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La bestia que, disfrazada de mesías, asaltó el poder…

Redacción Por Redacción
8 noviembre, 2025
en Rodolfo Villarreal Ríos
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Rodolfo Villarreal Ríos

 

Ante las circunstancias que, actualmente, se viven en varios sitios del mundo, recordamos las conversaciones que, hace casi dos décadas, sosteníamos con quien fuera nuestra profesora de Historia de Europa en el Siglo XIX, Linda S. Frey. Entonces, mencionábamos como Napoleón no vio la luz primera en Francia sino en Córcega; Stalin no era ruso, nació en Georgia; y, los orígenes de Hitler nada tenían que ver con Alemania, era un engendro proveniente de Austria. Eso sí, los tres dañaron a más no poder a los países que los adoptaron. Con respecto al último engendro, recordamos que, el 25 de mayo de 2018, publicamos una pieza relacionada con lo acontecido en Alemania.

En aquella época, pertenecíamos a las minorías vistas por los “conocedores” con desdén por no compartir su perspectiva. Dados los acontecimientos ocurridos entre entonces y el presente inmediatísimo, nos pusimos a cavilar sobre si debiéramos de reproducirlo o no. Finalmente, ante el carácter intemporal de la lección y el hecho de que las acciones pueden se ejercidas en cualquier sitio, decidimos, con su venía lector amable, transcribir aquel escrito acerca de uno de los pasajes más negros de la historia de la humanidad. Es una advertencia que no termina por abrirles las entenderás a quienes, deslumbrados por las promesas alucinantes y facilonas, terminan postrados ante el engaño para después lamentarse. Partamos hacia aquella pieza aderezada con modificaciones leves.

Al inicio de los 1930s, en medio de la crisis económica que Alemania vivía, se daba una batalla política que se dirimía literalmente a golpes. El grupo que más se beneficiaba de esto era la S.A. o las camisas cafés en donde lo mismo se congregaban golpeadores profesionales que jóvenes aficionados a embarcarse en un pleito por el simple placer de dar rienda suelta a sus instintos.  Aunados a estos, aparecían nacionalistas fanáticos y anticomunistas. Para ellos, el nacional socialismo era “una idea, una fe, una religión…” veían la organización del partido como “una forma de transición y a la vez como un medio para reunificar Alemania.” A partir de aquí, revisemos como la bestia austriaca perpetró el asalto al poder.

Dado su carácter belicoso, los integrantes de las camisas cafés eran reacios a acatar órdenes. En agosto de 1930, en Berlín, atacaron la sede del Partido Nacional Socialista. Aparte de la intervención policiaca, llamada para restaurar el orden, fue necesario que Hitler interviniera personalmente y dejar muy claro que él era el líder máximo de la S.A. Por ello, estableció que todos los líderes de ese grupo paramilitar deberían de jurarle lealtad. Hitler mandó llamar de Bolivia a quien fuera su superior, el capitán Ernst Julius Günther Röhm para que actuara como su jefe de asesores en la S.A., lo cual implicaba que se hiciera cargo de la operación militar. Dentro de esta organización, Hitler promovió el fortalecimiento de la SS (los escuadrones de protección) al mando de Heinrich Luitpold Himmler. Eso no fue suficiente y, en abril del año siguiente, se hizo necesario realizar una purga de miembros de la S.A. por no aceptar el liderazgo absoluto de Hitler quien se valió de la SS para efectuarla. Dada la naturaleza de los miembros de la S.A., no querían seguir el camino encubierto de legalidad que Hitler trataba de venderles, ellos querían acción. Finalmente, valiéndose de las actuaciones del general Karl Eduard Wilhelm Groener, Hitler convenció a él y a los reacios, de que era el hombre que representaba la legalidad. Así, otros cayeron rendidos.

A inicios de 1931, la bestia austriaca continuó su proceso de gestación. Logró atraer para su causa lo mismo a los miembros de la Liga Agraria que a los nobles de Brandeburgo. Tras escuchar a la bestia en formación, los primeros, dejaron atrás su resentimiento por haber perdido votos ante los nacionalsocialistas y juraron apoyar a estos. Asimismo, miembros de la Liga Pangermana y el Partido Nacionalista se sumaron a la causa de los nazis. Al iniciarse la segunda mitad de 1931, el austriaco acordó con el líder del Partido Nacional Popular Germano, Alfred Ernst Christian Alexander Hugenberg, trabajar conjuntamente para derrocar al sistema de Weimar. En enero de 1932, a ellos se agregarían los industriales del Rhin y Ruhr quienes impresionados por la verborrea empezaron a enviar sumas considerables hacia las arcas de los nazis. Para esos momentos,, los nacionalsocialistas ya contaban con 800 mil miembros entre sus filas, de los cuales el 38 por ciento eran menores de treinta y cinco años.

Lo que a continuación trascribiremos es parte de los textos que Francis Ludwig Carsten plasmó en The Rise of Fascism, 1967.  Corresponden a eventos de 1931-32, pero si suena actual y muy cercano, pues no necesariamente podría tratarse de causalidades.

“La propaganda, más que la de ningún otro partido, llegó hasta los pueblos pequeños y las más remotas villas…los clérigos protestantes actuaban como oradores en los mítines. Los nacionalsocialistas, se percataron de que nacionalismo y religión, preferentemente combinados, eran los tópicos más populares, además de los referentes a la desigualdad generada por el sistema”. Lo que permitió a los “nazis convertirse en respetables (sic) fue su nacionalismo intenso, su manipulación de la religión, y el apoyo que les otorgaron los conservadores…” Asimismo, en muchos otros sitios, fue el “odio hacia los socialdemócratas lo que hizo que un gran número de alemanes cayeran rendidos ante los nacionalsocialistas…”.  Por lo que respecta a las reacciones de los miembros de las religiones diversas, “los católicos estaban aterrorizados por el neopaganismo de los nacionalsocialistas…”, su ‘salvador  Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli Graziosi (el futuro Pío XII) aún no los negociaba con la bestia austriaca para que vivieran tiempos mejores (!!). En las áreas en dónde entre la población había quienes profesaban el catolicismo y el protestantismo, estos últimos eran proclives a terminar adorando los mensajes de los seguidores de la bestia austriaca.

En materia de ejercicio del gobierno, a partir de 1930, en Alemania ya no operaba un sistema parlamentario. El presidente, el mariscal de campo Paul von Hindenburg, se la pasaba emitiendo decretos de emergencia, mismos que después enviaba al Legislativo para que se los aprobaran. “El canciller era el líder del Partido Central Católico, Heinrich Bruning cuyo nombre fue sugerido al mandatario por el general Kurt von Schleicher quien, aparte de ser la eminencia gris del ejército, gozaba de toda la confianza del gobernante”. Esto implicaba que se diera un cogobierno entre el presidente y el canciller con una agravante, el primero era un hombre de 82 años, y se había convertido en un tipo fácilmente influenciable. Además, su periodo gubernamental finalizaría en 1932, y necesitaba buscar la reelección. Aquí empezaron las labores de parto que arrojarían el alumbramiento de la bestia austriaca.

Los nacionalsocialistas decidieron que llevarían como su candidato al sujeto que, en 1932, se acaba de nacionalizar alemán, Hitler, mientras que los comunistas apoyaban a su líder. Por su parte, la derecha y del Partido Central postularon al presidente entrado en años. Con la finalidad de que el austriaco de origen no alcanzara el poder, los socialdemócratas votaron por Hinderburg. Sin embargo, eso no fue suficiente. En las elecciones de marzo de 1932, no pudo alcanzar la mayoría absoluta, mientras que Hitler obtenía el 30 por ciento. En una segunda vuelta, el presidente obtuvo 53 por ciento del total, mientras que el recién germanizado alcanzaba el 37 por ciento y el candidato comunista 10 por ciento.  El gobierno quedó en situación muy precaria.

Apenas unos días después de las elecciones, el ministro de defensa, el general Wilhelm Groener expresó sus intenciones de disolver la S.A. que seguía causando disturbios. Posteriormente, se empezaron a manifestar signos de descontento con el general von Schleicher actuando como el vocero de la alarma. La situación llegó al punto de generar una crisis de gobierno evidenciada cuando Schleicher amenazó con una renuncia masiva de los generales más importantes. Esto tuvo un efecto negativo sobre el gobierno de Bruning cuya relación con el presidente se vio deteriorada, lo cual redondeó los planes de Schleicher quien deseaba incorporar al gobierno a los nacionalsocialistas, pero no podría hacerlo mientras Bruning continuará en el cargo. Eso no perduraría por mucho tiempo, el presidente perdió la confianza en su canciller y este terminó por renunciar en mayo. En su lugar fue nombrado el candidato de Schleicher, Franz von Papen quien procedería, de inmediato. a buscar como incorporar a los nacionalsocialistas al gobierno. Para que esto sucediera era requerido disolver el Parlamento y convocar a elecciones. En julio, cuando se efectuaron las votaciones, el partido de la bestia austriaca obtuvo 13.75 millones de votos que le agenciaron 230 diputados. Los comunistas alcanzaron 89 diputaciones. Entre los dos representaban más del cincuenta por ciento de las curules, pero no podían formar gobierno.

Schleicher y Papen trataron de atraer a su bando a Hitler ofreciéndole la vicecancillería y el ministerio del interior prusiano que controlaba la policía. Sin embargo, sabedor de que los vientos corrían a su favor, el austriaco demandó la cancillería, y seis posiciones ministeriales, lo cual era entregarle el gobierno. “…lo que deseaba era el poder total y no una tajada del pastel; y sus seguidores adoptaron una actitud salvaje y violenta como su líder”.  Dicha actitud, los llevaría a sufrir un retroceso en las elecciones de noviembre cuando perdieron dos millones de votos y treinta y cuatro sitios en el Parlamento. Esto era resultado de que el desempleo había disminuido y parecía que la crisis económica empezaba a retraerse.

A pesar de lo anterior, la crisis política alcanzó a Papen quien demandó al presidente le diera poderes para cambiar la Constitución y gobernar sin el Parlamento. Ello fue objetado por Schleicher quien no deseaba ver al ejército defendiendo a un gobierno impopular. Al final de cuentas, Papen fue obligado a renunciar y, contra su voluntad, Schleicher fue investido como canciller.  A toda costa buscó encontrar la forma de negociar con los sindicatos y convertirse en el ‘canciller social’. Después de fracasar en las negociaciones con Hitler, le ofreció al líder formal de los nacionalsocialistas, Strasser, una posición ministerial. Este renunció a su partido y no hizo ningún esfuerzo por encabezar el grupo opositor dentro del partido, ni aceptó la propuesta en el gobierno. Inmediatamente, Hitler se dirigió a sus leales y tomó a su cargo las funciones de Strasser. Los nacionalsocialistas atravesaban una crisis grave y pocos veían un futuro brillante. En medio de ello, el 4 de enero de 1933, Hitler y Papen, se reunieron en la casa del banquero Kurt Freiherr von Schröder. Con ello darían inicio los últimos momentos del parto que arrojaría afuera a la bestia austriaca.

Papen encontró lo que le faltaba para cobrarle afrentas a Schleicher, se aliaban los nacionalsocialistas y los nacionalistas. Al enterarse Schleicher, de las negociaciones, hizo un requerimiento similar a las de su antecesor, pero tuvo igual suerte, el presidente le rechazó la petición. Lo que Hinderburg deseaba era otro gobierno de Papen, a lo cual los generales se oponían. Dos de ellos lo apercibieron de lo peligroso de que se diera una situación así, pero lo que encontraron como respuesta fue la propuesta para que el cabo austriaco se convirtiera en canciller. De esa manera, la bestia austriaca nació y asaltó el poder, el 30 de enero de 1933, un día de ignominia en la historia de la humanidad. Los alemanes no se percataban de ello.

Esa misma noche, las calles se llenaron de júbilo, como si se hubiese anunciado la llegada del mesías salvador. En cada pueblo hubo fiesta, largas filas de ciudadanos marchaban por las calles portando antorchas. Por horas, muchísimos desfilaron enfrente de la cancillería desde donde la bestia austriaca, acompañado por sus más cercanos, admiraba el espectáculo complacido. Tras de una sucesión de gobiernos débiles, cada vez más impopulares, Alemania contaba ahora con un gobierno fuerte con un amplio respaldo popular. Sin embargo, aún había un problema por resolver entre los dos partidos en el poder ya que, solamente, contabilizaron el cuarenta y dos por ciento de los votos en noviembre anterior y el gobierno continuaba dependiendo de la confianza del presidente cada vez más entrado en años. Era necesario convocar a elecciones, mismas que se efectuarían el 5 de marzo. Mientras tanto, se disolvió el Parlamento y nadie se opuso a la instauración del gobierno de la bestia austriaca. Millones le dieron la bienvenida. ¿Alguna imagen no tan lejana viene a la mente?

Las elecciones dieron una victoria a los nacionalsocialistas quienes obtuvieron el cuarenta y cuatro por ciento del total; los nacionalistas ocho por ciento, lo cual les dio la mayoría. Los opositores, social demócratas, comunistas y católicos centrales emergieron debilitados del proceso. Pero aún faltaba algo más. El 23 de marzo, el Parlamento sesionó en el Teatro de la Opera Kroll. Las proximidades del lugar y las calles adyacentes estaban custodiadas por miembros uniformados de la S.A y la S.S. con el fin de intimidar a los diputados. A los comunistas, les quitaron sus escaños y a muchos de los socialdemócratas, se les prohibió asistir a la sesión. En ella, la bestia austriaca presentó a votación la Ley de Habilitación mediante la cual podría emitir leyes sin la aprobación del Parlamento o el presidente de Alemania. Esta disposición legal le otorgaba poderes plenos al gobierno por cuatro años y además podría cambiar la Constitución. La ley fue aprobada por 441 a 94 votos, solamente los sociales demócratas votaron en contra. La bestia austriaca con todo el poder continuaría con una política basada en propaganda que se adaptaba según fueran las simpatías de la gente. Se jugó con el miedo de los alemanes al comunismo y la antipatía que generaba el régimen republicano. Se repudiaban los Tratados de Versalles, era prometido retornar a los días de la grandeza germánica y su papel relevante en el concierto mundial.

El nacionalismo era el arma más utilizada, además de culpar a los judíos de los males. Ello, se acompañó por acciones infames como las desarrolladas el 30 de junio de 1933, durante “La noche de los cuchillos largos,” en la cual se entronizó la S.S.  ejecutando lo mismo miembros de la S.A., que, a líderes católicos y conservadores prominentes, o bien figuras gubernamentales del pasado inmediato como Schleicher y su esposa; el general Friedrich William Adalbert von Bredow quien fuera la mano derecha del anterior; Strasser; Gustav von Kahr, quien, en 1923, traicionara a la bestia; y muchísimos más que representaran una amenaza al régimen naciente. Muy pocos, se percataban que una vez establecidos en el poder los nacionalsocialistas, solamente un terremoto inconmensurable los despojaría de él. Atrás quedaban las promesas de inclusión, solamente había una opción y todo aquel que se opusiera a ella, si le iba bien sería expulsado, los demás pasarían a ser ejecutados o confinados a los campos de concentración. Un escalofrío nos invadió.

Lo anterior, se resumiría en la Segunda Guerra Mundial en donde entre 55 y 60 millones de personas perdieron la vida, incluidos seis millones de judíos quienes fueron víctimas de las atrocidades de la bestia austriaca. Todo por que un día, el pueblo alemán creyó que recuperaría su grandeza si seguía a pie juntillas las promesas de aquella bestia que, disfrazada de mesías, les vendía ser capaz de terminar con todas las injusticias, revertir su situación económica y traer gobernabilidad. Una lección que los habitantes de los pueblos en problemas no debemos de olvidar. Nada es resuelto por actos de magia o mediante promesas vacuas, el camino que luce fácil al final termina por crear generaciones de ciudadanos arrepentidos. Tengamos presente, nunca falta una bestia disfrazada de mesías quien promete resolver, por la vía fácil y gratuita, cuanto problema exista recurriendo a la premisa de que hay que destruir lo que tardó generaciones en construirse arguyendo que todo lo del pasado fue producto de acciones negativas. Si alguien no se ha percatado de lo que eso significa, le recordamos que “la historia debe de leerse, siempre, en tiempo presente”.vimarisch53@hotmail.com

 

Añadido (25.45.161) Hoy, 8 de noviembre, se cumplen 22 años, también era un sábado, desde que, gracias a la generosidad de don Francisco Juaristi Septién, inicié mi segunda etapa como escribidor semanal. 1105 artículos después, aquí continúo en este ejercicio grato que es someter a la consideración de usted, lector amable, opiniones y comentarios sobre tópicos diversos. Mi agradecimiento a todos quienes han hecho factible que pueda realizarlo.

Añadido (25.45.162) Tras de la tunda que, el martes pasado, recibieron en las urnas, muy conveniente sería que los Republicanos recordaran que: “El triunfo no es eterno, ni la derrota es para siempre. Siempre hay un mañana por enfrentar”. En consecuencia, deberían de olvidar la retórica de que se trató de “blue states” que votaron “blue”, y reconocer que las fantasías son un señuelo que los Demócratas saben emplear muy bien y ponerse a evaluar su actuación desde el gobierno si es que, el año próximo, desean mantener la mayoría en el Senado y la Cámara de Representantes.

Añadido (25.46.163) Con España las relaciones en pausa. Con Perú, non grata y relaciones rotas, ésta última situación es similar con Ecuador. Con Bolivia, ni nos hablamos. A la Argentina, ni volteamos a verla. Uruguay y Paraguay como si no existieran. Con Brasil, la amistad prevalecerá mientras Lula esté. En cuanto echen a los mentecatos en Chile, Colombia y Venezuela, les negamos el saludo a esas naciones. Y pensar que un día, México fue el líder de las naciones latinoamericanas. Entonces, la diplomacia estaba en manos de profesionales.

Añadido (25.46.164) ¿No habrá alguien que les avise que eso del TMEC ya se terminó? ¿Acaso no les han percatado que, mientras el gobierno de los EUA lo encabece el presidente Donald J. Trump, los acuerdos comerciales a firmase serán bilaterales?

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