Magno Garcimarrero
Mika Waltari en su novela histórica titulada “Sinuhé el egipcio”, da cuenta de que las primeras gallinas ponedoras de que se tiene noticia histórica, fueron domesticadas en Babilonia hace más de cuatro mil años, de ahí y entonces deviene la costumbre humana de comer huevos. Sin embargo, datos más modernos y menos novelescos, nos dicen que en Tailandia aún existen gallinas en estado salvaje y que, rastreando su domesticación por medios científicos, se supo que data de hace ocho mil años. En mi pueblo también hay gallinas salvajes, les dicen “chivizcoyas” y, hay que cazarlas para poder comerlas; sus huevos son manjar para las cuauhtuzas.
De la gallina, se calcula que hay más de doscientas especies diseminadas en el mundo, dentro de las que forma parte nuestro sabroso guajolote, ingrediente indispensable para hacer mole de guajolote, según el proverbio popular, y el vistoso “pavorreal que se aburre de luz en la tarde”, conforme a la afortunada frase de Agustín Lara. La mayoría de estas son resultado de manipulación genética. Lo cierto es que babilonios, egipcios y chinos comen pollo desde muy antiguo, apuestan en las peleas de gallos, y se desayunan con un par de huevos al gusto.
Hay gallinas hechas especialmente para poner, como la raza Leghorn, las hay para producir gallos de pelea, y para comerse su carne como es el caso del pavo albino que se sirve en las cenas de día de gracia, para desgracia de su totolera suerte. Los gringos se lo cenan, pero cometen la pavada de llamarle “turkey” porque están en la creencia de que es originario de Turquía, siendo que es merito de este cacho de mapa llamado América.
Los huevos de totola no son muy del gusto de las generaciones actuales; los mexicanos precortesianos si los comían. Tienen un sabor fuerte y un olor que a algunas personas les resulta desagradable (xoquializtli o xoquiya), son más grandes que los huevos de gallina y pecosos como los cachetes de mi prima Edna. Bien destufados, son muy sabrosos y nutritivos.
Es muy posible que las gallinas hayan sido de las primeras especies domesticadas por la mujer, quien obviamente se preocupó desde la prehistoria en domar a los animales, comenzando por aquel que en estado salvaje se llamaba hombre y ya domesticado se le nombró marido, recibiendo como función de hogar servir de apoyo… o de a pollo. Pero no es nada remoto que mientras ella le estrellaba los huevos al cónyuge para que desayunara, éste sumido en la contemplación filosófica del universo se rascaba los suyos y se preguntaba ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?
El huevo o los huevos, han jugado un papel primordial en la historia de la humanidad. La explicación primitiva del mundo se hizo a partir de un huevo primigenio, cósmico. Diversos pueblos (chinos, egipcios, hindúes, persas, galos, romanos) han adorado al huevo como símbolo universal de la vida. Dentro de la mitología egipcia el huevo adquirió importancia cuando el Ave Fénix se quemó en su nido y volvió a renacer más tarde a partir del huevo que lo había creado en un principio. También los hindúes sostenían que el mundo habría nacido de un huevo. Castor y Polux nacieron de un huevo que puso Leda, después de haber sido preñada por Zeus transformado en cisne. También Huitzilopochtli y su hermana nacieron de huevo.
El huevo “Juanelo” identificado con el huevo de Colón, ¿O serían dos? se convirtieron en la demostración mágica de la existencia de un continente desconocido. El huevo de Pascua, es un recordatorio anual de nuestro supuesto origen ovular. Últimamente Jaime Maussan cacareó el encuentro en Perú, de especímenes humanoides con huevera como de gallina, que se entiende que ponen.
Según la FAO, los países productores de huevo para alimento son: China (41%), Estados Unidos (9%), Japón (5%) (Nipones), India (4%), Rusia (4%) y México (3%), que en su conjunto aportan el 65% del mercado mundial. Es posible que muy pronto, al romper el cascarón fracturemos la divisa: “made in China”. ¡Ya decía yo que por alguna razón la yema es amarilla!
Siendo que comer huevos es una costumbre universal tan vieja, como ha quedado claro, tiene que ser un súper negocio, para el “productor”, mal llamado así porque él no los produce, sólo mantiene a las gallinas cautivas, comiendo y poniendo. La gallina da los huevos gratis, los que les ponen precio son los hueveros que le tientan la huevera a las gallinas y los que los acomodan en los conos para llevarlos al mercado. Los especuladores, en una palabra; esos que, en su desmesura, de cuando en cuando se les olvida el trato cuidadoso y nos rompen los huevos a los consumidores.M. G.