatal que no ocurrió por suerte.
- AFAC (Agencia Federal de Aviación Civil):
Es quien debe supervisar que todo NOTAM no solo se publique, sino que se difunda, registre y confirme a los operadores. La omisión de SENEAM también es su omisión, en tanto no existan mecanismos auditables de verificación efectiva.
- ¿Qué se debe hacer para que esto no vuelva a pasar?
Este caso no puede archivarse bajo la cómoda etiqueta de “incidente cerrado”. Deben emitirse:
- Sanciones claras
Contra el responsable directo del fallo en la cadena de transmisión del NOTAM. ¿Quién era el jefe que dejó la hoja sobre el escritorio?
- Informe público de la AFAC
Los ciudadanos merecen saber cómo se puso en riesgo una aeronave civil con decenas de pasajeros y qué medidas se tomarán. El ocultamiento de fallos sistémicos mata más que el error humano.
- Reformas en el flujo de comunicación operativa
El sistema de emisión de NOTAM debe incluir:
- Confirmación multicanal (correo, sistema digital, alerta en consola).
- Registro de recepción firmado por los controladores a cargo.
- Verificación cruzada entre mandos.
- Entrenamiento coordinado
Las fuerzas armadas, el personal de SENEAM y las aerolíneas deben realizar simulacros conjuntos para entender los riesgos cruzados entre vuelos militares y civiles.
- Reflexión final: entre la burocracia y la muerte
El sistema aeronáutico mexicano tiene capacidad, talento y rigor técnico. Pero también carga con los vicios de la administración pública: información que no llega, jefes que no firman, controladores que no son informados. Y esa mezcla es combustible puro para una tragedia.
Ese 4 de junio, el piloto del AM1046 evitó un accidente. Pero el sistema no lo protegió.
La próxima vez, ¿tendremos la misma suerte?
VII. Fuentes oficiales y el interés público del caso
Este artículo se basa en información procedente de fuentes abiertas, oficiales y verificables:
- Flightradar24: plataforma global de seguimiento de vuelos en tiempo real, donde se registra el trayecto del vuelo AM1046 (Aeroméxico) y la aeronave militar FAM-3201 (C295).
- NOTAM B0854/25: aviso emitido por la autoridad aeronáutica mexicana en el que se advertía la realización de maniobras militares de paracaidismo en espacio aéreo cercano a la ruta TEVOS3A. Documento consultable en el portal de SENEAM y bases de datos de navegación internacional.
- Declaraciones de tripulantes del AM1046: reproducidas por medios nacionales como El Financiero, Milenio y El Universal, que dieron cobertura al incidente.
- Registros públicos de AFAC y SENEAM: que muestran los procedimientos para la emisión, difusión y recepción de NOTAMs en operaciones mixtas (civiles-militares).
VIII. ¿Por qué es de interés público?
La transparencia en temas de seguridad aérea no solo es un derecho de los pasajeros, sino una obligación institucional bajo los principios del Reglamento de Aviación Civil, la Ley Federal de Transparencia y los estándares de la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional).
Cuando una operación mal coordinada entre autoridades pone en riesgo vidas humanas en espacio aéreo controlado, no puede ni debe ser manejada en secreto. Informar a la ciudadanía:
- No es un acto doloso.
- No busca crear alarma, sino exigir mejoras operativas.
- No busca desprestigiar instituciones, sino fortalecerlas a través del escrutinio democrático.
Quienes abordan un avión tienen el derecho a saber si alguien no hizo su trabajo. Y los periodistas, el deber de contarlo.
Posdata: El cielo no perdona errores administrativos.