Juan Luis Parra
Donald Trump está en campaña. Y si esto suena familiar, es porque lo es: Morena lleva casi siete años haciéndolo. López Obrador nunca soltó su campaña, aunque ya vivía en Palacio. Y Claudia Sheinbaum ni bien se sentó en la silla y ya anda replicando a su maestro.
Populismo es eso: gobernar como si cada día fuera domingo electoral.
Trump está haciendo lo mismo, pero en versión billonaria, con portaaviones y armamento de última generación.
Lo que hace Trump y sus secretarios no es geopolítica, es propaganda. Y va dirigida a su base: los votantes republicanos, los latinos conservadores de Florida, los texanos de frontera. Los que quieren acción, muros, redadas. Y Trump, como Morena, les da lo que quieren ver. Lo que quieren oír. Lo que los hace aplaudir.
En Venezuela, Trump juega al policía malo y al diplomático bueno al mismo tiempo. Le dice a Maduro que deje de mandar al Tren de Aragua, pero al mismo tiempo manda a Richard Grenell a negociar “por la paz”. ¿Mensaje mixto? No. Es campaña. Es narrativa.
En Colombia, Trump castiga al gobierno de Petro quitándole la “certificación” en la lucha antidrogas, una medida que limita la ayuda económica y militar de EU. Petro responde al estilo Sheinbaum/Obrador: denuncia chantaje, habla de soberanía, promete fabricar sus propias armas y rechaza órdenes extranjeras en televisión nacional. Pero el punto no es si Trump tiene razón o Petro exagera. Lo importante es lo que deja ver: Trump no está buscando cooperación, está buscando confrontación.
Le conviene más tener enemigos que socios, porque el conflicto vende mejor que el acuerdo.
Nada moviliza mejor a su base que un enemigo con acento latinou.
¿Y México? Mirando el show desde la grada como si no nos fuera a tocar. Como si no fuéramos el siguiente capítulo. Como si Trump no hubiera hecho ya lo mismo con nosotros en el sexenio de López Obrador: amenazas, presiones y exigencias.
“Nunca he visto a nadie doblarse así” dijo Trump sobre el gobierno de López Obrador. De ahí nació el programa Quédate en México.
¿Qué nos hace pensar que no va a repetirlo?
Trump no está en campaña solo por la presidencia de 2028. Está en campaña por el Congreso de 2026. Por mantener el control total del Partido Republicano. Por su legado. Por su supervivencia legal. Por seguir siendo el protagonista de la política estadounidense, con o sin silla en la Casa Blanca.
Y eso es lo mismo que hace Morena. Gobernar como si siempre estuvieras en campaña. Hablarle a su base, incluso cuando ya ganaste. Polarizar. Reescribir la realidad a conveniencia. Señalar enemigos, reales o imaginarios. Construir narrativa antes que política.
Trump lo hace con misiles y sanciones. Morena lo hace con conferencias mañaneras y giras. Pero el mecanismo es el mismo: nunca soltar el reflector.
Así que cuando veamos a Trump moverse en el sur, no lo leamos como diplomacia. Es mitin, es discurso de plaza, es operativo con fines electorales. La guerra contra el narco es también una guerra por votos.
Quizá por eso siempre se llevaron bien Trump y Obrador.
Trump no necesita declarar su candidatura para estar en campaña.
Al igual que Sheinbaum no necesita perder una elección para seguir celebrando.
Populismo es eso: hacer del poder una eterna contienda. Aunque el país esté de por medio.