Pablo Gato
Varios especialistas han declarado ya públicamente que Trump tiene principios de demencia por su incapacidad a menudo de poder hablar articuladamente, presentar una idea de forma completa o quedarse dormido durante actos oficiales más y más a menudo.
Sin embargo, también fue a hacerse un examen médico antes del tiempo establecido para el siguiente, algo que despertó mucha especulación.
Se le vieron los tobillos hinchados, las manos con abultadas manchas y hace muchos de sus actos incluso en la Oficina Oval sentado cuando todos están de pie indicando quizás debilidad física.
Trump insiste en que está en una forma física impecable, pero muchos médicos independientes responden que con 79 años y esos puntos que hemos tocado eso es poco probable.
Sin embargo, lo que realmente dispara las especulaciones son las declaraciones oficiales de que no tiene ningún problema físico a pesar de ser el presidente más viejo de la historia en entrar a la Casa Blanca.
Los expertos afirman que quizás no es nada grave pero que al negarse en redondo a reconocer ningún tipo de desafío físico propio de su edad lo único que hace es aumentar las especulaciones. También sufre de sobrepeso y es conocido que no para de beber refrescos y come mucha comida basura.
No obstante, lo que volvió a hacer saltar las especulaciones fue el furibundo ataque al diario The New York Times por un artículo en el que indicaba que parece claro que está perdiendo paulatinamente sus facultades físicas y mentales respecto al pasado.
El furor de Trump a que alguien cuestionara su estado físico hizo que incluso calificara al diario de “traidor” y de “sedicioso”.
¿Está ocultando Trump alguna enfermedad grave?
¿Debería haber una ley que sin invadir la privacidad de los presidentes les obligue a informar al pueblo si sufre una enfermedad grave?
Lo mismo pasó con Biden. Cuando vimos el famoso debate comprobamos que obviamente no estaba capacitado mentalmente para ejercer la presidencia y que su gabinete ocultó de forma irresponsable esa realidad al público estadounidense.
María Corina Machado dedica el Nobel a Trump y dice que apoya completamente su política hacia Venezuela.
Agrega que es partidaria de “aumentar la presión” contra el régimen de Maduro. Los ataques contra las supuestas narcholanchas y los más de 80 muertos han sido descritos por algunos expertos como crímenes de guerra al no habérseles dado la oportunidad de rendirse.
Corina Machado dice que el 90% de la población venezolana la apoya, así como, según ella, el 80% de las fuerzas armadas.
Sin embargo, criticó la decisión de Trump de retirar el status de protección temporal a los venezolanos en EEUU (que les permite vivir y trabajar en EEUU) porque afirma que no se dan las condiciones para que regresen.
Machado también reconoció que el gobierno de EEUU la ayudó a salir de Venezuela, en contra de lo que dijo inicialmente el experto que supuestamente se había contratado para esa tarea.




