Juan Luis Parra
Altos funcionarios del gobierno español, uno exministro y el otro su operador más cercano, fueron captados en audios discutiendo abiertamente qué prostitutas contratar para una noche de “servicio público”. La crisis desatada no es solo moral. Es política, estructural y arrastra consigo al presidente del país, quien, entre disculpas públicas y maniobras internas, intenta contener un incendio que ya le quema los cimientos.
“Ariatna y Carlota y a tomar por culo”, se escucha decir entre risas en una grabación filtrada por la Guardia Civil. La élite que se decía feminista, progresista y ética, organizando fiestas privadas depravadas con dinero público mientras redacta leyes contra el machismo. ¿No les recuerda a cierto partido mexicano?
Pero el problema no se queda en la verborrea cínica institucional. El verdadero desmadre es cómo ese mismo gobierno, a través del partido Podemos, desvió 308 mil euros del presupuesto público para financiar, desde la sombra, la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador en 2018.
Sí, dinero de los contribuyentes españoles terminó en Morena. Canalizado mediante contratos ficticios, empresas fachada como Neurona, y prestanombres mexicanos. Todo para beneficiar a su partido hermano, el mismo partido del hoy expresidente López Obrador. Y por supuesto, no fue por convicción ideológica: fue una inversión.
Hoy, en 2025, esa deuda se está pagando. Pablo Iglesias, exvicepresidente de España y fundador del partido Podemos, llegó a México con infraestructura de primer nivel para lanzar su canal propagandístico Canal Red América Latina. Oficinas en la capital, cámaras nuevas, concesión de radio y acceso privilegiado al poder morenista. ¿Quién financia eso? ¿Con qué recursos? Con los nuestros seguramente.
No hay que ir muy lejos para entenderlo. Iglesias no viene como periodista ni como académico. Viene como cobrador. Y tal vez, como reemplazo. Porque Jesús Ramírez Cuevas, el actual vocero presidencial, ya no da una. La narrativa se le desmorona, y su falta de eficacia para blindar a Claudia Sheinbaum lo ha dejado expuesto. No es lo mismo proteger a AMLO, quien tenía un teflón único, que sostener el peso muerto de su sucesora.
Y si recordamos, hay rumores crecientes de que Ramírez Cuevas estaría siendo investigado por autoridades estadounidenses como posible cerebro detrás de las protestas violentas que sacudieron Los Ángeles hace unas semanas. Si eso se fuese verdad, su caída es cuestión de tiempo y por eso se estaría invirtiendo en un nuevo propagandista.
En ese contexto, Iglesias aterriza como relevo natural. El viejo amigo, del viejo continente que les ayudó a llegar al poder. El mismo que usó dinero europeo para empujar la “transformación” mexicana. Ahora viene a reclamar su lugar en la maquinaria oficial.
Las campañas se pagan. Y las facturas, tarde o temprano, se cobran.