Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
Más allá de los discursos huecos y triunfalistas, y de los aplausos ensayados, lo que quedó en evidencia durante el mitin por el primer informe de gobierno de Rocío Nahle en Veracruz el pasado domingo fue el desaire político de proporciones bíblicas que le hizo la cúpula de Morena.
De los 24 gobernadores de Morena, apenas dos se presentaron y no precisamente los más top: Oaxaca y Chiapas. Y de las figuras nacionales, ninguna. Salvo el misógino, corrupto e impresentable senador Gerardo Fernández Noroña, que no es precisamente alguien para presumir con la familia.
La ausencia fue tan notoria que ni el acarreo masivo de burócratas ni los gritos desaforados de sus textoservidores queriendo vender una imaginaria validación popular pudieron disimularla. El espectáculo de adulaciones prefabricadas contrastó con la realidad: un gobierno sin logros tangibles, sin resultados que entusiasmen siquiera a sus correligionarios.
El gesto de la cúpula morenista fue contundente: marcar distancia de una administración que, en apenas un año, ha mostrado más precariedad que rumbo, más vísceras que eficiencia y una popularidad por los suelos. Y la consecuencia fue que no hubo respaldo político nacional, no hubo acompañamiento de quienes suelen convertir estos informes en pasarela de poder. Lo que hubo fue vacío.
Hasta la presidenta Claudia Sheinbaum, quien se ha distinguido por dar espaldarazos demasiado seguido a la gobernadora de Veracruz y estaba invitada al acto político –porque de rendición de cuentas, nada-, se “abrió” y no solo no vino a Xalapa a acompañar a la mandataria del cuarto estado más poblado del país, sino que envió en su representación a un funcionario que, jerárquicamente, es de medio pelo: el director de Petróleos Mexicanos Víctor Rodríguez Padilla. Vaya, ni siquiera a la titular de la Secretaría de Energía. Fue una bofetada no con guante blanco, sino con uno de boxeo.
El mega acarreo con el que medio llenaron la plaza Lerdo buscó maquillar la soledad política de la gobernadora.
Decenas de autobuses llenos de trabajadores estatales y municipales obligados a asistir, beneficiarios de programas sociales y aspirantes a “roer” algún “hueso” poblaron las calles y avenidas de una ciudad colapsada por el tráfico desde el viernes, porque quieren y pueden; pancartas impresas desde oficinas gubernamentales con mensajes de apoyo y hasta un panfleto impreso por cientos –pagado por el erario- con los “logros” del primer año, fueron insuficientes.
Las consignas prefabricadas como para programa de concursos no generan entusiasmo genuino. Los gritos de los aduladores no sustituyen la legitimidad. Y el acarreo es, en sí mismo, un síntoma de debilidad. Un gobierno fuerte no necesita llenar plazas con empleados forzados a ir ni recurrir a la parafernalia propagandística para aparentar apoyo.
Ese vacío –político y social- refleja la falta de credibilidad de un gobierno que no ha podido articular políticas públicas de impacto, que respondió de manera torpe y errática a su primera emergencia natural –porque seguro habrá muchas más en los años por venir- y que es incapaz de hacerse la menor autocrítica. Mejor, llamar “carroñeros” a quienes exigen transparencia, responsabilidad y resultados palpables.
La ausencia de la élite del morenato fue un mensaje hacia el futuro: la gobernadora de Veracruz no es vista como un activo político, sino todo lo contrario. El suyo es un gobierno que no convoca ni a sus aliados, que no convence a la ciudadanía y que no logra trascender más allá de la propaganda oficial.
Está tan sola, que se tuvo que conformar con Fernández Noroña.
Desmantelar sindicatos, desde los municipios
La embestida contra los sindicatos en Veracruz está lejos de haber terminado luego del intento, aparentemente fallido, de imponer la sindicación única. Solo que ahora buscan aplicarla desde el ámbito municipal.
Es un secreto a voces que en ayuntamientos como el de Coatzacoalcos –cuyo alcalde saliente, Amado Cruz Malpica, está pujando, literalmente y figuradamente, por llegar a la Fiscalía General del Estado- se preparan para darle un golpe al sindicato de trabajadores municipales, en acuerdo con Pedro Miguel Rosaldo, quien asumirá la presidencia municipal en enero, y con el beneplácito de la jefa de ambos.
Tanto así, que los trabajadores con mayor antigüedad están tramitando apresuradamente sus jubilaciones y retiros antes de que los echen a la calle sin nada. La estrategia es que a quienes les toque la “rasuradora” se pierdan en largos juicios laborales que tardarán años en resolverse.
Así la “izquierda progresista” y “humanista” que gobierna en Veracruz.
Email: aureliocontreras@gmail.com
X: @yeyocontreras




