* México, como nación organizada y observante de leyes y normas, parece ir como los cangrejos. El país padece de los mismos males que Miguel Miramón observa en la primera parte de su manifiesto hecho público en 1859: “… Tiempo ha que el vasto territorio nacional es un teatro de escenas sangrientas y de horror…”. Las fosas clandestinas que se multiplican y albergan lo que fue, son muestra de la negligencia de la máxima autoridad militar y constitucional. Porque los servicios periciales y forenses son insuficientes para informar, con cierta certeza, a madres y demás familiares, que ya encontraron a sus muertos
Gregorio Ortega Molina
Muchas de las autoridades mexicanas son negligentes, en todos los órdenes y también a todos niveles. Ya no puede ocultarse que lo del puente de la Concordia, la explosión de la pipa y los muertos, fue propiciado por un bache, o que el derrumbe del puente de la L-12 ocurrió porque pocos o varios cerraron los ojos ante los deficientes materiales; sacrificaron vidas por corromperse.
¿Cuánta lluvia necesitó caer sobre Veracruz, concretamente sobre Poza Rica, para que muchos de sus habitantes lo perdieran todo? ¿Estaba supervisado el río Cazones? ¿Pudieron prevenir el torrente de lodo y muerte, o nada más les valió M… porque no se trataba de sus seres queridos, de los suyos? A los mexicanos los acostumbraron a que cada quien se rascara con sus uñas. El dedo índice de la doctora Sheinbaum Pardo sobre sus labios, nos indica dónde cae la responsabilidad del abandono en que dejaron a esa población, lo mismo lo dice la pulcritud de su atuendo durante sus visitas a las diversas zonas del desastre.
Ni qué decir de las muertes violentas, los crímenes impunes, los oídos sordos y la ceguera de las autoridades que son responsables de esas garantías constitucionales entre las que destaca la preservación de la vida, pues muertos a quién le sirve la libertad, la educación, la salud. Y ahí están las imágenes y la información de los pollitos de colores, que pierden la inocencia con las armas en las manos, con sus primeros crímenes.
México, como nación organizada y observante de leyes y normas, parece ir como los cangrejos. El país padece de los mismos males que Miguel Miramón observa en la primera parte de su manifiesto hecho público en 1859: “… Tiempo ha que el vasto territorio nacional es un teatro de escenas sangrientas y de horror…”. ¿Cuánto hemos vivido en santa paz desde entonces? Hoy, esta patria nuestra está en estado de Guerra, porque así lo determinó el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, y no veo salida honorable para las autoridades constitucionales.
Las fosas clandestinas que se multiplican y albergan lo que fue, son muestra de la negligencia de la máxima autoridad militar y constitucional. Porque los servicios periciales y forenses son insuficientes para informar, con cierta certeza, a madres y demás familiares, que ya encontraron a sus muertos.
@OrtegaGregorio




