No Pasa Nada
Por: Jesús Solano Lira
A pesar de que en la pasada Cumbre COP30, celebrada en Brasil, México asumió un ambicioso compromiso y va por la construcción de “un futuro más justo, inclusivo y sostenible”, además de reconocer pérdidas y daños por vez primera, será todo un reto para la presente administración cumplir la meta, debido a un pequeño detalle: mantiene una política fiscal y energética enfocada en combustibles fósiles.
Y eso no lo digo yo, sino expertos en materia ambiental, quienes elogian el compromiso climático del gobierno, compromiso que enfrenta una contradicción abismal, ya que mientras Pemex recibirá más de 460 mil millones de pesos en 2025, la Secretaría de Medio Ambiente terminará el año, operando con un presupuesto de 44 mil millones de pesos. México gasta más en contaminar que en cambio climático.
Si bien organizaciones de la Sociedad Civil integrantes de la Coalición México Resiliente, reconocen que la publicación de la Actualización de la Contribución Determinada a nivel Nacional 3.0 de México (NDC 3.0), es un avance en la “política climática de México, el reto está en asegurar que se cuente con los recursos financieros necesarios para implementarla”.
De acuerdo con cifras dadas a conocer por la presidenta y fundadora del Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y el Caribe, Sandra Guzmán Luna: “México recibe 85 veces más flujos del petróleo (117.1 mil millones de dólares) que de financiamiento climático (1.3 mil millones de dólares), e invierte 15 veces más en petróleo (44.4 mil millones de dólares) que en clima (2.8 mil millones de dólares).
Y no sólo eso, para la especialista “el reto es claro: alinear las finanzas con el clima es la solución, de lo contrario (el NDC 3.0) será un documento que no podrá ser realmente implementado”.
En ese contexto, Fernanda Ballesteros, Directora en México de Natural Resource Governance Institute (NRGI), subraya que la NDC 3.0 de México “constituye un paso constructivo para la política climática del país, con una meta absoluta de mitigación que aporta mayor claridad y se alinea con mejores prácticas internacionales.
Sin embargo, siempre habrá un negrito en el arroz, y para Ballesteros “excluir compromisos explícitos para Pemex (responsable del 95% de la producción petrolera), es una oportunidad perdida para articular una visión clara sobre la eliminación progresiva de los combustibles fósiles y el papel de la empresa en la transición justa del país. Sin esa definición, México avanza, sí, pero sin la hoja de ruta que realmente necesita.”
En línea con esos dirigentes, para Jorge Martínez, Coordinador de Justicia Climática en OXFAM México, la “nueva NDC de México reafirma la meta hacia la neutralidad de carbono hacia 2050, incorpora por primera vez un apartado de Pérdidas y Daños y reconoce la centralidad del trabajo de cuidados, por lo que el reto es claro: traducir este compromiso en una descarbonización acelerada y en el presupuesto público necesario para hacerlo realidad”.
Sin duda hay avances y muy importantes, y como muestra de de ello, la Coalición México Resiliente contempla: una mayor claridad en la meta de mitigación al 2035; impulso a la modernización energética; fortalecimiento del componente de adaptación; reconocimiento explícito de pérdidas y daños; reconocimiento de la dimensión social y territorial, así como agregar un enfoque y vínculo con los cuidados.
Para México Resiliente, hay un campo de oportunidades para que México pueda consolidar con efectividad la NDC 3.0, para lo cuan debe asumir compromisos claros y efectivos como: la descarbonización del sector energético; una mayor claridad sobre la ruta para la eliminación progresiva de los combustibles fósiles y el papel de Pemex; así como definir las asignaciones sectoriales para la meta de mitigación al 2035.
Además de esos compromisos, falta por concretar elementos sobre presupuesto y financiamiento pendientes de integrar; además falta precisar la arquitectura de gobernanza climática que propone la actual administración; protección de comunidades y personas defensoras sin mecanismos operativos.
Cabe destacar que el documento presentado por México en la COP30, no detalla medidas específicas para fortalecer la protección de defensores del territorio, claves para el desarrollo de proyectos sostenibles y para la gestión comunitaria de recursos naturales.
Por ello, urgen enfoques territoriales más definidos en agua, alimentos y salud climática,debido a que el componente de adaptación abre una ruta relevante, pero se requiere mayor claridad respecto a mecanismos para garantizar acceso equitativo al agua, resiliencia de sistemas alimentarios y capacidad de respuesta, y lamentablemente los gobiernos de Morena se han manejado en la opacidad total.
México Resiliente pone el remedio y el trapito, por lo que su propuesta de avanzar a una política climática más efectiva no debería echarse en saco roto. La Organización sostiene que esa política debe estar basada en la transparencia, participación continua, coherencia fiscal y energética, así como en el fortalecimiento territorial y protección efectiva de comunidades.




