Por Alejandra Del Río
El escenario electoral mexicano empieza a perfilarse como un tablero de ajedrez donde cada ficha cuenta. Y en ese tablero, MC y PAN están a punto de cometer un error estratégico de proporciones mayúsculas: descartar una alianza con el PRI. Un movimiento que, lejos de estabilizar la oposición, podría dinamitarla desde adentro y entregar el Congreso completo a Morena en 2027.
Hay algo profundamente seductor en la idea de una oposición “sin contaminaciones”, de partidos que no se mezclan con “lo viejo” —y ahí es donde MC y PAN hoy nos quieren vender que han apostado sus cartas: no pactar con el PRI, partido que para muchos aún representa viejas costumbres y respingos de un sistema al que juraron sustituir. Esa búsqueda de supuesta pureza, tiene mérito desde el discurso. Pero en política —más aún en política mexicana — la pureza puede convertirse en aislamiento, es claro ó hay una falsa ilusión en las cabezas de los dos Jorges… Romero (PAN) y Maynez (Movimiento Ciudadano) o ya los alcanzó la aplanadora corruptora de Morena y vendieron el futuro de los dos partidos, por que todo aquel que sepa sumar dos mas uno, sabe que es la única forma de ganarle una elección a Morena, sin contar con ya sea un caudillo o un candidato tan o mas carismático que Obrador, es uniendo fuerzas.
MC y PAN parecen convencidos de que pueden atraer al electorado desencantado sin echar mano del PRI, y tal vez lo intenten. Pero el riesgo es que ese electorado se divida ante la oferta partidista, ante la multiplicación de candidaturas, ante la dispersión del voto opositor. Y el adversario más poderoso no deja de perfilarse: Morena y los millones que destinan desde hace 7 años a la compra del voto para el 27 y el 30.
Al descartar una alianza con el PRI, MC y PAN están renunciando a la universalidad de contención del voto opositor. Piensen en esto: el PRI es el partido que aún tiene mayores estructuras, presencia territorial, clientelas, militancia que no cambia de partido, mas allá de eso, de haber caido de su 17% de porcentaje de voto de los últimos años a un 11-12% con sus últimas acciones, ha regresado a tener un 14-15% de intención de voto y plantea estar perfectamente recuperado y posiblemente fortalecido para el 2027, gracias al fronteo directo de su presidente Alito Moreno a todos los temas de corrupción y a su denuncia constante a las narco alianzas de muchos militantes de Morena. Alito ha demostrado ser el único opositor capaz de enfrentar con valor, alianzas internacionales, estrategia y discurso al Gobierno de Claudia Sheinbaum y a los políticos corruptos que heredó de AMLO.
El adversario común debería de ser Morena, pero al no unir fuerzas, MC y PAN dejan al bloque opositor sin cohesión, listo para que arrasen con él en la elección. Morena, por su parte, ve cómo sus adversarios suman fracciones, suman fugas y trata de fortalecer sus propias alianzas con repartos de posiciones futuras.
Este error tiene dos efectos directos:
1. División del voto opositor: En distritos clave y en listas plurinominales, cuando MC, PAN y PRI compitan por separado, los votos que podrían haberse concentrado en una fuerza unificada se dispersan. Resultado: Morena se convierte en mayoría relativa sin necesidad de mayoría absoluta.
2. Facilita la dominación de Morena en el Congreso: Si la oposición fragmentada presenta candidaturas divididas, Morena podrá ganar escaños en zonas con baja participación opositora, incluso con porcentajes modestos. El caso típico: 35 % para Morena, los demás se reparten los sobras. Cuando juntos tendrían la posibilidad de ganar mayoría en el Congreso y revertir las barbaridades a las que nos van a condenar las reformas que están pasando a toda prisa en esta legislatura y que claramenta perfilan una dictadura.
Visualicemos el posible escenario: en 2027, Morena podría quedarse con la mayoría absoluta o cerca de ella en la cámara de Diputados y Senado, sin necesidad de pactar o negociar demasiado con la oposición, gracias a que la oposición permitió su propia dispersión. Resulta irónico: MC y el “Refundado” PAN, al pretender aislarse del PRI, podrían sin querer facilitar la hegemonía por otros 3 años de Morena.
Imaginen los efectos: un Congreso aún más a modo del poder ejecutivo, reformas estructurales ya sin contrapeso, austeridad republicana convertida en un mecanismo permanente de control político, corrupción aún peor que la actual, la transformación de instrumentos de fiscalización convertidos en meras sombras. Y la oposición, al no haber acordado alianzas, sin una fuerza articulada para frenar ese avance.
Encima nos quieren hacer creer que es por la reputación de un pasado Priista que hoy la gente en la calle extraña, así como extrañan a Calderón y a Fox, de igual forma escuchas voces que extrañan a Peña y a Zedillo, sin embargo, resistirse al pacto hoy puede significar capitular mañana sin siquiera negociar.
¿Qué procede? Ser realistas, renunciar al ego partidario con unidad, coraje político y visión estratégica
1. Revisar la lógica de alianzas desde una óptica pragmática: No se trata de “¿con quién quiero estar?”, sino de “¿con quiénes evito que el adversario gane?”.
2. Diseñar un frente amplio opositor que permita candidaturas conjuntas, listas plurinominales combinadas, distritos compartidos, mecanismos de reparto de espacios que reconozcan identidad partidista pero antepongan objetivo común.
3. Candidatos ciudadanos, comunicación clara hacia los electores: explicar que pactar no es traicionar, sino construir mayoría para que el país no quede en manos de un solo bloque.
MC y PAN están frente a un espejo: o se miran como dos espejos enfrentados —solo reflejando sus propios rostros y perdiendo perspectiva— o se miran en un espejo común que les permita ver la totalidad del adversario y el riesgo mayor que enfrentan. Porque el problema no es el PRI. El verdadero problema es que la oposición se quede sola, fragmentada, sin poder, y que Morena se embriague de mayoría, complete el control del Congreso y reforme al país sin contrapesos.
Si la oposición no actúa ahora —y actúa con altura estratégica—, el 2027 puede ser el año en que no solo pierda una elección, sino en que entregue un escenario institucional donde la divergencia democrática se haga cada vez más tenue. La división de hoy puede ser la subordinación y entrega del mañana, piensenselo bien o vamos juntos o diganle buenos días a su nueva República bananera al mejor estilo de Venezuela.