* En los umbrales de los 20 billones, la 4T hipoteca soberanía de México
Miguel A. Rocha Valencia
Nunca pensé estar de acuerdo con uno de los más impresentables políticos de este país, pero debo aceptar que Alejandro Moreno Cárdenas es el único que da cara al régimen y coincido con él en que a los cuatroteros les quedó muy grande un país al que no pueden ni saben gobernar y están hipotecando por su urgencia de conservar el poder, su impericia y corrupción desbordada.
Al grito de “¡A robar! Todo mundo en la 4T, se despachó del presupuesto público pensando que el país se gobernaba y mantenía solo de buenos deseos y del agradecimiento popular por las dádivas recibidas y cuando ya no fue suficiente, incumplió lo prometido: pidió prestado luego de que a panistas y priistas los satanizó por recurrir al endeudamiento, ese que hoy se maldice pero practican con furor y cinismo, sin rienda.
No sólo aprovecharon “anillo al dedo” la discrecionalidad otorgada al Ejecutivo con el pretexto de la pandemia del Sars Cov 2, sino que además de abusar del presupuesto, cancelar programas establecidos bajo el pretexto de una falsa corrupción, procedieron a pedir prestado supuestamente para aplicar una justicia social que sólo compra voluntades y popularidades.
Al mismo tiempo por ambición, ignorancia y sed de poder se destruyeron instituciones, se propició la tragedia nacional que dejó como saldo 800 mil muertos en tanto que las complicidades criminales crecían, enraizaban en los círculos de poder y abandonaban a los mexicanos a su suerte.
El saldo siniestro es de más de 200 mil asesinatos y 65 mil desaparecidos que se presumen fallecidos, acompañados de la “negra fama” de narcoestado que hoy nos echan en cara en foros internacionales y nuestros vecinos del norte.
Pero más allá de estos hechos probados y registrados para la historia, como bien diría el profeta de la 4T, está el hecho de que en menos de siete años, se duplicó la deuda del gobierno y seguramente antes de concluir esta administración superará los 20 billones de pesos. Peña Nieto la dejó en 10 billones, y eso que era ratero, con un crecimiento promedio sexenal del PIB, del 2.3 por ciento del mientras que el padre de Morena lleva menos del 0.8 por ciento y a eso le llaman éxito.
Lo peor de todo no son los 20 billones de pesos que nadie se explica dónde están y que se suman por el déficit público, ese que iban a terminar y que en solo dos años cuatroteros, nos costarán 2,6 billones de pesos, de a 1.3 por año.
¿Y las obras? Ninguna que valga la pena y si varias que agreden al medio ambiente y que financieramente no son viables empezando por el aeropuertito de Santa Lucía que nos trae puros dolores de cabeza y traerán más y que bajo la administración de los militares de verde, “traga” presupuesto por su falta de rentabilidad.
Le sigue el trenecito que iba a costar 100 mil millones y ya lleva más de 500 mil millones y no se termina, pero sí exhibe las mal hechuras características de la 4T y por el cual se sacrificaron más de siete millones de árboles, el rompimiento y asesinato de ecosistemas y dejó a flor de piel la corrupción que se volvió marca registrada de morena y de la jerarquía militar, sin faltar desde luego la familia presidencial.
En ambas obras se entregaron contratos de manera directa, hubo y de todo hay pruebas, abuso del poder para el manejo de los dineros y dieron paso a una nueva dinastía de ricos vestidos de verde y claro, los tabasqueños, cuyas fortunas se acrecientan gracias a los subsidios para mantenimiento, nómina y operación.
Obras condenadas al fracaso financiero y social, pero no paran, se construyó una refinería que no produce luego de años ni el 10 por ciento de lo que debería no obstante que, de ocho mil millones de dólares de presupuesto inicial, pasó a 20 mil millones de dólares, es decir cerca de 240 mil millones de pesos más y se le debe mantener pues no genera, igual que el aeropuerto y el tren Maya ni siquiera para mantenerse.
Y como no entienden, recurren al endeudamiento; intentan sacar de la quiebra una empresa de la que se ha servido la nueva mafia en el poder con el huachicoleo fiscal y el robo de combustibles, donde se incluye una compra express de 650 pipas cuyo paradero se desconoce.
Se siguió con perdonarle a Pemex sus aportaciones fiscales con lo cual se golpearon los ingresos y obras estatales y municipales; al momento se le transfirieron cerca de dos billones de pesos y no obstante ello, debe 100 mil millones de dólares colocados en documentos y 490 mil millones de pesos a proveedores.
Y en vez de reestructurarla y quitarle el peso sobre todo del pasivo laboral, entran las grandiosas ideas de aumentar la deuda a través d ela colocación de bonos fondeados por el el gobierno y que obvio se pagarán con recursos fiscales. Son “nada más” 13 mil 800 millones de dólares adicionales al déficit ya existente, es decir cerca de 300 mil millones de pesos.
Mientras, por el otro lado, se crea un fondo por parte de la banca pública encabezada por Banobras para reunir otros 250 mil millones de pesos para que junto con los 13 mil 500 millones de dólares pagar los compromisos urgentes de Pemex, especialmente a proveedores quienes, por cierto, no ven dinero pero si la corrupción de gestores y factureros que les cobran comisión por meterlos en la fila o lista de liquidación de adeudos. Algunos ya decidieron desmontar sus servicios.
Total, deuda sobre deuda, se pide prestado para tapar hoyos, abrir nuevos y todo a cargo de quienes trabajamos y aportamos también para pagar los programas clientelares que se presumen en los mítines a cambio del agradecimiento del respetable mientras la productividad de los mexicanos disminuye.
Cómo se atreven a hablar de soberanía si hoy producimos menos y debemos el doble que hace siete años.
¡Felicidades, ya somos cuatroteros! O ¿No?