Pablo Gato
Dicen algunos de sus oponentes. El primer día que los militares salieron a las calles sin que fuera por una clara emergencia, fue el foco de toda la atención.
Hoy es ya habitual y es muy difícil que consiga muchos titulares.
Esos oponentes de Trump también afirman que quiere que la retórica de “neutralizar” a la izquierda sea parte habitual de la conversación nacional.
Otros de sus críticos piensan que el objetivo es potencialmente declarar emergencias no reales en el futuro que supuestamente le justifiquen un despliegue militar en EEUU para uso civil, algo prohibido por la constitución.
Agregan que se multiplican las incógnitas sobre qué pasaría si su partido pierde la Casa Blanca en las urnas y que uso podría hacer de esos militares en ese caso.
Hasta ahora ningún militar ha renunciado a su cargo durante la Administración Trump, incluso a los que se les ha ordenado matar a los que iban en supuestas narco lanchas en las costas de Venezuela sin aportar ninguna evidencia de que eran narcos.
E incluso si lo fueran, según abogados expertos en derecho internacional, la primera obligación es intentar detener a esos supuestos narcotraficantes. Y si no se rinden, entonces el uso de fuerza estaría autorizado.
No hay ninguna evidencia de que las fuerzas armadas de EEUU hayan intentado primero arrestar a los que iban en esas supuestas narcolanchas antes de matarlos.
Eso abre la puerta a que mañana cualquier gobierno del mundo podría matar a todos los tripulantes estadounidenses de una embarcación si sospecharan que eran narcotraficantes.
Sin ánimo de comparar ambas situaciones, el régimen nazi convocó a tofos sus generales y almirantes antes de la Segunda Guerra Mundial para exigirles lealtad no a la constitución alemana, sino a Hitler. Lealtad personal a Hitler.