Astrolabio Político
Por: Luis Ramírez Baqueiro
“La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra podemos morir una vez; en política, muchas veces”. – Winston Churchill.
Decía el ilustre tuxpeño Jesús Reyes Heroles que en política no existen las casualidades, y hoy más que nunca esa frase resuena con fuerza. Tuxpan, la ciudad que vio nacer al político más destacado de Veracruz en los últimos 50 años, se convirtió en escenario de una tragedia que parece tener un trasfondo más oscuro de lo que aparenta.
Un motín en el penal local dejó al menos siete muertos y once heridos, víctimas del fuego, la asfixia y la barbarie provocada por los propios reos.
Este lamentable hecho no puede ser visto como un accidente aislado.
La coincidencia temporal y geográfica es, por decir lo menos, perturbadora: mientras se desarrollaban los hechos violentos en el penal, Jorge Álvarez Máynez, dirigente nacional de Movimiento Ciudadano (MC), recorría la zona norte del estado encabezando una presunta “mega marcha” en defensa del voto, bajo el argumento de impugnaciones en procesos electorales locales, como el de Poza Rica.
Pero más allá del discurso democrático, lo que se ha ido revelando sobre Movimiento Ciudadano y sus vínculos con personajes ligados a grupos delictivos no deja espacio para la ingenuidad. Las denuncias y señalamientos sobre los nexos entre ese partido y estructuras criminales son tan evidentes como el sol y la luna. No es casual que se intente posicionar un discurso de agravio electoral justo en territorios marcados por la violencia y el control de actores al margen de la ley.
En este contexto, la postura de la gobernadora Rocío Nahle García cobra especial relevancia. Desde el inicio de su gestión ha dejado claro que no habrá colaboración con autoridades municipales con antecedentes delictivos o señalamientos graves. Su gobierno apuesta por recuperar la paz, garantizar el orden y cerrar la puerta a quienes buscan corromper el tejido institucional desde los poderes locales.
Pretender que estos hechos son mera coincidencia es no querer ver el fondo del problema. Los que buscan “las chiches a las culebras”, como dice el dicho popular, intentan confundir a la ciudadanía con narrativas amañadas. Pero los veracruzanos no son ingenuos.
Si se llegara a confirmar una conexión entre los hechos violentos en Tuxpan y la presencia de actores políticos con intereses turbios en la región, estaríamos frente a un atentado directo contra las instituciones democráticas. Y eso, más que una casualidad, sería una señal de alarma que el país entero no puede ignorar.
Al tiempo.
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