Pablo Gato
Un nuevo informe del Congreso de EEUU indica que en Afganistán se robaron 29 mil millones de dólares del dinero enviado por los contribuyentes internacionales.
Eso sin contar con los 148 mil millones también enviados por el contribuyente durante la ocupación del país y que crearon programas que hoy han desaparecido.
Siempre me ha intrigado cómo estudiamos con lupa por ejemplo la cuenta de un restaurante para asegurarnos que no nos cobran más de lo debido, pero que en general permanecemos insólitamente impasibles ante escándalos de fraude como este sin levantar la voz.
Nos peleamos por un dólar pero nos roban miles de millones. Si, la cueva de Ali Baba estaba en Afganistán porque el gobierno de Afganistán, los contratistas y militares occidentales se robaron 29 mil millones de dólares que iban destinados a levantar el país.
Tu dinero.
¿Alguien habla de eso? Nadie.
Tiene cero perfil en los medios.
Es como los 400 mil millones de dólares enviados a Ucrania para el conflicto con Rusia y aún estamos esperando la primera auditoría para saber adónde ha ido a parar ese dinero cuando sabemos perfectamente que Ucrania es uno de los países más corruptos del mundo.
Tampoco ha habido ninguna auditoría a Zelensky.
Ese dinero no ha caído del cielo. Es el dinero de contribuyentes que quizás han de decidir si comprar comida o medicinas porque no pueden pagar ambas o que no saben si podrán abonar el alquiler de su vivienda ese mes.
Ya sabemos que una mentira, cuanto más grande mejor porque paradójicamente es más creíble.
Con el fraude al contribuyente es igual: cuanto más robes mejor. No robes el dólar, sino los miles de millones de dólares.
Si algún día ese fraude se convierte en un titular de prensa como este, durará un día y mañana nadie se acordará.
Inédito. Inédito. Inédito.
¿Mensaje que se da con esto?
Contratistas, políticos y gobiernos extranjeros que reciben ayuda: roben todos miles de millones que puedan mientras puedan.
El contribuyente está ocupado ahorrando el dólar de la cuenta del restaurante. ¿Ya dije la palabra inédito?
¡Cursos universitarios para… hacer amigos!
Sí, tal y como lo lee. Stanford, una de las mejores universidades de EEUU, ya incluye en su oferta académica estudios de cómo hacer amigos.
Los humanos, debido al creciente uso de la tecnología, nos estamos convirtiendo en seres cada vez más aislados socialmente, hasta el punto que ya tenemos que estudiar en una universidad cómo hacer amigos.
Lo que antes se hacía con toda normalidad simplemente saliendo a la calle, a cualquier actividad o tomando unas cervezas en un bar, ahora requiere ayuda universitaria.
A Standford se le unen muchos cursos más por parte de multitud de profesiones sobre cómo comportarse en público, cómo dirigirse a otras personas de forma apropiada, cómo vestirse correctamente dependiendo donde estés o cómo hablar con oros de forma respetuosa y profesional. En otras palabras, se enseña cómo ser un adulto funcional.
En su libro “Notas sobre ser un hombre”, el autor Scott Galloway indica que ese aislamiento social es más y más intenso cada día y señala que por increíble que parezca más del 40% de los hombres en la actualidad jamás han pedido a una mujer que salga con ellos.
Todo se sustituye por experiencias en línea o con “amigos” creados por inteligencia artificial. Dentro de poco ya tendremos robots que parecerán personas así que quizás el ser humano pronto no tendrá prácticamente ningún contacto mínimamente personal con otros seres humanos hasta que finalmente nos extingamos.
El autor indica que esa falta de contacto humano lleva a la depresión porque el ser humano es inherentemente un ser social y necesita ese contacto. Esa experiencia no la puede sustituir ningún video juego, teléfono celular o un ese amigo manufacturado en inteligencia artificial que no es más que un amasijo de cables y chips.
El problema es tal que ya sabemos que diversos países tienen incluso ministros de soledad encargados de combatir ese problema porque no afecta solo a la psicología de sus ciudadanos sino a su productividad y capacidad para funcionar como un país. Otros países ya comienzan a prohibir el celular para menores de edad.
Quizás unas cervezas con unos amigos, una salida social, un viaje en grupo o simples charlas con otros seres humanos a la vieja usanza le ahorrarán la seguramente costosa matricula en Standford.




