Luis Farías Mackey
Se gobierna hacia el futuro, el pasado es algo ingobernable.
Y tal es la piedra de Sísifo de Claudia Sheimbaum, empujar un pasado sin futuro posible.
La presidente no vende futuro, pretende vendernos un pasado que ya compramos, que seguimos pagando y que nunca surtió sus efectos, sólo sus defectos.
Difícil, si no que imposible su tarea.
El pasado no se puede vender, nadie compra un plato acabado o, peor, dejado a un lado por podrido; nadie compra los desechos de una bacanal, nadie una lápida rota.
El pasado no se vende, se refiere como un haber, pertenencia, identidad y comunalidad; puede ser timbre de orgullo y blasón de casa, aunque también vergüenza y dolor, pero nunca causa, objeto ni destino.
Las generaciones alemanas de la segunda postguerra no tuvieron un pasado con el cual identificarse, porque sus mayores jamás les hablaron de su pasado nazi, hayan o no congeniado con él. Pronto habrá de suceder lo mismo con la post4T, pero en vía de mientras, cuanto más pretende Claudia vendernos un pasado glorioso, el presente la desmiente con implacable escarnio.
Y ese es su mayor problema: ser la cancerbera de un pasado, no la hacedora de futuros. Lo suyo es cuidar la entrada de la cueva del tesoro de la 4T, que ni a tesoro llega, para donde nadie pueda mover una partícula de polvo de eso que llaman “legado”.
El pasado es un hecho, no un hacer, es pirámide, tótem, jeroglífico, no tarea.
Sí, el pasado es común, nos pese lo que nos pese, pero el futuro es de quién lo construya y puede ser de todos sin rijosidades, odios ni estigmas, y eso es lo único que tiene vedado Sheinbaum y así, por más que se esfuerce, no puede entusiasmar a nadie. Tiene la banda, el boato, la mañanera, Palacio, las giras, el control, las camionetas, pero el hacer futuro le está vedado, porque ya todo se construyó, se logró, se hizo. Hacer algo nuevo, diferente, disrruptivo, sería negar al Mesías y sus enseñanzas.
El pasado puede enorgullecer, pero no concita a la acción por una razón: ya está hecho. Y por ello ni los de casa la pelan.
Presidir es primar, ir adelante, guiar, abrir camino, horadar el futuro, pero es lo único que Sheinbaum tiene prohibido. Pude destruir, reinar, despotricar, hacer acrobacias y vender cuentas verdes de cristal, pero no crear, no liderear.
Su presidencia es en negativo: prohibido tiene comenzar algo nuevo y diferente, ser ella misma, ser auténtica. Su presidir es un no ser.