Anahí García Jáquez
En un pueblo bucólico de la campiña francesa vive una pequeña familia compuesta por una pareja y su bebé de apenas unos meses. Por fuera todo se ve idílico, pero en realidad, la esposa y madre de esta familia lleva un infierno en su interior.
Matate, amor es un trabajo de la escritora argentina Ariana Harwicz, quien echa mano de la voz de su protagonista (aunque en ocasiones se alterna la narración con la de otros personajes) para contar esta historia. Dicha mujer, de la cual jamás sabremos su nombre así como tampoco los de los otros personajes, es de origen argentino pero vive en Francia, en este pueblo que por momentos parece alejado de la civilización. Su mundo se reduce a su marido y su hijo y unos cuantos vecinos. También hay un bosque con su respectiva fauna silvestre, paisaje de fondo que contribuye a crear esta postal de cuento de hadas que sólo lo es en papel, pues esta joven mujer, que cuenta con estudios pero que se dedica al hogar, es todo menos feliz.
Desde las primeras líneas se nos advierte que la protagonista probablemente esté pasando por una depresión postparto o algún desorden de índole emocional (bipolaridad, por ejemplo), y es por ello que experimenta emociones y sentimientos muy particulares. Y es ahí donde la autora, además de presentar este cuadro, le lanza varias preguntas al lector: ¿qué sucede cuando aquello que debería representar la realización de un ser humano le trae solamente desdichas?, ¿por qué lo que para unos es la cumbre de la felicidad, para otros no?, ¿por qué la vida familiar no es para todos?
Una vez que nos presentan a esta joven, comenzamos a conocer su mundo interior a través de una especie de monólogo, y nos encontramos que está poblado de pensamientos destructivos e ideas descabelladas, pero que dentro de sí mismos contienen una importante carga de reflexión y de crítica acerca de temas trascendentales tales como el concepto tradicional de familia y matrimonio, la maternidad y lo que sucede cuando ésta no es deseada y la soledad en la que a muchas les toca maternar, el aislamiento producto de vivir en un país ajeno, la vida en pareja y el calvario en el que se convierte cuando no hay el suficiente amor, el instinto maternal y lo que conlleva el no tener la más mínima pizca de él, los juicios de valor que las mujeres ejercen sobre sí mismas al sentir que hay algo mal en ellas.
En verdad este texto logra transmitir la asfixia que esta mujer siente, pues se ve a sí misma atrapada no sólo dentro de ese pueblo o de su familia, sino dentro de su mente, la cual es como un caballo desbocado que corre a mil por hora sin control alguno, llevándola a lugares verdaderamente oscuros donde desea, maquina y padece, todo al mismo tiempo.
Matate, amor es de esos textos que no dan tregua y su estructura colabora mucho para ello, pues está escrito en bloques grandes con escasos cortes y su ritmo es por demás frenético y vertiginoso, casi sin dar respiros que va en crescendo conforme avanza hasta el final, el cual llega rápido pues es una novela con pocas páginas cuyos capítulos son cortos.
Es probable que haya quienes se sientan identificados con esta mujer a la que la vida le pesa como si fuese una losa, pues le es imposible conectar con su esposo y con su bebé, y que está sumergida en un profundo desencanto ya que la vida que está viviendo no le place ni le llena y, para colmo, está en este bosque que, por muy vasto y abierto que sea, es capaz de ahogarla como si estuviese en el fondo del mar.
Matate, amor. Ariana Harwicz. 2012. Editorial Dharma Books.