Cicuta
Jaime Flores Martínez
Miércoles 6 de agosto del 2025.- Cobijado por las sombras de algún palacio virreinal, el expresidente de Mexico Andrés Manuel López Obrador está más vapuleado que Fabiruchis la madrugada del 31 de octubre del 2007.
Y aunque López Obrador mantiene atentos a muchísimos medios de comunicación por su herencia política y por los destrozos que provocó a su paso por la presidencia de México, la realidad es inocultable.
Los evidentes vínculos del gobierno con el narcotráfico y los magnos escándalos de los saqueos a Segalmex y los sobreprecios de Dos Bocas y el Tren Maya (que han llevado los reflectores), muy pocos se han detenido a observar el desmantelamiento del Programa Prospera, que funcionó hasta inicios del gobierno de AMLO.
“Prospera” era aparentemente un programa integral con el máximo objetivo de erradicar la pobreza y apoyar económicamente a los más vulnerables.
Sin embargo, el 31 de mayo del 2019, López Obrador reemplazó Prospera por Becas Benito Juárez, al asegurar que se afinaría la atención a los sectores vulnerables.
Lejos de darse lo anterior, quedó claro que esos apoyos económicos hicieron muy poco por los pobres y beneficiaron principalmente al presidente López Obrador y a su séquito.
¡El país fue arrastrado a un abismo económico de altísimo riesgo!
No hay duda que se destruyó una política social reconocida mundialmente, pues el programa Prospera condicionaba a los beneficiarios cumplir con requisitos de educación y salud a cambio de apoyo.
¡Al carajo con esos condicionamientos!
Al reemplazarse este programa, se habilitó un sistema de dádivas sin condiciones y —desde ese momento— fue interpretado como una estrategia de reclutamiento de clientelismo político.
Hasta los más ingenuos entendieron que el objetivo no era sacar a la gente de la pobreza, sino mantenerla pobre.
Y es que ese nuevo sistema de dádivas fue descrito como una “maquinaria clientelar” y más que una reforma social, fue como “una siniestra estrategia de control masivo”.
Aunque no debe agradar a los aplaudidores de AMLO, el oriundo de Macuspana se dedicó a manipular y se olvidó de gobernar.
López Obrador utilizó el dinero público para manipular, adoctrinar y corromper a millones de mexicanos y lo peor es que se resisten a abrir los ojos.
Ya en el pasado Cicuta refirió que sin duda AMLO habilitó las estrategias adecuadas para él, producto de una larguísima observancia.
Se convenció que mantener “pobres a los pobres” era la mejor forma de hacerse multimillonario y al mismo tiempo sostener su movimiento político que en este caso se llama MORENA.
También Cicuta reitera que, en los comicios presidenciales del 2018, el sufragio personal fue en apoyo a López Obrador, aunque la desilusión llegó al transcurrir los primeros meses de su gobierno.
Convencido que a muchos no les gustará, el columnista considera que la actual política social no es una herramienta de justicia social sino un mecanismo de chantaje electoral sostenido con fondos públicos.
También hay que señalar que el endeudamiento del país es clara consecuencia de las prácticas de dádivas y eso es visible para el mundo, pero “invisible” para muchos mexicanos especialmente los beneficiarios de las migajas.
Hay quien dice: “no me importa que el país quede endeudado” ¿Y que lo paguen sus hijos y nietos?
Allá ellos, responde.
Cicuta señala: Hasta eso midió López Obrador.
Cierto
Muchísima razón tiene el periodista Horacio Molina, quien el pasado lunes refirió que el diputado bajacaliforniano Jorge Ramos Hernández utiliza distractores para justificar su labor.
Y es que Ramos propondrá una iniciativa para criminalizar el secuestro o robo de mascotas.
Si bien los animales de compañía tienen su peso específico en el afecto del ser humano, el señor diputado Ramos deja de lado casos gravísimos como la violencia, los secuestros, robos y la lentitud en los procesos legales.
Jorge Ramos es presidente de la Comisión de Seguridad Pública en la Cámara de Diputados de Baja California y antepone los derechos de los perros a los de los ciudadanos.
Qué cosa.
Positivo
Qué bueno que los escándalos políticos que frecuentemente ocurren en México, descobijan las reales acciones de personajes que se santiguan frente a la gente y practican la “roqueseñal” a su espalda.
El caso más mediático es el caso del senador morenista Adán Augusto López Hernández, quien al parecer está metido hasta el cogote con el grupo criminal la Barredora.
Más resalta que hace un par de días trascendió que el patán líder nacional del PRI Alejandro Moreno “Alito” es cómplice de Adán Augusto.
Ahora Alito “truena” contra Adán porque está en desgracia.
Tan sucia está Juana como Chana (o Juan como Chano), para que Cicuta no sea denunciado por violencia política en razón de género.
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