No Pasa Nada
Por: Jesús Solano Lira
Tras el asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo, que motivo una serie de movilizaciones durante cuatro días, crecen los señalamientos en contra del gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, por sus presuntos nexos con la organización criminal “Cárteles Unidos”, con la que fueron relacionados sus familiares.
De acuerdo con documentos de inteligencia militar y la DEA , el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, fue financiado en su campaña electoral por el crimen organizado, a través de su tía Anabel Bedolla Marín, esposa del ex alcalde de Aguililla, Adalberto Fructuoso Comparán Rodríguez “El fruto”, detenido en Estados Unidos por pretender introducir media tonelada de metanfetaminas a ese país.
Según los reportes, y para nadie es un secreto, Bedolla Marín financió la campaña del mandatario michoacano, y fue el enlace entre la organización criminal y políticos locales. Cabe destacar que su nombre figura en los archivos hackeados a la Secretaría de la Defensa Nacional por el colectivo Guacamaya.
En su defensa el ausente y omiso gobernador de Michoacán ha asegurado que “no mantiene ningún vínculo ni relación con ellos (sus familiares) desde hace más de diez años”, y que “no puede ser responsabilizado por las acciones de familiares lejanos”.
Por cierto no se pueden pasar por alto, las acusaciones de Hipólito Mora, fundador de las autodefensas en Michoacán, asesinado en una emboscada en junio de 2023 en la Ruana, contra Ramírez Bedolla. Hipólito Mora, sostuvo que el morenista ganó la elección para gobernador, gracias al apoyo de “Cárteles Unidos”.
Y con la retórica del sello de la casa (Morena), el Gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, aseguró que existía buena coordinación con el Alcalde de Uruapan, asesinado el pasado fin de semana.
Basta recordar que como aspirante a la presidencia municipal de Uruapan, Carlos Manzo, a través de sus redes sociales, advirtió al gobernador que tendría que “pasar sobre su cadáver y (tendría) que matar a mucha gente, para permitirle que siga extorsionando y robando al pueblo de Uruapan y de Michoacán ,mediante la Guardia Civil”.
De hecho la relación institucional entre el alcalde y el gobernador, a decir de amplios sectores de la entidad, nunca fue buena, por el desinterés, omisión e indolencia de Alfredo Ramírez Bedolla, a la creciente e imparable ola de violencia en los límites de Tierra Caliente y la Meseta Purépecha.
Cabe destacar que según Insight Crime, “Cárteles Unidos”, la organización criminal con la que se vincula al gobernador Alfredo Ramírez Bedolla, mantiene control territorial y económico en Apatzingán, Coalcomán, La Ruana y Tepalcatepec, que se distinguen por la comercialización de carne, cerveza, abarrotes y cítricos.
Lo que ocurre en Michoacán, es una realidad de la grave crisis de inseguridad que vivimos, y que tanto el gobierno federal como el estatal se niegan a reconocer.
Ahí le va el dato. De acuerdo con Data Civica, en los últimos cinco años han sido asesinados 63 funcionarios en Michoacán, entre ellos ocho presidentes municipales, incluido Carlos Manzo, de Uurapan, quien confrontó abiertamente a la delincuencia organizada, y fue ultimado por un joven de 17 años en plena conmemoración del Día de Muertos.
Lo más lamentable, es que tuvo que ocurrir el asesinato de Carlos Manzo, para que la federación volteará los ojos a ese municipio, y lanzará, en medio de las protestas por ese artero crimen, su “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia”, basado en tres ejes: seguridad y justicia, desarrollo económico con justicia, así como educación y cultura para la paz.
En el papel, esas intenciones son buenas, sin embargo, se requiere algo más que un simple plan para contener la ola de violencia que se recrudeció con la fallida estrategia de seguridad de “abrazos, no balazos”, implementada en el sexenio pasado. Carlos Manzo, solía decía que a los delincuentes más que abrazos, se les tenían que dar “chingadazos”. Ya basta de culpar al pasado.




