NO PASA NADA
Por: Jesús Solano Lira
A pesar de los esfuerzos que realiza el gobierno federal contra el narcotráfico, porque los estatales y municipales están sometidos por el crimen organizado, México se mantiene en todos los mapas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) sobre los principales flujos de enervantes a nivel global.
Durante el presente sexenio, de acuerdo con el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar Gracía Harfuch, de octubre de 2024 al 22 de junio, se han incautado 178 toneladas de droga, más de tres millones de pastillas de fentanilo, se decomisaron 41 toneladas de cocaína, más las 3.5 toneladas del viernes pasado, y se han desmantelado 1, 150 laboratorios de mentafetaminas en 21 estados, además del decomiso de un millón de litros de percusores químicos.
Aún cuando están haciendo su chamba, y se confirma que la fallida estrategía del sexenio pasado de “Abrazos, no balazos” sirvió para dos cosas, para nada y para lo mismo, de acuerdo con el informe de la UNODC, México tiene una marcada presencia, ya se sea como país de origen, de tránsito o de recepción de diversas sustancias ilícitas.
El informe señala que el mercado global de opiáceos está marcado por la caída de la producción de opio en Afganistán, que se redujo un 93 por ciento desde 2022, por lo que México comenzó a despegar como uno motor de drogas derivadas a escala global. Para los cárteles de la droga no hay limites y extienden sus tentáculos a donde puedan hacer daño.
Aunado a ello, la inestabilidad global ha intensificados los retos para analizar y tomar acciones contundentes contra el fenómeno mundial de las drogas, que dicho sea de paso ha empoderado a los grupos de la delincuencia organizada e incrementando el consumo de drogas a niveles históricamente altos.
Sin duda, prueba de ello es que los grupos delictivos dedicados al tráfico de drogas tienen un enorme poder de adaptación, explotan criisis y tienen en la mira a poblaciones en situación de vulnerabilidad, y aquí en México, no es la excepción, y se constanta en poblaciones marginadas de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán, así como de Tamaulipas, Veracruz y Tabasco, además del centro del país.
Ante esta situación, la directora Ejecutiva de UNODC, Ghada Wall, se ha pronuncido por invertir en prevención y abordar las causas raíz del tráfico de drogas en todas las etapas la cadena de suministro.
Para Ghana Wall es urgente reforzar las respuestas, aprovechar la tecnología, fortalecer la cooperación transfronteriza, proporcionar medios de vida alternativos y tomar acciones desde la justicia para combatir a los responsables que impulsan las redes ilícitas del tráfico de drogas, todo lo que dejo de hacer la administración pasada y que, considero, será un trabajo muy arduo para el gabinete de seguridad en el actual sexenio, por los niveles de desconfianza que hay hacia México desde el extranjero.
El informe destaca, y aquí México debe tomar muy en cuenta la recomendación, que solo mediante un enfoque coordinado e integral, podemos desmantelar a las organizaciones criminales, reforzar la seguridad global y proteger a nuestras comunidades.
Las cifras que se dieron a conocer en el informe de la semana pasada son más que impresionantes, y ahí le van. En 2023, cerca de 316 millones de personas consumieron alguna droga (excluidos el alcohol y el tabaco); es decir 6% de la población entre 15 y 65 años, frente a 5.2% de la población en 2013.
Además, con 244 millones de usuarios, el cannabis continúa siendo la droga más utilizada, seguido de los opioides (61 millones), las anfetaminas (30.7 millones), la cocaína (25 millones) y el éxtasis (21 millones).
El informe advierte que los nuevos grupos de personas en situación de vulnerabilidad que huyen de la inestabilidad y el conflicto podrían hacer que estas cifras incrementen considerablemente.
Uno de las graves consecuencias del tráfico ilícito de drogas, es el enorme costo social, por no atender los trastornos vinculados con el uso excesivo de drogas, que con datos de 2021, señalan que ocasionaron casi 500 mil muertes, además de que se perdieron 28 millones de años de vida saludable por discapacidad y muertes prematuras.
Lo más lamentable es la falta de tratamientos para rehabilitación, y se calcula, con datos de 2023, que solo una de cada 12 personas recibió algún tipo de ayuda médica especializada, para superar su adicción.