La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
MAGA se saca de la chistera métodos decimonónicos en versión 3.0
En diciembre de 1998, el comandante Hugo Chávez ganó el proceso electoral y, con gran legitimidad, comenzó un nuevo régimen denominado República Bolivariana de Venezuela.
Después de la muerte de Chávez, en abril de 2013, inició la primera administración formal de Nicolás Maduro y de ahí, hasta la fecha, se ha mantenido en el poder gracias a una serie de triquiñuelas que, tuvieron su máxima expresión, con el brutal fraude de julio de 2024.
A pesar de las protestas continuas, de la quiebra económica del país (tan sólo entre 2013-2020, el PIB se contrajo 88%, no obstante, tener las reservas probadas de petróleo más abundantes del mundo y ser, además, el país más próspero de AL durante los años 70), a lo que se suma que, casi ocho millones de personas han salido del territorio nacional, nada ni nadie, ha podido impulsar una apertura del régimen, vaya, ni las presiones de Lula y Petro.
Sin embargo, de acuerdo a filtraciones gubernamentales al NYT, Maduro habría propuesto, en pacto secreto, dejar el cargo en un plazo de dos años, lo cual fue rechazado por Trump, que al puro estilo foxista y con el sartén por el mango, espeta: hoy, hoy, hoy.
Las negociaciones diplomáticas secretas suelen ocurrir, por lo tanto: ¿qué percibió don Nico que ya comenzó a ceder lo que, insistimos, nadie había logrado que ocurriera?
La respuesta es fácil: lee decisión total en la estrategia estadounidense y, de seguro, piensa en el ejemplo de Antonio Noriega. La diplomacia ‘de las cañoneras’ a todo lo que da.




