NEMESIS
Fernando Meraz Mejorado
En los días de zozobra y decadencia que nos toca vivir, vemos con impotencia y grima cómo los gobernantes en el candelero carecen de ideologías políticas, principios y valores para gobernar de manera responsable. Hoy todos, habrá honestas excepciones que confirmen la regla, pero ahora importa sobre todo la avaricia por el poder económico. El poder político es figura retórica, patente de corso para legitimar trapacerias y saqueos.
Me atrevo a pensar que ningún político tiene la más mínima noción de las consecuencias de lo que implica engañar tomar el pelo, mentir a un país y que, como la historia lo demuestra son devastadoras y de largo alcance.
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Primero se pierde la confianza, fundamental en cualquier relación humana, pero sobre todo, en la que debe existir entre un líder y su pueblo. Cuando el dirigente engaña y miente, la confianza se rompe, y es casi imposible recuperarla.
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A esto sucede una creciente desestabilización política y social. La mentira y el engaño encienden el descontento popular, irritación de las masas protestas crecientes, indignación e inevitablemente, la violencia que estalla primero en las calles y luego se extiende como reguero de pólvora.
El fenómeno así desatado, desestabiliza paulatinamente el sistema político y social, hasta encender la crisis de gobernabilidad.
Este reportero fue testigo, como Corresponsal, de muchos casos que se iniciaron más o menos como lo que hoy vivimos en México y no quiero más sangre inocente derramada, ni crespones de luto en las puertas de las casas, como vi en Nicaragua, El Salvador, en Chile, Argentina, en tantos otros…
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Una crisis política implica, irremisiblemente serios daños a la economía. La falta de confianza y la inestabilidad política disuaden a la inversión extranjera y nacional, los capitales vuelan fuera del país y se encienden los infiernos de la inflación, la carestía y desempleo.
Aparejado a esto se vive la erosión de los valores y la moral. La mentira y el engaño corroen valores y moral en toda sociedad y engendran una cultura de deshonestidad y corrupción, similar a la que protagonizan aquí los partidos políticos, todos, sobre todo Morena, que parece conjugar todas las miserias de nuestra Nación.
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Asi, las consecuencias internacionales que la mentira y el engaño dañan la reputación histórica del país en la comunidad de naciones y afectan sus relaciones diplomáticas y comerciales.
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Si esto crece veremos que el trauma colectivo, la impotencia e irritación, causados por dla mentira y el engaño, incuban una profunda desilusión entre la gente, en especial en aquellos que se sintieron engañados, frustrados y burlados por quienes votaron.
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En esta tesitura, todo empeora. Una vez que la confianza se ha roto, es imposible recuperarla. La credibilidad de líderes, gobiernos, administraciones queda gravemente dañada, las consecuencias a largo y mediano plazo, aún las más optimitas, se impregnan de fatalidad. Ahí están Cuba, Panamá, Nicaragua, Venezuela y tantos que sería prolijo enumerar. – o-