Eduardo Sadot
El movimiento de 68 fue una lucha contra el autoritarismo, el pretexto de esa generación, fue la represión y la invasión de la fuerza pública a instalaciones educativas, ese fue precisamente el comienzo, la intervención de los granaderos en la vocacional de la ciudadela ante un enfrentamiento entre estudiantes que convocó a la unidad estudiantil, un fenómeno que pálidamente se vivió en estos tiempos, con la participación de los estudiantes de derecho, de todas las universidades cuando se reunieron para respaldar a los trabajadores del Poder Judicial.
¡Dos de octubre no se olvida! ¿De verdad? Es cierto que el ¿dos de octubre no se olvida?. Quién no lo olvida, los que ya se murieron, los que sobrevivieron, los que no lo vivieron – o no se murieron – quién no lo olvida.
Los políticos ¿no lo olvidan? Cuales o que tipo de político no olvidan al dos de octubre, los de entonces, aunque muertos, los que se hicieron políticos y mermaron con los muertos para hoy, irse a comer a “au pied de cochon” sin remordimientos, entre ricas viandas ligeras y selectos vinos. Los proletarios de ayer, son los burgueses de hoy y ya se les olvidó.
Los que juzgaron a Díaz Ordaz por asumir a rajatabla su responsabilidad frente a la historia, frente al pueblo de entonces, sin mentiras – que pudo decirlas sin vergüenza – pero no lo hizo aceptó que hubo muertos, cuántos, hablaron de miles, de cientos – si fuera en el gobierno actual – habrían dicho millones, pero no, admitió cuarenta, no más de cincuenta, pero sí los hubo y nunca dijo cobardemente “yo tengo otros datos”.
Pero ese acto de autoritarismo cambió a México, comenzó así el proceso de democratización y lo más importante el desmantelamiento del autoritarismo, ése mismo autoritarismo que pensamos que no volvería, que no regresaría jamás, y menos creímos que precisamente esos que se han creído los herederos de los muertos del 2 de octubre iban a aplaudir, impulsar y festejar el autoritarismo de otro, que aplaudirían hasta la locura, las locuras de la encarnación del autoritarismo.
Quiénes entonces conmemoran el 2 de octubre, acaso los estudiantes, los contingentes todavía de la UNAM y el Poli, los rivales del clásico de los torneos de “americano” los burros y pumas juntos.
Nada que ver con el aniversario a los diez años en 1978, con el orden y organización con cuerdas identificados los contingentes para evitar la intromisión de provocadores, la separación entre uno y otro manifestante, para hacer parecer más amplia más grande la manifestación, el orden por escuelas, la hermandad de a flor de piel, ¡el que no brinque es porro!
La alegría, el ingenio la empatía entre el estudiantado y ahí también, los académicos, hoy ya no, acaso porque el discurso de odio y división, alcanzó también a la manifestación del 68. Entonces es conmemoración o pretexto de vandalismo, entonces quien o quienes gritan 2 de octubre no se olvida. O… ya se olvidó. Que es el 68 para las nuevas generaciones, que ni siquiera saben, quién fue el pípila, menos qué es Comité de Huelga, que son artificiales como su inteligencia, que dependen cada vez más que de sus neuronas, del IA de su celular.
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