Astrolabio Político
Por: Luis Ramírez Baqueiro
“El éxito es la suma de pequeños esfuerzos, repetidos día tras día”. – Robert Collier
En la política mexicana abundan los discursos, pero escasean los ejemplos de trabajo en tierra firme. El caso del delegado de los Programas para el Bienestar en Veracruz, Juan Javier Gómez Cazarín, ofrece una de esas excepciones que vale la pena subrayar. En los últimos días no solo ha cosechado respaldos locales, sino que recibió un reconocimiento público de la gobernadora Rocío Nahle, quien lo señaló como referente de la política social federal en acción.
“Está haciendo un gran trabajo”, dijo la mandataria en su conferencia de prensa semanal. La frase, breve pero contundente, llegó en un contexto cargado de exigencias para la estructura de Bienestar: atender la operación cotidiana de becas, pensiones y apoyos productivos, y al mismo tiempo responder a emergencias. Para ejemplificarlo, Nahle recordó que, en ese mismo momento, Gómez Cazarín se encontraba en la Ciudad de México encabezando, por instrucción presidencial, brigadas de apoyo a damnificados por las inundaciones en Iztapalapa. La imagen no podría ser más clara: un delegado que no se limita a los límites geográficos de su encargo, sino que acompaña donde se necesita, sin burocracias de por medio.
El gesto es significativo porque desmonta la idea de que la representación federal se reduce a un escritorio o a reportes administrativos. La movilización de brigadas desde Veracruz hacia la capital confirma lo que la propia gobernadora definió como la fortaleza de los Servidores de la Nación: un ejército que recorre comunidades casa por casa, pero que también puede convertirse en fuerza solidaria frente a desastres naturales.
El espaldarazo de Nahle no debe leerse únicamente como un reconocimiento individual, sino como un mensaje institucional: la política social se evalúa por hechos, no por discursos. En Veracruz, Gómez Cazarín ha tejido coordinación con municipios y ha fortalecido la cobertura de programas; fuera del estado, su presencia en contingencias muestra que la función de la Delegación es bisagra entre la necesidad y la respuesta.
En un tiempo donde la confianza ciudadana se gana con cercanía y resultados palpables, este tipo de desempeños marcan la diferencia. El delegado aparece como ejemplo de lo que la 4T exige a su estructura: trabajo permanente, capacidad de movilización y compromiso con la gente. Que la gobernadora lo haya puesto en el centro de su mensaje no es casualidad, sino reconocimiento a una práctica concreta de servicio público.
Gómez Cazarín confirma que la política social no se sostiene con discursos grandilocuentes, sino con botas en el territorio, con la mano tendida al ciudadano. Y en esa ruta, al menos por ahora, camina con paso firme.
Al tiempo.
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