• La próxima década, mediocre crecimiento
• La carestía de la vida puede descontrolarse
Las encuestas levantadas por el Banco de México entre los expertos del sector privado siempre le echan un balde de agua helada a las estimaciones de los economistas de Hacienda, del INEGI y del Banco de México.
Son más realistas porque los expertos privados viven muy de cerca los procesos productivos de los sectores económicos más determinantes. Sus pronósticos siempre han sido más acertados. Su criterio no está condicionadas por la estrategia mediática de los políticos.
Desde que el escribidor tiene memoria periodística, remontándose a aquellos años de la explosión del endeudamiento con la banca comercial del exterior, el fenómeno de la petrolización de la economía y la fallida administración de la abundancia, los economistas de las más poderosas empresas industriales y de servicios aprendieron a medir, con mucho más realismo que sus colegas al servicio del gobierno, el comportamiento de la economía.
Si no chocan sus estimaciones con las de las agencias gubrnamentales, sí son más creíbles. Actualmente, ya les muy difícil a los analistas de la Secretaría de Hacienda “rasurar” las cifras, rasuradas en lo pasado para no crear malas expectativas en los agentes económicos, como ocurrió en los grandes momentos difíciles, a partir de la gran crisis de pagos de 1981.
Ahora, los expertos del sector privado corrigen las estimaciones oficiales. El propio Banco de México toma muy en cuenta lo que ven los privados, tanto que no deja de encuestarlos mes a mes. La más reciente encuesta, la de septiembre, es muy reveladora. La economía no sólo no está creciendo, sino que va para abajo y sólo podrá medio recuperarse en los próximos diez años, si es que un 4 por ciento satisficiera la demanda de pleno empleo y salarios justos.
Las estimaciones privadas del crecimiento son de 1.43 por ciento para el cierre de 2013, porcentaje que contradice el 1.7 por ciento ajustado por Hacienda. El pronóstico de inflación oficial se mantiene en tres dígitos, cuando los economistas particulares esperan una subida de tres y medio. Hay que aclarar que los criterios de ambos grupos de economistas – de gobierno y del sector privado – son conservadores. La realidad, al final del día, los rebasa; esa realidad que sólo es medida con certeza por la cartera de los consumidores, o el monedero de las amas de casa.
Por las mediciones del gobierno y de los economistas privados, durante el sexenio de Peña Nieto no habrá un repunte extraordinario de la economía. Si bien le va a la planta productiva, en el 2015 la economía estaría creciendo en un optimista 4 por ciento, un crecimiento aún mediocre y que no responde a la demanda de bienestar de los trabajadores. Un 4 por ciento no genera pleno empleo.
Y hacia la próxima década, una vez concluido el sexenio del presidente Peña Nieto, los indicadores no repunta más allá del mismo 4 por ciento, con reformas estructurales – reforma hacendaria, financiera y energética – y todo. El problema no sólo podría resolverse con reformas, ni con voluntad política. El factor determinante es la inversión tanto pública como privada. Las gráficas difícilmente mienten. Y las líneas son mediocres. O en caída como en 2013. O muy horizontales como para 2014 y 2015. O de plano timoratas para la década 2013-2023.
La realidad nunca puede cambiarse con discursos, ni decretos, ni reformas. La economía responde a leyes perfectamente establecidas, aunque en algunos momentos pueda creerse que el entorno ayuda. Los gobiernos están para dirigirla, orientarla, reorientarla. Es idiota dejarla a la ceguera de las fuerzas del mercado. Aquí ha estado el secreto del éxito de las economías emergentes de Asia, África y Sudamérica. Los mexicanos siguen creyendo de Margaret Tatcher, en Ronald Reagan en los Gemelos de Washington y el los Muchachos de Chicago.
fgomezmaza@analisisafondo.com
www.analisisafondo.com