Rodolfo Villarreal Ríos
Estamos ciertos de que las seis palabras primeras del titular podrían hacer que nos preguntemos y ¿Quién de la $-T lo dijo? Sin embargo, eso no es factible que suceda en nuestros días en dónde todo marcha sobre ruedas y los niveles de crecimiento económico dan para saltar de júbilo y restregar a los pesimistas que sus pronósticos fueron erróneos. Alcanzar un incremento del 0.2 por ciento en el PIB es como para darle vuelo a las campanas de la Catedral Metropolitana. Así que, tranquilos dubitativos del ahora, esos vocablos entrecomillados tienen su historia, misma que compartiremos con usted, lector amable.
Mientras nos dedicábamos a reordenar nuestra hemeroteca pequeña, nos encontramos los volúmenes que guardan un buen número de noticias y artículos publicados en los diarios mexicanos durante 1978. Tras de revisar el correspondiente al mes de octubre, topamos con una nota bajo el titulo arriba mencionado. Ésta apareció, en El Universal, el sábado 14 de octubre de dicho año.
Eran los tiempos en que ya se avizoraba que el problema futuro que tendría México sería “como administrar la abundancia”. En ese contexto, el presidente José López Portillo y Pacheco habló “ante aproximadamente 500 asistentes a la décimo novena Conferencia Anual de Editores y Publicistas de la Agencia Informativa “United Press International”, que se efectúa en Coronado, California [quienes seguramente avizoraban todo lo bueno que vendría] y esta tarde se trasladaron a Tijuana y estuvieron presentes en el Club House del Hipódromo de Agua Caliente donde escucharon durante treinta minutos al presidente López Portillo dar una verdadera catedra sobre la situación económica, política y social de México”. Ni quien pueda negar que don José era buenísimo para el verbo.
Como confirmación de lo anterior, “dijo que estamos viviendo la hora cero con muchos problemas, muchos de ellos fundamentalmente significados por nuestra relación con Estados Unidos”. Al respecto, precisó que son “problemas que tenemos muy delimitados y que conocen tanto ustedes -los editores y publicistas de la UPI- como nosotros; que se han tratado en el pasado en forma desordenada buscando resolver lo muy urgente y lo muy grave, olvidándose de lo importante”.
A diferencia de los de ahora, bastante limitados de entendederas que con trabajos hilan un par de frases con sentido, debemos de reconocer que en eso de los retorcimientos oratorios ni quien le ganara a nuestros políticos del ayer. Pero retornemos a las palabras del presidente de entonces quien afirmaba: “Hemos propuesto al régimen del presidente Carter y lo ha aceptado afortunadamente, el que tratemos nuestros problemas en un gran paquete, en el que se pongan en su lugar esos problemas, sus raíces y su significado; nuestros problemas migratorios, los de política general, en una sola concepción que los iluminen, porque si los seguimos tratando aisladamente, nunca los resolveremos”.
Como se puede observar, lo de que le “tiramos línea” a los estadunidenses es cosa de siempre. Y eso que aún no llegaba el zapateado que el presidente López Portillo bailó encima del presidente Carter aquel 14 de febrero de 1979, algo que estuvo muy alejado de cualquier muestra de amor o amistad. Cara, muy cara, nos saldría la balandronada.
En el contexto de aconsejar lo que debe de realizarse, le lanzaron, sin mucha velocidad, una recta al otrora solicitante de “llámenme Pepe” quien con la majagua lista procedió a conectarla “cuando se le preguntó… ¿en que forma puede Estados Unidos ayudar a resolver los problemas en nuestro país…?” Su contestación fue: “Mediante el reconocimiento de un orden económico internacional que incluya aspectos monetarios, comerciales y financieros. Un trato equitativo y considerado”. De pronto, pareció como si el espíritu de su compañero de andanzas juveniles, el presidente don Luis, se hubiese apoderado de la escena.
Pero, inmediatamente, dejamos los desvaríos a un lado ya que los aires del neoliberalismo soplaron al escucharse que “es necesario organizar razonablemente el intercambio con lapsos suficientemente largos como para garantizarnos la relación de intercambio…pugnó por evitar sorpresas aduaneras, cambios de política, cambios de reglas de juego que con frecuencia hacen fracasar nuestros esfuerzos de exportación”. Dado que el escenario era todo suyo, el otrora catedrático universitario continuó desplegando sus recetas.
En ese entorno, dijo: “Con mucha frecuencia… se escucha en Estados Unidos su voluntad de ayudarnos en el financiamiento, sin pensar en que el financiamiento no es suficiente; el financiamiento no es un fin, sino un medio. Lo que importa, dijo JLP, es el intercambio”. Al leer éste y el párrafo anterior, no pudimos sustraernos a recordar lo que vendría después, el TLCAN (NAFTA)-TEMEC (USMCA). Por ello, ni quien pueda objetar la verdad de sus palabras, el problema es lo que se puede ofrecer y lo que el otro necesita.
Don José “al hablar a nombre de 63 millones de mexicanos [la mitad de los que ahora somos] dijo “que México como los países en desarrollo, no está en la tabla de prioridades de los países poderosos. No estamos en la tabla ni de las prioridades ni del respeto…”. Pero eso, acorde con la situación de aquellos días podría terminarse. Total, soñar era gratuito.
Y allá se fue, cuando “precisó que hacia 1980, México alcanzará una plataforma de producción petrolera, que, por primera vez en su historia moderna, le permitirá tener excedentes en su balanza”. Y como lo dijera al inicio de su mandato, una de las preocupaciones fundamentales del presidente López Portillo giraba en torno a cómo los mexicanos habríamos de “administrar la abundancia”, en 1978, se preguntaba: “¿Qué hacer con esos recursos [los petroleros]?” Es nuestro problema. Lo peor que nos podría pasar sería que, por no tener destino para esos recursos, tuviéramos que convertirnos en un país importador de capital, porqué el subdesarrollo es, de alguna manera, falta de proyectos”. Pero no era el momento de dudas.
Acto seguido, afirmó: “México no es un país en quiebra. Tiene hombres que saben trabajar, capaces de plantear sus problemas, capaces de resolverlos con sus recursos económicos, capaces de mantener su independencia política y económica, sin hostilidades, ni exclusivismos”.
Una vez establecido lo anterior, “…él mismo se preguntó: ¿Qué es lo que ha significado el petróleo para nosotros? Y repuso: Las reservas crecieron tan apresuradamente que nos llevaron necesariamente a concebir el impacto del excedente que iba a generar el petróleo en la balanza de intercambio de nuestra propia economía y en nuestra sociedad”. Trepado en el vuelo onírico, procedió a responderse.
“Significaba –agregó JLP- en muy pocas palabras, la primera gran oportunidad de México de auto determinarse financieramente y el grave riesgo que esto significaba. La calidad de los problemas ha variado, pero la responsabilidad histórica se ha aumentado”. Por ello, “buscamos organizar a nuestra sociedad en los próximos años, de modo tal que genere proyectos que aprovechen mucha mano de obra y que se financien con los recursos petroleros calculados, de tal manera que nos permitan aprovechar los otros recursos naturales y humanos que tenemos y que ahora no pueden ser aprovechados porque estamos en la trampa financiera del subdesarrollo”.
Para salir de ese atraso, uno de los proyectos concebido fue la construcción del gasoducto Cactus-Reynosa y de ahí a los EUA. Respecto a ello, el presidente López Portillo “dijo: Con base en convenios entre Pemex y empresas privadas de Estados Unidos, hemos tomado nuestra decisión y ejecutándolos desde luego con todos los riesgos económicos y políticos que esto significaba… Unos cuantos meses después sentimos la oposición del gobierno de Estados Unidos y lo que desconcertó todavía mucho más: el Eximbank de Estados Unidos nos retiró su financiamiento. En alguna ocasión he afirmado –agregó JLP- que me dejaron colgado de la brocha. Eso, añadió, se lo dije al señor [Edmund Gerald “Jerry”] Brown, [Jr.], gobernador de California.”
Lo anterior eran asuntos anecdóticos, don José reafirmó que “el gasoducto ya está muy avanzado –se concluirá el próximo año- y en este momento ya tiene destino la más importante producción de gas del Sureste y recalcó: ahora tenemos mucho menos gas porque lo vamos a aprovechar. No es que no queramos venderlo: es que ya no tenemos que venderles, salvo las ventas tradicionales de petróleo o de sus productos que demande Estados Unidos; porque seguimos concurriendo al mercado petrolero, vendiendo a quien nos compre a los precios del mercado que convenga a las partes”. Con respecto al gasoducto aún quedaban cosas por suceder.
Ensabanados en el lábaro patrio los herederos del tatismo, antecedente de la $-T que hoy padecemos, Cuauhtémoc, Heberto y otros miembros de esa parvada, se opusieron a que el gasoducto se conectara a los EUA porque al hacerlo habría de lastimarse la soberanía nacional, era preferible que se continuara quemando en la región del sureste. Al final, lograron su objetivo. Con respecto a las ventas a los precios del mercado, años más tarde, el presidente López Portillo olvidaría que México era un jugador más y no el que determinaba dichos precios. Por ello, la crisis se nos vino encima.
Muy lejos quedaría aquello de que “México no se halla en quiebra”. En cambio, resultaría premonitoria su afirmación: “tenemos 20 o 30 años para organizar a nuestro país de modo tal que pueda llegar al próximo siglo como una sociedad de pleno empleo. Eso o el fracaso nacional; o eso o la condena humillante de ser un país de braceros”.
Y, pues sí, en 1978, México no era un país en quiebra y hasta llegamos a creer que nuestro problema mayor era aprender a manejar la abundancia. Sin embargo, durante los años subsecuentes, una y otra vez habríamos de caer y levantarnos hasta encontramos hoy en un bache que cada día se hace más profundo. Tuvimos la oportunidad de consolidar una economía sólida, pero la incapacidad de los integrantes de la clase política gobernante, el exceso de hombres de negocios y la carencia de empresarios impidieron sacar provecho de las oportunidades que se nos presentaron. Hoy, como sucedía en 1978, “México no se halla en quiebra”, pero… vimarisch53@hotmail.com
Añadido (25.31.107) ¿Por qué será que, en México, todos los medios de comunicación han dedicado espacios ínfimos, o de plano ignorado, al escándalo que ha desatado en los EUA la desclasificación de documentos en los cuales se expone que la intervención de Rusia y Putin en las elecciones presidenciales de 2016 no fue sino una patraña urdida por los asociados Obama-Clinton-Soros- mininos a su servicio (Brennan, Comey y demás)? Perdón, se nos olvidaba que los informadores de aquí abrevan en las fuentes “confiables” que son The New York Times-The Washington Post-CNN-NBC-MSNBC-ABC-CBS-NPR, y dado que estas han evitado dar importancia al tema, pues aquí no ha sido difundido. Ante esta actitud, como nos hemos acordado de aquella figura que acompañaba, hace muchos ayeres, los anuncios de la RCA Victor.
Añadido (25.31.108) No es de extrañarse el enojo del francesito antisemítico, de apellido Macron, quien mostró su furia ante el acuerdo tarifario que logró la Unión Europea con los Estados Unidos de América. ¿Cuándo acabarán de entender los lidercitos franceses que después de la Primera Guerra Mundial no pasan de ser actores de reparto?
Añadido (25.31.109) Que no se disminuyeran las tarifas ya impuestas previamente, eso que importa. Lo trascendente es que, nuevamente, las armas nacionales se han cubierto de gloria. ¿Quién puede negar que eso haya sucedido cuando nuestros estrategas de la negociación lograron retrasar por un lapso de noventa días la entrada en vigor de los aranceles del treinta por ciento? ¿Será que pidieron esa prórroga para poder cumplir con la petición establecida? O ¿Acaso es que la política de patear el bote ha llegado para quedarse como estrategia de gobierno?
Añadido (25.31.110) Como una muestra de que las cifras sobre la economía mexicana son ciertas, y vuela para boyante, al salir de una de esas tiendas de conveniencia que abundan por todos lados, nos encontramos tirada en el piso una moneda de a peso. Eso, tenía décadas de que no nos sucedía, ¿será un síntoma de lo que viene y, por ello, la gente ya no se toma la molestia de recoger los dineros que se le caen?