Día Hábil
La Marina era la mejor preparada para enfrentar al narcotráfico.
Superior al ejército.
Infinitamente mejor que las policías estatales y hasta federales.
No se diga las municiples.
Incorruptible.
Así lo aseguraba en 2009 Carlos Pascual, embajador de Estados Unidos en México, según los cables revelados por WikiLeaks.
Era el gobierno de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa con los colores del Partido Acción Nacional (PAN).
El sexenio en el que comenzó la guerra contra el narcotráfico.
¿Lo recuerda?
-El Ejército tiene aversión al riesgo y no cuenta con capacidad para investigar y dar seguimiento a los casos. La Marina es la única preparada para enfrentar al crimen, dice el documento que el diplomático cubano-estadounidense envió a la Casa Blanca.
¿Y luego?
¿Qué sucedió?
Enrique Peña Nieto les quitó poder, porque aplicó una política de “golpes quirúrgicos” con un centenar de objetivos definidos.
Acabó con el crimen de un plumazo, pero no porque haya habido mayor eficacia al enfrentarle, sino porque prohibió hasta los términos utilizados en el calderonismo, como levantón, daño colateral, capo, sicario y más.
Llegó Andrés Manuel López Obrador y, lejos de retirar al Ejército y a la Marina del combate al narcotráfico como prometió como candidato eterno, les dio todo el poder.
Dizque por confiables e incorruptibles.
La Marina controla, administra, aduanas y puertos, lo que significa manejo de flujo monetario.
También maneja el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Por si fuera poco, regentea el Grupo Aeroportuario Casiopea, que, además de operar en el AICM, tiene otros seis de la red de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) en el país.
¿Qué le parece?
Es evidente que tarde o temprano tanto la Marina como el Ejército tendrían casos de corrupción y de integrantes que caerían en la tentación del pecado.
La visita relámpago del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, curiosamente también cubano-americano, para reunirse con Claudia Sheinbaum Pardo, detonó todo.
Curiosamente, días después, estalló la bomba en la Marina.
El contrabando de combustible descubierto tras el decomiso en marzo de diez millones de litros en Tamaulipas ha evidenciado un red de complicidades y delincuencia organizada en la que integrantes de la Marina, empresarios y funcionarios están implicados.
Pero no se trata de cualquier integrante.
El vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna, sobrino político del exsecretario de Marina en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, Rafael Ojeda Durán, es sólo la punta del iceberg.
Su hermano Fernando Farías Laguna, vicealmirante y también sobrino de Ojeda Durán, está prófugo.
Encabezaban la red que introducía diesel al país sin pagar impuestos y luego lo vendía a gasolineras o a otros proveedores de combustibles, por lo que sus ganancias eran millonarias.
El lunes, uno de los marinos involucrados, Abraham Jeremías Pérez Ramírez, capitán de navío y acusado de recibir sobornos por permitir el paso de las naves cargadas con combustible ilegal, fue hallado sin vida.
La Fiscalía General de la República (FGR) de Alejandro Gertz Manero, se apresuró a aventurar que se trata de un suicidio.
El martes ya sabían, según Gertz, las causas: un tema personal ajeno al legal.
¿Y qué cree?
El mismo martes otro marino perdió la vida en un accidente, así se dijo, en un campo de tiro en Puerto Peñasco, Sonora.
Se trata del capitán Adrián Omar del Ángel Zúñiga.
Y ayer, también, LatinUS de Carlos Loret de Mola dio a conocer que el hijo de Alfonso Durazo Montaño, gobernador de Sonora, Alfonso Durazo Chávez, es socio de Fernando Frías Laguna.
Así las cosas entre los integrantes de Morena.
Y aquí cabe la pregunta:
¿Pues no que ningún presidente desconoce lo que sucede a au alrededor?
¿No que los presidentes saben todo?, como decia López Obrador.
Sheinbaum Pardo fingió demencia, al asegurar que tardó la ejecución legal en contra de los sobrinos de Ojeda Durán porque así son los procesos: hay que reunir todos los elementos.
Eso no lo cree ni ella.
La Marina se pudrió y muy pronto se conocerán nuevos casos de corrupción y charlatanería de los marinos que antes fueron motivo de orgullo.
Claudia sabía todo y Andrés Manuel, ni se diga.
Lo bueno es que eran distintos.
Vámonos: Nomás 1.3 billones de pesos, la deuda que pidió en el presupuesto, para poder regalar dinero en 2026.
Sinvergüenza.
alberto.montoya@diahabil.com.mx @albermontmex