A los 876 nuevos subtenientes
del Ejército Mexicano y Guardia Nacional.
El Heroico Colegio Militar, pilar del prestigioso Sistema Educativo Militar de DEFENSA, es no solo una de las instituciones más antiguas del México independiente, sino también una de las más entrañables para la sociedad mexicana. A su excelencia formando oficiales de las armas y servicios del Ejército Mexicano y ahora también a sus pares de la Guardia Nacional, bajo un eje educativo, filosófico y militar, se añade una historia de honor en defensa de la patria y de sus instituciones.
Defendiendo a las instituciones, los cadetes sobresalen por su participación en graves momentos de nuestro pasado como en 1840, cuando batieron a los rebeldes y apoyaron la liberación del Presidente Anastasio Bustamante, apresado por los insurrectos. A la asonada de 1840, se añade su participación en la Marcha de la Lealtad y la Decena Trágica en 1913 en auxilio del Presidente Madero, así como en la epopeya de mayo de 1920, cuando la Escuela de Caballería del plantel ejecutó victoriosa la última carga de caballería al sable de la historia militar mexicana, custodiando a la columna del Presidente Carranza. Sin embargo, los Aguiluchos son recordados en el imaginario popular por ser protagonistas de uno de los más grandes sacrificios llevados a cabo en defensa de México, la Batalla de Chapultepec en 1847.
Es imposible no asociar este legado de valor, con las históricas sedes del Colegio Militar y que hoy son testigos mudos de casi 202 años de presencia de la juventud militar mexicana y de una tradición en el ejército. En 1822, se fundó la Academia de Cadetes en el antiguo palacio de la inquisición en la plaza de Santo Domingo en la Ciudad de México. Un año después, el 11 de octubre de 1823, inició ya formalmente el Colegio Militar en la Fortaleza de San Carlos en Perote, Veracruz.
Le sucedieron como sedes el Convento de Bethlemitas, el de las Recogidas, el Colegio Chico de San Ildefonso, el Convento de San Fernando, el Cuartel Arista en Palacio Nacional, el Convento de Santa Catarina, el ex Arzobispado en Tacubaya y en diversos momentos del siglo XIX y a principios del siglo XX en el Castillo de Chapultepec, escenario de la gesta de los héroes y donde se vivió posteriormente la llamada “época dorada” durante el porfiriato.
Trás la derrota del Ejército Federal en 1914, el Colegio Militar cerró sus puertas, pero no por mucho tiempo. En 1916, el Primer Jefe Venustiano Carranza comprendió la imperiosa necesidad de profesionalizar el triunfante Ejército Constitucionalista y decretó la creación de la Academia de Estado Mayor en el viejo edificio de la Escuela de Agricultura de San Jacinto. De cualquier forma, el peso de la historia y la sangre derramada fueron contundentes, el propio Primer Jefe lo comprendió y el 5 de febrero de 1920 se reabrió el Colegio Militar en las soberbias instalaciones de la Escuela Normal de Maestros en Popotla, justo frente a San Jacinto. El Colegio Militar en Popotla tuvo un periodo de notable consolidación que corrió a partir de 1920 y gracias a la profesionalización del ejército de la mano de figuras como los Generales Amaro y Alamillo. Sin embargo, para la recta final del siglo XX, Popotla ya no era la apacible zona semi rural de principios de siglo, era ya imposible tener una academia de guerra en medio de una zona urbana.
Entonces se decidió construir una nueva sede para el Colegio Militar, al final la decisión recayó en terrenos de San Pedro Mártir, en Tlalpan al sur de la Ciudad de México. El proyecto fue encargado al afamado arquitecto Agustín Hernández Navarro auxiliado por Manuel González Rul. El proyecto de Hernández, probablemente uno de los más destacados en la historia de la arquitectura en México, concibió el nuevo plantel dentro de una extensión de 300 hectáreas, como un moderno Telpochcalli, la escuela de los jóvenes guerreros del Imperio Mexica. La iconografía precortesiana está muy presente en el Ejército Mexicano, y la muestra más icónica lo es sin duda, la actual sede en Tlalpan. En la imponente arquitectura inspirada en la gloria del México prehispánico, cada edificio tiene un simbolismo justificado. Pero las instalaciones no solo destacan por su valor artístico, sino también son modernas, funcionales, y a la altura de los desafíos que suponen los tiempos actuales.
El pasado 2023, con motivo del bicentenario de su creación, el Heroico Colegio Militar recibió una renovación y remodelación integral. El próximo 13 de septiembre de 2026, Tlalpan cumple medio siglo como sede del histórico plantel, fecha que no puede pasar desapercibida trás cinco décadas formando a los oficiales del ejército y ahora a los guardias nacionales, pero también bregando por la continuidad de una orgullosa y añeja tradición de honor.