* ¿En dónde estamos parados en este presente de siete años? Padecemos una nueva y más profunda traición a la fallida democracia mexicana y a la Revolución que nos permitió cultivar la esperanza de alcanzarla. Insisto, vivimos una mutilación más dañina y más amplia que la debida a Antonio López de Santa Anna, porque no se pierde territorio, sino espíritu, idea de pertenencia, voluntad de ser mexicano a pesar de la dilución de la patria
Gregorio Ortega Molina
En un denodado esfuerzo verbal por mantener con aliento retórico el concepto de revolución, los políticos mexicanos lo desgastaron tanto que ahora ya nada significa.
Con ingenio ideológico los teóricos del nuevo-viejo modelo político, para mantener vigente esa idea de cambio, hoy a la revolución la llaman transformación, y nada menos que la cuarta, como si hiciera falta llevar la cuenta para vender el engaño.
Tanto desgastaron el lenguaje los políticos de ayer y de hoy, y tanto abusaron de la robadera, que hoy la Revolución sólo es un pálido recuerdo de lo que fue en los hechos y en el discurso. Logros, los hubo, pero todo indica que fueron mayores las pifias, como lo muestra el estado actual de Pemex, o lo ocurrido en Segalmex, o la cancelación de lo que apunto como promesa: el acceso a la información, que fue el único y gran acierto de Vicente Fox.
Es necesario releer La Revolución inconclusa. La filosofía de Emilio Uranga, artífice oculto del PRI. En este extraordinario ensayo de José Manuel Cuéllar Moreno encontramos la más aceptable explicación de la razón por la cual los políticos del civilismo abusaron del concepto hasta deformarlo y dejarlo inútil a los propósitos de control político.
Anotó Cuéllar Moreno: “… el significado de la Revolución mexicana debía hallarse, de acuerdo con Uranga, en una caracterización de la <nueva patria>, y esta caracterización debía tener su base en el humanismo posrevolucionario o humanismo del accidente. Análisis del ser del mexicano puede leerse como una reacción en términos ontológicos ante el sistema democrático fallido de México y una defensa de la Revolución de Cárdenas o, mejor aún, de una revolución sin caudillos -¿captas Andrés Manuel?-, sin gentilicios, revolución del pueblo -y de todos los pueblos-, verdaderamente reivindicativa de la condición y la dignidad humanas: el reconocimiento a la capacidad que cada uno tiene para autodeterminarse”.
¿En dónde estamos parados en este presente de siete años? Padecemos una nueva y más profunda traición a la fallida democracia mexicana y a la Revolución que nos permitió cultivar la esperanza de alcanzarla. Insisto, Vivimos una mutilación más dañina y más amplia que la causada por Antonio López de Santa Anna, porque no se pierde territorio, sino espíritu, idea de pertenencia, voluntad de ser mexicano a pesar de la dilución de la patria.
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Las consecuencias de la 4T son mayores y más dañinas. Lo ven los lectores. Como el testimonio que les comparto.
Y con la fuga de capitales y empresas por la conducta terrorista del SAT, el gobierno sin dinero por haberlo malgastado y con una deuda del doble de lo que la encontró López, todavía la afamada doctora impulsa la votación de jueces del acordeón para que ningún amparo prospere. Y los secuaces sacando tajadas de cualquier índole, desde las fotocopias, o el café en las cámaras, o el huachicol fiscal, han dejado a México más pobre que nunca. Y encima los granaderos golpeando a los manifestantes. Y la lagartija seca anunciando que todo va muy bien.
@OrtegaGregorio




