México tiene un orgulloso pasado asociado a su aviación militar. El cual, se cuenta a partir de que el presidente Madero fue el primer Jefe de Estado en el orbe en tripular un aeroplano, hecho que si bien es cierto, no fue una acción bélica, si dio paso a la presencia de aeronaves militares surcando los cielos mexicanos. Aunque en honor a la verdad, previamente el Ejército Federal incursionó en el uso de dirigibles y aeroplanos para tareas de reconocimiento. Bien dicen los historiadores, que la Revolución Mexicana se hizo a caballo y en tren, pero también se combatió en el mar y en el aire. Particularmente el Ejército Constitucionalista fue pie veterano para la Fuerza Aérea Mexicana.
El bautismo de fuego de la aviación militar en México, se dió el 15 de abril de 1914, cuando el biplano “Sonora” del Cuerpo de Ejército del Noroeste, unidad al mando del general Álvaro Obregón y tripulado por el Capitan Gustavo Salinas Camiña, atacó con éxito al cañonero “Guerrero” de la marina de guerra federal, frente a las costas de Topolobampo en Sonora. Esta acción es considerada uno de los primeros bombardeos aeronavales de la historia. Salinas Camiña, fue a su vez cuñado del Primer Jefe Don Venustiano Carranza, el primer Divisionario que tuvo la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) y agregado militar en Francia, Reino Unido y Bélgica. Un mes después del ataque al “Guerrero”, el histórico puerto de Mazatlán, Sinaloa también fue bombardeado por el “Sonora”
Al coahuilense Salinas Camiña, siguieron avezados aviadores y acciones que forjaron a la FAM como valioso componente de las Fuerzas Armadas Mexicanas. El Ejército Constitucionalista organizó una flotilla aérea que combatió a las fuerzas convencionistas, y el Primer Jefe no sólo decretó el Arma de Aviación en México, sino que la industria militar mexicana, también creada por Carranza, comenzó a fabricar aeronaves. Entre los destacados aviadores mexicanos se contaron a Alberto Salinas Carranza, Alfonso Virgen Meza, Francisco Sarabia, Pablo Sidar nacido en España, Carlos Rovirosa, los hermanos Aldasoro Suárez y Horacio Ruiz Gaviño. A ellos se unieron también, instructores extranjeros, particularmente veteranos de la Primera Guerra Mundial.
La naciente Fuerza Aérea Mexicana combatió las rebeliones posteriores a 1920, su participación fue decisiva para vencer a Delahuertistas, Cristeros, Escobaristas y a Saturnino Cedillo. Durante los combates contra los Escobaristas en los ardientes desiertos del norte, los rebeldes contaron con enormes depósitos de agua, los cuales además de los pertrechos de guerra les garantizaban poder resistir a las tropas leales. De cualquier modo, jamás previeron con que las aeronaves de la FAM, bombardearían los depósitos de agua, comprometiendo así, la posición de los alzados y sellando su derrota.
Sin embargo, el momento estelar de la FAM, se dió durante la Segunda Guerra Mundial, cuando México se unió al esfuerzo bélico aliado y se conformó la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana (FAEM) que con el mítico Escuadrón de Pelea 201 equipado con cazas P-47 Thunderbolts combatieron en el frente del Pacifico aportando una cuota de sangre a la liberación de las Filipinas, tan históricamente ligadas a México.
Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, no fueron fáciles para la FAM que formó parte, como lo es hasta el día de hoy, de la Secretaría de la Defensa Nacional. Con mucha dificultad se modernizó y actualizó, de aquellos años, se recuerdan a los Havilland Vampires y a los icónicos T-33. Incluso durante el sexenio del presidente Ruiz Cortines, se barajó la idea de crear una Secretaría del Aire, misma que no prosperó ante el poder civil. El amago del conflicto con Guatemala en 1958, dejó claro que México no podía tener una Fuerza Aérea obsoleta.
Ya para fines de siglo, la FAM adquirió los entrenadores Pilatus PC-7 de fabricación suiza y en 1982, un escuadrón de 12 reactores F-5. El alzamiento de los mal llamados Zapatistas en 1994, quienes pretendieron por medio de las armas derrocar al Estado Mexicano, mostró la capacidad de reacción del Ejército Mexicano, en horas, las tropas redujeron a los rebeldes y recuperaron el territorio. Se dieron hechos heroicos, como aquel en que la guardia en prevención de la XXXI Zona Militar en Rancho Nuevo, mantuvo a raya a cientos de milicianos que a lo largo de 10 horas, no pudieron tomar el cuartel. También la FAM se destacó y con los antiguos Pilatus ametrallaron a las columnas rebeldes.
Hoy la FAM, es una fuerza armada, profesional, adiestrada, capacitada y robustecida con valores y virtudes militares. El Colegio del Aire es sin duda alguna, un orgullo nacional. Los aviadores mexicanos, desplegados por todo el territorio nacional, a sus labores cotidianas, añaden el auxilio a la población civil en un país donde los desastres naturales nunca dan tregua, a ello se suma el combate a la delincuencia organizada. Cuentan con equipo excepcional en su ala rotativa así como aeronaves como los Texans que han sucedido a los Pilatus o los Transportes Tácticos españoles “Casa”. Sin embargo no son suficientes, el desgaste es constante.
Un país como México no puede no tener una fuerza de reactores, actualmente los F-5 en funcionamiento no llegan a 5. Lo mismo cuenta para la aviación naval, sobre todo tomando en consideración que tenemos más territorio en mar que en tierra. La FAM hace mucho con poco, pero tampoco es recomendable estirar la liga. México merece una fuerza aérea de cara al siglo XXI, saldar la histórica asignatura con la FAM no solo es una necesidad apremiante o un reconocimiento a nuestros aviadores, sino particularmente significará consolidar un México soberano.