En un giro que pocos esperaban hace solo un año, la Unión Europea acaba de anunciar que pisará el freno en su ambiciosa Ley de Inteligencia Artificial (AI Act).
Lo que iba a ser el reglamento más estricto del mundo para la IA ahora se hace un poco más flexible: las normas para sistemas de alto riesgo se aplazan hasta diciembre de 2027 (antes agosto de 2026). Y viene acompañado del uso de datos para entrenar modelos y otras trabas del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD).
La Ley de Inteligencia Artificial (AI Act) entró en vigor en 2024 y se diseñó como un semáforo de riesgos:
• Rojo absoluto (prohibidos): IA que manipula subliminalmente, puntuación social al estilo chino o reconocimiento biométrico en tiempo real en espacios públicos (salvo excepciones policiales).
• Alto riesgo: IA en empleo (selección de CV), crédito, sanidad, tráfico, exámenes educativos o aplicación de la ley. Aquí las empresas debían documentar todo, evaluar riesgos y registrar sistemas… y enfrentar multas de hasta el 7 % de la facturación global o 35 millones de euros.
• Obligación estrella: entregar resúmenes detallados de los datos usados para entrenar modelos, lo que chocaba frontalmente con derechos de autor y protección de datos.
Para las Big Tech esto era un freno de mano. La CCIA Europe (lobby que agrupa a Meta, Google, Amazon, Apple y más de 100 empresas) llevaba meses avisando que la ley ahogaba la innovación y ponía a Europa en clara desventaja frente a EE.UU. y China.
Justo cuando la Comisión Europea preparaba el cambio de rumbo, llegó un mazazo judicial que ilustra por qué las tecnológicas estaban tan nerviosas.
Un tribunal de Madrid condenó a Meta a pagar 479 millones de euros a 87 editores y agencias de noticias españolas. Motivo: entre 2018 y 2023 Facebook e Instagram usaron datos personales para publicidad dirigida sin base legal sólida, infringiendo RGPD y competencia desleal. Básicamente, Meta construyó un imperio publicitario con datos que los medios no podían replicar legalmente, robándoles ingresos… nada nuevo por acá.
Meta recurrirá argumentando que cumple y que da herramientas a usuarios, pero el mensaje es que la regulación europea es muy restrictiva, frena la competitividad y el desarrollo tecnológico.
Europa trae unos reglamentos de 900 páginas, pero Estados Unidos innova primero y regula mucho después. Por eso genera la mayoría de los modelos más avanzados del mundo y concentra el capital privado más agresivo. China ni siquiera avisa: escala a velocidad industrial, controla su ecosistema de datos y domina el hardware.
Europa, en cambio, regula primero, pregunta después y compite nunca. ¿Se acuerdan de la pandemia? Un continente que pretende liderar la era de la inteligencia artificial con la misma lógica burocrática con la que administra sus cafés: lento, caro y con reglas que nadie entiente. sí no se gana una carrera tecnológica.
La evidencia es impresionante: la inversión en IA en EE.UU. es ocho veces mayor que en Europa. Y de los 100 modelos de IA más importantes del planeta, Europa no creó ni el 5%. Hace una década representaba cerca del 20% de la inversión global en deep tech; hoy no llega ni al 5%.
La sobrerregulación espanta capital, cerebros, ingenieros, startups y fondos, forzando que simplemente migren a Silicon Valley o Shenzhen porque ahí no tienen que pedir permiso para innovar. Con estos números, nos podemos emprezar a preguntar cuánto tardará Europa en comenzar a volverse irrelevante.
El 19 de noviembre de 2025 la Comisión Europea presentó el paquete de simplificación digital (bautizado como Digital Omnibus), que reforma varias leyes a la vez:
• AI Act: aplazamiento de 16 meses para alto riesgo (hasta diciembre 2027).
• RGPD y ePrivacy: más flexibilidad en consentimiento de cookies y uso de datos anonimizados (o incluso algunos personales) para entrenar IA.
• Áreas afectadas: identificación biométrica, gestión de tráfico, servicios públicos, selección de personal, sanidad, crédito y policía.
La excusa oficial: falta de estándares técnicos y necesidad de que empresas y Estados miembros se adapten. La realidad: presión de la industria y miedo a quedar rezagados en la carrera global de la IA.
Los defensores liderados por la CCIA, la industria tecnológica y algunos gobiernos celebran: Europa necesita respirar para innovar. Sin flexibilidad, el talento y la inversión se van a EE.UU. o Asia.
Los críticos entre los que se encuentran ONG´s como noyb, eurodiputados progresistas y activistas en pro de la privacidad, hablan de rendición: “Es un retroceso masivo que diluye derechos fundamentales justo cuando el mundo miraba a Europa como alternativa ética”.
El paquete aún debe pasar por el Parlamento Europeo y los 27 países miembros. No está garantizado que salga tal cual, pero el tono ha cambiado: Bruselas ya no quiere ser solo “el sheriff” sino también el patio donde jueguen las grandes tecnológicas.
La regulación excesiva sí frena innovación. Europa busca el punto medio, aunque por ahora inclina la balanza hacia la competitividad. El debate está servido y lo que sí sabemos es que la IA no espera a nadie.




