Por José Alberto Sánchez Nava
“En la confianza del banco reposa la certeza del cliente, pero en su error… la justicia se pone creativa.”
1. Introducción: Un depósito inesperado y un dilema legal
Imagina abrir tu app bancaria una mañana, café en mano, y descubrir que en tu cuenta ya no hay solo para pagar la luz… sino un saldo capaz de comprar un departamento, un coche y hasta una isla (bueno, una isla pequeña). ¿Es un regalo del destino, un milagro de tu ángel de la guarda o la trampa más elegante de la justicia?
Esto fue lo que le pasó a Verónica Acosta, en Argentina, que esperaba una pensión provincial de apenas 8 mil pesos… y recibió 510 millones. Sí, millones. El tipo de cifra que te hace revisar tres veces el número de cuenta y cuatro veces tu presión arterial.
Pero la historia, como toda buena trama legal, terminó con abogados, fiscales, titulares en la prensa… y un veredicto reciente: fue exonerada penalmente. Y aquí es donde entra la pregunta universal: ¿quién paga por los errores del banco, el cliente o la institución?
2. El caso: Cuando el banco se equivoca… a lo grande
Todo comenzó el 6 de mayo de 2025 en Villa Mercedes, San Luis, Argentina. Un error administrativo hizo que 510 millones de pesos aterrizaran en la cuenta de Acosta. Ella, como cualquiera que pensara que la vida le sonreía, dispuso de parte de ese dinero: compró cosas, envió ayuda a familiares y, en general, vivió dos días como millonaria.
Hasta que llegó la policía. Fue detenida junto a cinco familiares, pero recuperó la libertad con una fianza de 30 millones de pesos en total. El banco y la provincia se movieron rápido y recuperaron gran parte del dinero, aunque en sus manos quedó un saldo nada despreciable de $44,546,269.
La fiscalía intentó acusarla de estafa y, en su defecto, de apropiación indebida. Su defensa, sin embargo, argumentó que ella no engañó a nadie, que el error fue del banco y de la administración provincial… y que quien se equivoca, paga.
3. El marco civil en Argentina: Cuando la ley protege al sorprendido
El Código Civil y Comercial argentino (art. 1799) dice que quien recibe dinero por error debe devolverlo… salvo si el error es culpa de quien lo envía. Y aquí el responsable fue el banco. Moral de la historia: si actuaste de buena fe y tu cuenta muestra saldo disponible, la ley te protege.
Además, en Argentina nadie puede ir preso por deudas civiles. Esto convierte un error bancario en un problema entre la institución y su seguro, no entre la persona y la cárcel.
4. El marco civil en México: Más formal, menos indulgente
En México, el Código Civil Federal (art. 1882) no concede el mismo salvavidas legal. Aquí, si recibes algo que no es tuyo, lo restituyes, punto. No importa si fue culpa del banco. Eso sí, si actúas de buena fe y no sabías del error, tu responsabilidad penal podría atenuarse.
La Ley de Instituciones de Crédito obliga a los bancos a cuidar sus operaciones, pero la restitución del dinero es casi segura. Así que si el milagro ocurre en México, mejor guarda la champaña.
5. Penal en Argentina: Sin dolo, no hay delito
En derecho penal argentino, para que haya estafa (art. 172) se necesita engaño previo. Aquí no lo hubo: el dinero cayó solito. Para la apropiación indebida (art. 173, inc. 2), se necesita dolo, es decir, saber que no es tuyo y querer quedártelo. Y como no pudieron probarlo, Verónica Acosta quedó libre de polvo y culpa.
6. Penal en México: El rigor de la buena fe
En México, el abuso de confianza (art. 382 del Código Penal Federal) puede entrar en juego si se demuestra que usaste el dinero sabiendo que no era tuyo. Pero la carga de probar tu buena fe recae más sobre ti que sobre el banco. Un depósito gigante en tu cuenta aquí puede ser más una señal de alerta que un golpe de suerte.
7. La confianza bancaria: El cemento invisible del sistema
En ambos países, el sistema bancario vive de la confianza. Argentina protege más al cliente frente a errores de la institución. México, en cambio, exige más vigilancia al usuario. En cualquiera de los dos, el mensaje es claro: el banco quiere tu confianza, pero no tanto como para regalarte millones.
8. Conclusión: ¿Milagro financiero o bomba de tiempo?
El caso Acosta ya es leyenda: una mujer que vivió la fantasía de ver su cuenta llena de ceros y terminó con una exoneración judicial.
En Argentina, la balanza se inclinó hacia el cliente y la buena fe. En México, probablemente la historia sería menos feliz y más corta. Al final, la lección es simple: el dinero caído del cielo es como una nube de verano… tarde o temprano se disipa. Y cuando lo hace, más vale tener un buen paraguas legal.