Anahí García Jáquez
Masafer Yatta es una comunidad compuesta por un conjunto de villas habitadas por palestinos que están siendo obligados a irse. En medio de todo ello, surge una amistad por demás improbable: la de Basel, un activista palestino y Yuval, un periodista israelí. No Other Land es un documental coproducido por Palestina y Noruega que, de entrada, es un trabajo en equipo, pues ha sido dirigido por 4 personas: el abogado y periodista Basel Adra y el agricultor y fotógrafo Hamdan Ballal, ambos de origen palestino; y el periodista investigador Yuval Abraham y la directora de fotografía Rachel Szor, los dos de origen israelí, siendo parte todos ellos de un colectivo de activistas.
Estos personajes se juntaron para realizar este trabajo que tomó 4 años para su filmación (2019-2023) y cuya trama se ubica en Cisjordania, más en específico, en donde se encuentra la comunidad de Masafer Yatta, declarada por los israelíes con una orden de la corte como un campo de tiro desde los años 80´s, en la parte sur de la Franja de Gaza. Es ahí donde se ha llevado a cabo un desplazamiento forzado de la población de manera gradual y Basel lleva tiempo documentándolo. En plena lucha es que se hace amigo de Yuval, quien está dispuesto a ayudarlo en lo que sea necesario.
El espectador conoce a Basel, su vida y su familia, más en específico, a su padre Nasser, un activista de esta misma causa, quien le sembró ese deseo por cambiar su entorno. Basel es quien guía al espectador por este microcosmos por demás convulso donde el sufrimiento se respira, pues los habitantes de Masafer Yatta viven en medio de la pérdida y conviven con la incertidumbre, puesto que enfrentan la destrucción de sus posesiones y la amenaza de la ocupación israelí, quienes los tratan como ciudadanos de segunda clase.
Basel se rebela ante esto y sus palabras encuentran eco en Yuval, quien trata de comprenderlo ejerciendo la empatía necesaria, pero que, al final, sus circunstancias de vida terminan siendo muy diferentes a las de su amigo, pero eso sí, pone al servicio de esta causa su vocación de periodista y su conciencia de esta situación para alzar la voz. Sus conversaciones que suelen ir de lo trivial a lo profundo le dan un toque importante de realismo y nos sirven para mostrarnos a dos seres humanos, como cualquier otro, que se ven en una situación por demás extraordinaria de la que no pueden escapar y que, al mismo tiempo, no distraen sus mentes de lo cotidiano, pues ahí les tocó vivir.
Estamos frente a un caso muy especial: un ejercicio cinematográfico en forma de documental que es a la vez un poderosísimo testimonio de lo que en estos momentos está aconteciendo en ese rincón del mundo, y quienes lo están viviendo en carne propia mandan este grito de auxilio para quienes los quieran escuchar. En los 95 minutos de duración de este trabajo, se palpa la devastación sufrida por este pueblo, su miedo de que un día cualquiera alguien llegue y acabe con lo poco o mucho que tienen así que, aunque no es ficción, también podría ser un filme de horror.
Es imposible no conmoverse con la gente de Palestina quienes se encuentran indefensos ante el poderío de Israel, y su única arma son las cámaras de sus celulares, con las que graban las atrocidades cometidas por el ejército israelí, quien no cesa en su empeño de desocupar ese territorio y que destruye todo a su paso, tanto las construcciones viejas como los intentos por reconstruir las ruinas. Pero también hay rastros de humanidad en escenas tales como niños jugando con la nieve o en columpios hechizos, como muestra de que la inocencia aún no se ha perdido, y que es por ellos que vale la pena seguir adelante, y prueba de ello son esas partes en las que vemos y escuchamos a los pobladores de Masafer Yatta, quienes intentan sobrevivir pensando siempre en qué harán y cómo lo harán, llevando sus esfuerzos a niveles importantes.
Desde el punto de vista técnico, No Other Land es un trabajo muy bien manufacturado ya que, a través de su hilo conductor, que es la amistad de estos hombres, es capaz de incorporar esta historia al discurso que nos quiere dar, además de que el uso por momentos de la cámara en mano, sobre todo cuando se dan las expulsiones, hacen sentir al espectador que en verdad está ahí, por lo que todo aquello que se nos quiere decir está más que respaldado con imágenes que impactan y transmiten el mensaje que se requiere. Jamás intenta manipular, pues no pretende forzar al espectador a que empatice con el pueblo palestino, sino que, más bien, apela a la condición humana de quien vea este documental, como si nos estuviese diciendo “quien tenga ojos, que vea”.
Y, por otro lado, no hay entrevistas con algún miembro del ejército israelí, pero somos testigos de su obra y se hacen presentes de muchas formas a lo largo del documental. Debido a la reactivación de las hostilidades que se dio entre ambos pueblos a partir de octubre de 2023, el público en general está más que familiarizado, si no es que empapado, con el contexto de este conflicto, por lo que la asimilación de la información se dará de forma más natural, como quizá no se hubiese dado de haberse estrenado este trabajo años atrás. Su hora y media de duración hace que sea por demás conciso, lo cual el espectador termina agradeciendo.
Este documental ha hecho mucho ruido (que es de imaginarse que esa siempre fue su intención) desde principios de 2024, pues empezó un tour por los festivales de cine más importantes del orbe, donde se empezaron a acumular los reconocimientos y la crítica descubrió este filme que empezó a incluirse en los listados de lo mejor del año pasado. Fue justo en uno de ellos, el Festival de Cine de Berlín, donde fue su estreno y donde ganó dos galardones dentro de su categoría. De ahí recorrió el mundo hasta hacerse de una nominación al premio de la Academia, alzándose con el Oscar 2025 al Mejor Documental… pero sin la distribución en salas de cine garantizada en los Estados Unidos, no así en otros países, incluyendo México donde sí se exhibió, por lo que las sospechas de censura flotan en el aire. La crítica de las autoridades de ambos países se ha hecho presente, pues se inconformaron y alegan difamación de parte de los creadores tildando este trabajo como propaganda.
Pero No Other Land ha seguido generando información, pues semanas después de la entrega de los premios Oscar, el palestino Hamdan Ballal, uno de sus directores, fue agredido y posteriormente secuestrado por unos colones israelíes. Su desaparición fue ampliamente difundida y su liberación fue celebrada pero, mientras ello sucedía, la comunidad artística alrededor del mundo y más en específico, miembros de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas exigieron que este organismo, que días antes lo reconoció como realizador, tomara una postura y se manifestara a su favor, pues esto significaba que los directores de cine corren un grave riesgo al intentar realizar su trabajo.
Sobra decir que su petición no fue escuchada y, desafortunadamente, el tiempo les está dando la razón ya que, a mediados del pasado mes de abril, la artista y fotoperiodista de origen palestino Fatma Hassona falleció víctima de un bombardeo por parte de fuerzas israelíes que atacaron directamente su casa en Gaza. Ella protagoniza el documental Pon tu alma en tu mano y camina, que fue estrenado en el pasado Festival de Cine de Cannes y en donde ella estaría presente para la premiere. Fatma recibió un homenaje por parte de la presidenta del jurado, Juliette Binoche, quien unió su voz a la de más de 380 personalidades del mundo del cine, quienes denunciaron el lamentable hecho.
Es así como No Other Land ha puesto el reflector en un conflicto que lleva ya demasiado tiempo y al cual no se le vislumbra un final inmediato. La forma en que lo hace no es oportunista, sino más bien oportuna y su intención es que todo aquel que aún no ha alcanzado a dimensionar que las verdaderas víctimas son las personas de a pie, lo vaya haciendo de una vez por todas.
No Other Land. Basel Adra, Hamdan Ballal, Yuval Abraham, Rachel Szor. 2024. Palestina/Noruega. Yabayay Media/Antipode Films.
