Kairós
Francisco Montfort Guillén
¿Cómo llamar el momento histórico que vivimos? En la literatura especializada existen diversas propuestas para tratar de definir la situación que define nuestro día a día. No existe un acuerdo, aunque sí varias descripciones, de lo que vive el país a partir de 2018.
Las voces oficiales se decantan y conforman con decir que vivimos una supuesta Cuarta Transformación. También proponen, desde 2018, que se trata de un nuevo régimen político. Si estamos en un nuevo régimen ¿qué tipo de régimen es el actual?
Los mayores debates han girado sobre el fin de una etapa, precisamente la etapa de la aurora democrática. Marcan como fechas 1997, con las reformas impulsadas por Jesús Reyes Heroles y José López Portillo, y 2018 con el ascenso al poder de López Obrador. Y ahora distinguen una primera fase de transición que culmina en el año 2000, con la salida del PRI de la presidencia de la república, y otra de normalidad democrática con las alternativas hasta 2018.
Hasta el arribo del PAN a la presidencia México vivió con la ebullición de las reformas, los cambios las novedades institucionales. Con los dos sexenios del PAN disminuyó esa creatividad y la euforia de los cambios y entró en una etapa dominada por los temores y las impotencias. Los temores corrían a cargo del PRI cuyos miembros temían que se les aplicaran las leyes y pagaran por sus ilícitos cometidos. La impotencia (y también ciertos temores por las posibles reacciones del PRI y de los empresarios) estuvieron a cargo de los dos gobiernos del PAN:
El caso fue que, si bien Vicente Fox ganó la presidencia, no ganó el poder que quedó en manos del PRI con sus estructuras intactas y con los gobernadores que de inmediato formaron una organización (CONAGO) para defenderse desde sus gubernaturas y con sus diputados y senadores en el Legislativo.
Los doce años de gobiernos panistas fueron una especie de juego suma cero en donde terminaron con la energía creadora y creativa de los años de la Transición. La reforma fiscal propuesta por Vicente Fox fue tontamente saboteada por Beatriz Paredes y Enrique Jackson y solo permitieron la creación del Instituto Federal de Acceso a la Información.
Con Felipe Calderón las cosas fueron a menos debido a la gran crisis mundial generada en Estados Unidos y la forma en que el presidente de México enfrentó el cáncer del crimen organizado basado en el éxito inicial de su contención en Michoacán.
Lo más grave sin duda fue el abandono por parte del PAN de una característica de los gobiernos del PRI que fue su constante preocupación por el crecimiento económico. Ernesto Zedillo dejó la presidencia con un crecimiento económico de ocho por ciento y después de él el crecimiento apenas alcanzó el dos y medio por ciento.
Con Enrique Peña Nieto se logró retomar la creación de nuevas condiciones de desarrollo con el famoso Pacto por México, pero sus frutos no fueron inmediatos y llegó el fatídico año de 2018 con el desencanto de la sociedad por la situación económica que equivocadamente se leyó como desencanto por la democracia.
A partir del triunfo en las urnas, López Obrador inició una operación de gobierno contraria a la promoción del desarrollo y sólo preocupada por desmantelar las instituciones que consideraba un freno para la acumulación del poder en sus manos. Dos ejemplos. Desde 2018 la creación de empleos formales ha disminuido y en el tiempo que va del gobierno de Claudia Sheinbaum no se ha creado un solo empleo formal. Y el poder, a ojos vistas, lo acumuló Andrés Manuel y no se le adjudicó a la presidencia de la república como institución.
¿Qué régimen se está construyendo en México? Según los estudios de Pedro Salazar, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM se tiene una doble certeza: México dejó de ser un régimen constitucional con la desaparición de la Corte. Y México es ahora, vistas las últimas reformas del mes de junio, un régimen policíaco. Con estas dos certezas usted podrá ensayar la manera de nombrar la situación presente: ¿falsa democracia o verdadera dictadura?