* “Si la eternidad nos convierte en lo que realmente somos, entonces el suicidio es el último motor para llevar a cabo esa transformación… Lamento que las circunstancias me impidan decir nada más, pero de lo que no se puede hablar hay que callar”. Las conferencias matutinas y las declaraciones de los testigos colaboradores desmienten cualquier propuesta de sensatez para trascenderse
Gregorio Ortega Molina
¿Cuántos infundios, verdades a medias o insidias propicias para desacreditar y dividir, son soltadas durante las conferencias matutinas? Muy poco de lo dicho desde la titularidad del Ejecutivo tiene sustento, menos las cifras de los supuestos éxitos, ya no digamos la reiterada promesa de ser como Dinamarca, o el combate a la violencia y la desaparición.
Las posibilidades de que México consolide su proyecto de nación, de que quienes gobiernan honren su mandato constitucional, y los gobernados cuenten con el cumplimiento de salud, educación, seguridad, salario digno, son demolidas reiteradamente por los dichos y actitudes de quienes mandan. El epítome de mi aserto tiene nombre y apellido: Gerardo Fernández Noroña, AMLO, Sheinbaum Pardo, y día a día contribuyen a disminuir la dignidad de los gobernados, ya no digamos sus oportunidades de vida.
¿Angustiarse por lo que puedan decir, o ya dijeron, Ovidio Guzmán e Ismael El Mayo Zambada? Lo que haga Donald Trump de esa información obtenida a cambio de beneficios, dependerá de cómo proceda la doctora Sheinbaum Pardo con lo que sabe y supo con antelación. La balanza de su trascendencia humana y política estará determinada en una decisión: ¿primero la lealtad a toda prueba, o su mandato constitucional?
El dilema es político, dista mucho de ser emocional. La titular del poder Ejecutivo no puede dar a Donald Trump el trato dispensado a Carlos Imaz. Tiene que dejar constancia de su preferencia por los mexicanos, sus gobernados, por encima de la ayuda dada gratuitamente a Cuba, Venezuela, Nicaragua… ¿gobierna para una ilusión transnacional o para su patria y República?
La doctora Sheinbaum Pardo y su magister y antecesor, además de los corifeos de ambos, deben leer la “confesión” última y que sirve de colofón a Una investigación filosófica, donde Philip Kerr pone en boca de su protagonista lo que parece meditado y escrito para reflexión de nuestros dos últimos mandatarios:
“No hay nada que no pueda ser solucionado mediante el asesinato, el dinero o el suicidio. He matado a un apostólico número de víctimas. Y dispongo de montones de dinero. Con lo cual sólo me queda la tercera solución. Ningún problema.
“Si, como dijo Malraux, la muerte transforma la vida en destino, entonces el suicidio convierte al destino en una elección personal. En el gran juego de bridge que es la vida, es la última carta que a uno le queda por jugar.
“Por supuesto el suicidio afecta la percepción global de una vida como ninguna otra muerte. Los accidentes automovilísticos o aéreos, las muertes súbitas de bebés, las ejecuciones, e incluso los asesinatos, no son nada comparados con el suicidio. Si la eternidad nos convierte en lo que realmente somos, entonces el suicidio es el último motor para llevar a cabo esa transformación.
“… Lamento que las circunstancias me impidan decir nada más, pero de lo que no se puede hablar hay que callar”.
Las conferencias matutinas y las declaraciones de los testigos colaboradores desmienten cualquier propuesta de sensatez para trascenderse.
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